Capitulo 25

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Lira ;

La clase del profesor Versack comenzó con un murmullo de voces mientras los estudiantes se acomodaban en sus asientos. Yo me encontraba en un rincón, intentando evitar cualquier contacto visual con él. Desde nuestro último encuentro, había decidido que era mejor no acercarme, así que me concentré en tomar asistencia, aunque mi mente divagaba hacia cualquier cosa menos hacia el hombre que estaba a solo unos metros de mí.

A mi lado, Rick parecía inquieto. Lo notaba moviéndose en su silla, lanzando miradas hacia la puerta, como si esperara a alguien que nunca llegara. Cada vez que la puerta se abría, su cuerpo se tensaba, y yo no podía evitar preguntarme a quién estaba esperando con tanto fervor. La curiosidad me hizo fruncir el ceño.

— ¿Todo bien? —le pregunté en voz baja, aunque me costaba concentrarme en la conversación. En ese momento, terminé de pasar lista y mis ojos se deslizaron hacia la puerta.

Fue entonces cuando un grupo de estudiantes entró, riendo y hablando en voz alta, y mis ojos se fueron automáticamente a Rick. “Mierda”, pensé. Tendría que seguir al lado de él, después de todo.

Sin embargo, lo que realmente captó mi atención fue la reacción del profesor. Sentí una oleada de sorpresa al verlo relajarse visiblemente, como si su tenso porte se desvaneciera en un instante. ¿A quién estaba mirando? No era común verlo así, especialmente en clase.

Seguí su línea de visión, volviéndome lentamente para ver quién o qué había capturado su atención. Mi corazón se aceleró un poco al darme cuenta de que su mirada estaba fija en una de las estudiantes que acababa de entrar o al menos eso es lo que creí. Era una chica rubia justo al lado de Valter el chico rubio con gafas que una vez me salvó en medio del pasillo. Volviendo al tema, la chica llevaba una risa contagiosa, que parecía iluminar el aula con su presencia. Su risa resonaba, y el profesor Versack parecía hipnotizado por ella, su expresión atenta y casi soñadora.

Fruncí el ceño, sintiendo una punzada de celos. ¿Por qué me importaba tanto cómo él reaccionaba ante otra persona? “No es como si tuvieras derecho a sentir algo”, me dije a mí misma, recordando la distancia que había decidido poner entre nosotros. ¿Con que cara me decía que no podía dejar de pensar en mí cuando ahora parecía pensar en todos menos en mi que estaba al lado?

Rick, a mi lado, notó el cambio en mi expresión y me miró con curiosidad. Su atención era un poco abrumadora en ese momento.

— ¿Estás bien? —preguntó, alzando una ceja, con esa expresión de preocupación que siempre me parecía un tanto tierno.

—Sí, eh… ya terminé aquí. Me iré a sentar, profesor —tartamudeé, intentando ocultar los pensamientos que me atormentaban.

—Gracias, Sayers —respondió, tomando la planilla de asistencia y desviando su mirada hacia otros estudiantes. Esa pequeña interacción me dejó un sabor agridulce.

Mientras el profesor comenzaba a explicar el tema del día, mis pensamientos vagaban, inquietos. Las palabras se perdían en el aire, mientras una mezcla de frustración y deseo se entrelazaba en mi interior. Tenía que encontrar una manera de desconectarme de esta confusión, pero cada mirada furtiva que lanzaba hacia el profesor se hacía más difícil.

Fue entonces cuando James, mi nuevo compañero de grupo y amigo de Aaron, me habló.

—¿Estás bien? Te veo un poco pálida —dijo, con un tono de preocupación genuina que me sorprendió.

Lo miré, sintiendo cómo su presencia se interponía entre mis pensamientos y la confusión que llevaba en mi mente. Era un chico hermoso, con ojos color miel y pequeñas pecas en su rostro, que lo hacían lucir adorable. Intenté sonreírle de lado, tratando de simular que estaba bien, cuando en realidad odiaba esta clase y, más aún, al que la estaba impartiendo.

—La verdad es que no. ¿Quieres acompañarme a fumar afuera? —le pregunté, con una sinceridad que quizás sorprendió a ambos.

James levantó las cejas, claramente sorprendido por mi propuesta, pero sin pensarlo dos veces, aceptó.

—Claro, vamos —dijo, y antes de que pudiera darme cuenta, se levantó de su asiento frente a toda la clase, dejándonos en una situación un tanto ridícula. Ese impulso me causó una risita, y por un instante, sentí que la tensión se disipaba.

Sin embargo, la reacción del profesor no fue la que esperaba. Desde la distancia, Versack observaba con una mezcla de enojo y desaprobación, como si la diversión que estábamos teniendo lo incomodara.

—¿Se puede saber qué les resulta más interesante y gracioso que la clase, señor Prince y Sayers? —preguntó el profesor Versack, su tono cortante resonando en el aula. La atmósfera se tornó pesada, y todos los ojos se volvieron hacia nosotros.

Mi corazón se aceleró, y traté de mantener la compostura. Era como si una corriente eléctrica atravesara el aire, cargada de tensión no solo por la reprimenda, sino por el significado oculto en sus palabras.

—Solo estábamos bromeando, profesor —respondí, intentando sonar despreocupada, aunque sabía que no había forma de ocultar mi nerviosismo.

Rick inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos fijos en mí con una intensidad que me hizo dudar.

—¿Bromeando? A veces las risas pueden distraer más que enseñar, Sayers. —Su mirada se volvió más aguda, como si estuviera escaneando cada palabra que decía.

—Si la clase no le resulta interesante, profesor, quizás debería considerar hacerla más atractiva. —Me atreví a replicar, sintiendo que la provocación era mi única salida.

La tensión en el aula se volvió palpable. Algunos compañeros intercambiaron miradas sorprendidas, mientras James, al lado mío, lucía entre asustado por mi osadia y confundido. Sentía la pesada mirada de Valery desde lejos , seguramente disfrutando de mi confrontación con su profesor menos favorito.

—No es mi responsabilidad hacer que cada tema sea un espectáculo, vienen a aprender . No a un circo.—respondió Rick, su voz baja pero firme, y en sus ojos había un destello que dejaba claro que no estaba dispuesto a ceder.

—Tal vez no lo sea, pero la educación también se trata de inspirar, no solo de dictar —insistí, sintiendo que la adrenalina me empujaba a seguir adelante.

—Tienes razón en eso —dijo él, acercándose un poco más, su tono ahora más bajo, casi como si la conversación fuera solo para nosotros—. Pero también hay algo que deberías considerar: algunas inspiraciones son peligrosas.

La frase flotó entre nosotros, cargada de significado. Mi mente se disparó, preguntándome si realmente estaba hablando de mí o de algo más profundo. Intenté mantener la calma, pero la insinuación resonaba en mi interior.

—¿Y qué hay de las distracciones, profesor? —pregunté, sintiendo que el juego de palabras se volvía más complejo—. A veces, lo que parece una distracción puede ser la clave para descubrir algo más valioso.

La respuesta de Rick fue inmediata, y aunque su rostro no mostró ninguna emoción evidente, su mirada ardía con una mezcla de desafío y entendimiento.

—Cuidado con lo que deseas descubrir, Lira. Algunas verdades pueden ser más incómodas de lo que imaginas.

La clase permanecía en silencio, observando el intercambio. Era como si el resto del mundo hubiera desaparecido, dejando solo la electricidad entre nosotros. La tensión se mantenía, densa y palpable, mientras nuestras miradas se sostenían, llenas de significados no expresados.

Finalmente, Rick se apartó ligeramente, regresando a su rol de profesor, aunque el peso de nuestras palabras quedó flotando en el aire.

—Bien, continuemos con la clase —dijo, tratando de retomar el control, pero el brillo en sus ojos y la intensidad del momento no podían ser ignorados. Mi corazón latía con fuerza, y sabía que esto apenas comenzaba.

Profesor VersackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora