Capítulo 16

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Narrador

Cuando a Rogers le propusieron defender al hijo de Landon Giles, aceptó sin dudar. Conocía lo limpio de la carrera de su colega, una trayectoria impecable y una larga lista de fallos a favor. Jake Giles, el menor de sus dos hijos, seguía a pasos rápidos esa misma línea.

Un estudio exhaustivo del caso y las acusaciones le dieron el impulso que necesitaba para aceptar. Demostrar su inocencia en el asesinato de Adrián Montgomery, era como quitarle un dulce a un niño.

De los otros dos, no podía decir lo mismo, el secuestro Gisella Montgomery y su hija, había quedado filmado. No había forma de negarlo, los registros fílmicos muestran como ella luchó por escapar. Él con un arma en manos y una menor de escasos dos años presenciando la escena.

La sonrisa que mostraba daba cuenta de la inocencia de su edad. Lo segundo era el ataque sufrido por su padre y la daga con rastros de sangre de ambos en la empuñadura y filo. Difícil, pero no imposible para un hombre que la vida lo ha puesto a prueba muchas veces.

Desde joven le gustaron los retos, las cosas fáciles le aburrían. El caso de Jaken Giles, era sin duda otro reto en su larga carrera. ¿Quién odiaba lo suficiente al menor de los Giles y por qué? Una pregunta que se hacía desde que empezó su defensa.

— El hombre se desplomó en la mesa, sin que mis hombres lo atacaran o hicieran algo en su contra.

La voz grave del jefe de policía hace eco en la sala de interrogatorio. Rogers, que se ha quedado viendo la pantalla del TV, está obligado a aterrizar y defender su punto.

—No puedes hablar de acoso policial o uso excesivo de la fuerza. —finaliza.

—Tus hombres, se jactan en decir que investigaron a mi cliente por seis meses—responde. —el algún momento debieron chocar con su historial clínico.

Toma el mando de la TV y reproduce el vídeo del interrogatorio. El joven abogado se lleva las manos en su pecho, desabrocha los botones, inspira y respira delante de un detective que no da muestra de que su estado de salud, le importe.

Imitando el gesto del detective en la pantalla, se incorpora y acerca al TV. Hace una pausa en el vídeo, en el primer indicio de que algo en el joven no iba bien.

—Uno.

El dedo índice de su mano izquierda señala a Jaken aflojado el cuello de su camisa y reproduce una vez más. Detiene la imagen en él, frotando la parte izquierda de su pecho.

—Dos. —vuelve a reproducir y sube el volumen—aquí el tono de voz es más lento, miren cómo hace fuerzas para responder.

Jake cierra los ojos, su pecho se infla por largo tiempo, empezando a liberar el aire lentamente. Vuelve a enmudecer el video, lo que desea demostrar, no lo requiere.

—¿Cómo saber que no estaba en control médico? —se queja el detective —es él quien debe tenerlo en cuenta.

—Cualquier persona que lo vea, entenderá que está ante alguien que necesita ayuda.

—Eso no lo convierte en inocente Rogers.

Detiene la imagen en el momento, abre los labios y su rostro muestra una expresión de dolor. Deja el mando de la TV justo enfrente del jefe de la estación y regresa a su lugar.

—Tienes razón —acepta —pero, me crea la duda.

Entrelaza las manos sobre la mesa, tomándose su tiempo en responder. Los presentes conocen la manera de actuar y como suele salirse con la suya.

—Si dejaron pasar algo que estaba a simple vista como es un infarto— hace una pausa viendo a cada uno — ¿Qué garantiza a mi cliente que no han hecho lo mismo con su investigación?

Un príncipe BastardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora