Capítulo 2

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Narrador

Hunter observa la vía despejada y lanza un suspiro. New York suele tener un tráfico infernal a cualquier hora ¿Por qué hoy no? La divina providencia debería hacer algo por él en estos momentos.

Un accidente, persecución policial, altercado en vía pública, cualquier cosa que le impida llegar a la catedral ¿Dónde estás esos revoltosos latinos cuando se les necesita?

Aleja la mirada de la solitaria vía y choca con las del chófer. No necesita hablarle para hacerse entender. Los miles de calificativos que le lanza las conoce de memoria. La noche anterior las escuchó en medio de una acalorada discusión que acabó en el mejor sexo que han tenido.

En los labios de James se asoma una sonrisa y Hunter se ve obligado a desviar la mirada. El recuerdo de las caricias compartidas le atormentan y la idea de casarse ya no es tan atractiva. No, si eso significa perder a James.

"—Tengo dos tiquetes de avión a las Vegas en primera clase y una reservación en una suite presidencial. Por si tienes un pensamiento coherente antes de dar ese Sí."

Con aquellas palabras dio por terminada una relación de más de siete años. James se negaba a permanecer en las sombras mientras «Tú juegas a la casita y hacer de esposo perfecto.»

Sacude su brazo izquierdo asomando con ese gesto su Rolex y con él, la hora. Catorce treinta. Hasta el reloj, avanza pausado el día de hoy. Le gustaría contar con las agallas suficientes para mandar todo al diablo y seguir su corazón. Podría hacerlo, si muchas personas no dependieran de esta alianza.

Como si logrará acceder a sus pensamientos, uno de los motivos por los que soporta todo este circo, rompe el cielo.

—Estamos a tiempo, cielo. No te preocupes —palmea su pierna al decirlo y le obsequia una sonrisa —estarás a tiempo para tu boda.

—Es un error mamá, Gisella no me quiere —se queja.

Sus ojos vuelven a chocar con los del chófer y se encuentran con que se está burlando de él. La complicidad que existían entre los dos, se había perdido. Hunter ha intentado hacerle entender que ambos se benefician de esta alianza, pero no ha sido posible.

—Sonreír no te vendría mal —se queja su madre y desvía la mirada al no soportar la de James—tal parece que vas a un funeral y no a una boda. Tu boda.

—Gisella está enamorada de Jake y solo Dios sabe los motivos por los cuales ha guardado silencio o como has logrado hacerle callar. —insiste —cuando decida hacerlo estaremos perdidos.

Si es que antes la verdad no sale a la luz y de ser así, les esperaría la cárcel. El alegato de su madre es el de siempre, su tío solo tuvo una hija y le salió rebelde. Hunter es lo más parecido a un hijo y los lazos se afianzarán con esa boda. La pequeña Jackeline lleva será registrada como hijo de ambos, un acto que Adrian Montgomery ha visto como heroico.

—He hecho demasiado por ti, es tu turno de pagarme.

—¿De qué hablas, mamá? —grita y su madre se lleva una mano a su pecho —¿Cuándo te pedí ayuda? Yo tenía una vida realizada lejos de los Montgomery.

—Un empleo de tres bigotes, un apartamento lleno de pulgas y una vida mediocre —recalca cada frase con despotismo, obligando a Hunter a defenderse.— y ni mencionemos tu fracasada vida sentimental.

—¡Sin dañar a nadie! Todo cuanto tenía era honesto ...

Y real.

Aprieta las manos con fuerza hasta que los nudillos se tornan blancos. No conoce los detalles de cómo lo hizo o de qué trucos se ha valido para que su tío accediera a ese matrimonio en esas condiciones. Jamás ha querido saberlas o a participar en ellas, por considerarlas traición a una amistad tan hermosa y de tantos años.

Un príncipe BastardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora