Capítulo 21

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El reloj marcaba las diez de la mañana y seguía sin rastros de Gisella o mi hija, ello me llevo a impacientarme. Un temor que se incrementó cuando mamá ingresó a la habitación a hacerme compañía y no se despegaba del móvil.

Compartía mensajes con alguien, quien sea estaba del otro lado de la línea, le daba malas noticias. Cada que el objeto vibraba, su estado empeoraba, ella estaba a punto de llorar.

—¿Dónde está Gisella mamá? Y no me digas que no sabes, mientes fatal.

—Será mejor si te calmas —me pide por enésima vez —Gisella tuvo que atender un asunto importante en la empresa de su padre.

—¿Puedes llamarla? —le pido —solo deseo saber que está bien.

—¿Por qué te mentiría?

—¿Por qué no llamarla? —replico y resopla —por favor mamá.

—Ya están en camino, no te preocupes —insiste y sacudo mi cabeza —¿Qué te dijo tu tío?

—No cambies de conversación.

Rueda los ojos lo que me hace lanzar un suspiro largo. Una parte de mí desea que no esté mintiendo y Gisella este en la empresa. La otra me pide ver sus ojos rojos y el temblor en la mano que sostiene el móvil. Algo le está inquietando al punto de estar al borde de las lágrimas.

Tras lanzar un largo suspiro empiezo a narrarle la extraña visita que me hiciera William Sanders. La indignación que mostró por nuestra solicitud de trasladar a mi padre de clínica, su renuencia a aceptar que sabía los pasos de su hermana.

—Nunca me agradó ese hombre —me confiesa —es desleal, capaz de todo por proteger su reputación.

—Eres la más afectada, —confieso. —el psicólogo ha sugerido alejarme de Gisella y Jackie, señaló su presencia en su vida como "Tóxica."

—No pueden alejarte de tu hija y esposa, es ilegal. —su voz se quiebra en la última frase y sorbe su nariz —cómo no ven que Senna tiene las manos metidas aquí ¿Por qué te hace esto? Fingió ser tu madre por veintiocho años y aseguró amarte.

—Su hermano piensa que fue por intentar dispararle ese día —empiezo a decir —cuando encontré a mi padre y a Luisa heridos.

Sacudo la cabeza en un inútil intento de que las imágenes y emociones de esa época no regresen a mi cabeza. Que el rostro del enemigo de los Mallory, revelará a la mujer que creí, era mi madre, no fue fácil.

Aquel descubrimiento dejaba en manifiesto quién era la culpable de mi asalto. Me quiso muerto y había intentado hacer lo mismo con Luisa y papá. No pude soportarlo, fui superado por las emociones y en mi cabeza solo estaba una certeza.

—Solo la muerte de Senna lograría traerme paz.

—Nunca hubieras jalado ese gatillo —habla mamá —tu hermano te impidió decidir, pero sé cuál sería.

—Tienes fe en mí —sonríe a mi comentario y toma mis manos.

—¿Qué sucedió mamá? Por favor, si algo le sucedió a ella o a mi hija...

—Ambas están bien —me calma —Gisella sufrió un desmayo. —apoya una mano en mi pecho cuando nota intento levantarme y niega —está siendo atendida, fue una baja de presión.

—Quiero verla. —le pido y niega —¿Por qué no? Acabas de decir, no es delicado.

—Y no lo es —me sonríe —le hicieron exámenes y espera por ellos. No pasa nada.

—¿Por qué los exámenes?

—Rutina —se encoge de hombros —la pobre ha tenido mucho estrés. Entre tu acusación, el testamento, la empresa que debe dirigir y las acusaciones de esas dos mujeres —suspira —es increíble que se mantenga en pie.

Un príncipe BastardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora