—No quiero ir a la escuela. —El tono enérgico con que lo dice, me hace resoplar.
Jackie no sabe lo que es la escuela, ni a lo que iría a una de ellas; lo único que le interesa es que lo alejaría de su padre y no le gusta. He buscado innumerables detalles que la hicieran querer ir, aunque sea por curiosidad.
—La escuela es importante —infla mejillas, cruza sus brazos y mueve su cuerpo de un lado a otro.
—¡No!
Su respuesta viene acompañada de una escapada del cuarto. Seguirle el ritmo e intentar atajarla, es imposible y peligroso en mi estado, por lo que le permito la fuga. Su padre se ha ido al gimnasio del edificio, pero no estamos solas, el señor Landon aún está en el penhouse.
Lo más seguro es que haya corrido a buscar refugio y un abogado en su abuelo. Un hombre que desborda amor y ternura hacia ella desde que la conoció. Aunque dudo que, en este momento, le secunde su testarudez.
Me siento de golpe en la cama, topo el cepillo dejado por Jackie y lo paso por mi cabello con fuerza. Desde que el tema de la escuela salió a relucir en la mesa, no dejo de pensar en ello como una solución al apego de mi hija con su padre.
Y no es que lo vea mal, todo lo contrario, adoro el lazo que han creado, aunque no pueda dejar de sentir envidia. Diez minutos después, bajo las escaleras, con la imagen de mi hija en brazos de su abuelo en el balcón.
—Debiste usar el ascensor —dice Landon al dar una mirada a mi descenso por las escaleras —. En tu estado es lo adecuado.
—Un poco de ejercicio no me viene mal —me excuso y afirma sonriente —. Buenos días, señor.
—Buenos días, cariño. —saluda con una sonrisa en los labios, lanzándole miradas cómplices a su nieta —¿Qué fue esta vez?
—La escuela —respondo y afirma —no escucha razones.
—¿Te doy un consejo? —afirmó con insistencia y sonríe imitando mi gesto —déjalo en manos de su padre, asegúrate de que yo esté presente cuando lo haga.
—¡Vale! —acepto gustosa y la duda cruza mi mente —¿Puedo saber por qué?
—Por los «te lo dije» —sonríe —. Le advertí que algo así sucedería.
Jackie tiene el rostro oculto en el cuello de su abuelo y los brazos rodeando sus hombros. Ruedo los ojos y resoplo, gesto que el señor Landon capta y sonríe mientras deja besos en la mejilla de su nieta.
—Solo se es niño una vez —se excusa. — Sé que la escuela es inminente, pero hay que entender que es un término desconocido.
—Supongo que tiene razón —le digo encogiéndome de hombros —. Está acostumbrada a una vida de juegos y rizas, es nuestra culpa, lo admito —abro las manos y el gesto es visto con humor —. Ni siquiera lo había pensado hasta que Jaken lo puso en la mesa.
—Es el triple para ella —insiste —. Sé que irá a la escuela y eventualmente le gustará, pero hay que darle tiempo.
—No quiero ir a la escuela —le susurra a su abuelo cuando cree que no la escucho —. Debo cuidar a papá.
—Haré el desayuno —digo, ignorando el rostro sonriente de Landon al escuchar las excusas de su nieta. —Esto es increíble, una chica de tres años cuidando a un hombre de 32.
—Te recomiendo leer la prensa —aconseja el señor Landon —. La dejé sobre el buró.
—¿Algo que deba buscar?
—Lo sabrás, apenas lo veas.
Sin entender lo que pueda hallar en la prensa de interés, más allá de los chismes y cotilleos de los famosos, me dirijo hacia el buró. Le tomo de paso a la cocina y detengo mis pasos al empezar a leer la nota.
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Un príncipe Bastardo
RomanceJaken nunca imaginó lo que su curiosidad sobre su pasado pudiera traer a su vida, ciertamente Gisella, tampoco. Ninguno de los dos estaba preparado para lo que el destino les tenía deparado, ni los enemigos que surgieron con esas revelaciones. Él hu...