Capitulo 14

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Lira

El adscrito no asistió a la clase, algo inusual, lo que desató una ola de murmullos y susurros entre los estudiantes. A pesar del bullicio, el profesor Versack no mostró el más mínimo interés. Como siempre, comenzó la clase con su tono firme y autoritario, imponiendo la consigna del día con una precisión casi robótica.

Las horas pasaban arrastrándose, y el ambiente en el aula era insoportable. Valery, sentada a mi lado, parecía estar a punto de quedarse dormida. Su expresión de aburrimiento reflejaba lo que todos sentíamos. Finalmente, después de lo que parecieron siglos, el profesor se levantó abruptamente y salió del aula sin decir una palabra. Al instante, las voces de nuestros compañeros estallaron, llenando el aire con un alivio palpable tras tres horas de tensión constante.

Valery y yo intercambiamos una mirada, y justo en ese momento, un conocido de otras clases entró al aula. Su aparición siempre ocurría en los momentos más inesperados.

-Mira, "la fría" hace su gran entrada. Ya era raro que no asomara la cabeza -comenté con una sonrisa sarcástica.

-Si entrara cuando está Versack, seguro saldría volando como la última vez. Peor que contigo -replicó Valery, y ambas esbozamos una sonrisa cómplice.

-¿Te acuerdas de cómo la cagó aquella vez? -pregunté, disfrutando del recuerdo.

-¿Cómo olvidarlo? Se rindió demasiado fácil -dijo Valery, observando cómo el tipo se alejaba tras hablar con un amigo en común-. Aunque, si me hubiera enterado antes de que tenía dinero, igual la cosa habría sido diferente. Lo único que tiene de bueno es eso...

Nos estábamos riendo entre dientes cuando la voz fría y severa de Versack cortó el ambiente como un cuchillo.

-¿Les parece bien estar hablando de temas personales en mi clase?

Nos habíamos enfrascado tanto en nuestra charla que ni siquiera nos dimos cuenta de que había vuelto. El aula, que hacía segundos era un hervidero de murmullos, se convirtió en un sepulcro. Todos se quedaron inmóviles, expectantes.

-Profesor, nosotros solo... -intenté hablar, pero él me interrumpió bruscamente.

-Nada de "profesor, nosotros solo". Las conversaciones personales y las burlas hacia los demás están fuera de lugar en mi clase. No permitiré chismes de patio aquí. Si creen que eso es más importante que lo que estoy enseñando, pueden irse ahora mismo.

Sentí cómo la sangre se me subía a la cabeza. ¿Por qué siempre conmigo? ¡Valery también habló! Pero fue a mí a quien señaló.

-Seyers, acércate al final de la clase -ordenó antes de alejarse, sin darme oportunidad de responder.

Lo miré con incredulidad. Mi indignación era palpable. ¿Por qué siempre me citaba a mí? ¡Ese maldito hijo de puta se la tenía conmigo! Valery me lanzó una mirada de sorpresa y susurró:

-¿Te odia o qué? -dijo en un tono de incredulidad.

Las siguientes horas fueron un borrón. Evité su mirada con todas mis fuerzas, aunque podía sentir sus ojos clavados en mí. Estaba furiosa, hirviendo por dentro, y el calor de la rabia solo crecía. ¿Por qué yo?. El plan era claro: al final de la clase, le diría todo lo que pensaba, sin filtro. ¡Se iba a enterar de lo injusto que era! ¡ y me importaba una fregada si luego me expulsaba de sus clases!.

[...]

Finalmente, el timbre sonó. Los estudiantes comenzaron a recoger sus cosas apresuradamente. Mientras los demás salían, me quedé sentada, esperando a que el aula se vaciara. Cuando ya no quedaba nadie más, me levanté y caminé hacia él, el corazón latiéndome con fuerza, la rabia burbujeando bajo la superficie.

-Profesor, esto es injusto -solté sin preámbulos, con la voz cargada de enojo-. Valery también estuvo hablando, pero siempre soy yo la que usted reprende. ¡No es justo que siempre me señale a mí! Y ni hablar de la exposición de la semana pasada, cuando decidió que debía exponer yo sola, sin ninguna explicación. Todos estaban en grupos, y usted decidió que yo lo haría sola frente a toda la clase. ¡No es justo! Es como si se ensañara conmigo solo por el gusto de hacerlo.

Versack, que había estado revisando unos papeles en su escritorio, levantó la vista lentamente. Sus ojos se posaron en mí con una calma que me irritaba aún más. Pero lo peor fue la leve sonrisa que curvó sus labios, como si estuviera disfrutando de mi enojo.

-Seyers... -dijo con una suavidad que me descolocó-. Lo que estás diciendo es interesante, pero no te cité aquí para regañarte.

Mi rabia se detuvo en seco. Lo miré, confundida.

-¿Entonces para qué? -pregunté, el enfado aún latente en mi tono.

-Quiero que te encargues de pasar la lista de asistencia en las próximas clases -respondió con una sonrisa que parecía sugerir mucho más de lo que decía-. Eres mi alumna favorita, Seyers. Por eso exijo más de ti.

Mi corazón dio un vuelco. ¿Qué demonios...?. Su mirada no era la de un simple profesor. Era intensa, demasiado cercana, y cuando me guiñó un ojo, sentí que el suelo se deslizaba bajo mis pies.

-No es lo que piensas -continuó, la diversión evidente en su tono-. Exijo más de ti porque sé que puedes dar más. Siempre espero lo mejor de mis favoritos.

Me quedé allí, boquiabierta, incapaz de procesar lo que acababa de suceder.

Profesor VersackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora