Profesor Versack

Capítulo 32

Lira;

-¿Rick? -pregunté con voz somnolienta mientras me despertaba. Me di cuenta de que estaba desnuda, así que me puse una de sus largas camisas que estaba al alcance. Hice un rápido rodete con mi cabello para sentirme un poco más presentable.

Al levantarme de la cama, noté un papel sobre la mesa de luz. Me acerqué para leerlo, y vi que decía que Rick había tenido que salir de urgencia. Fruncí el ceño al ver la letra de Rick. Me resultaba inquietantemente familiar. La caligrafía era muy parecida a la de un mensaje que había recibido junto a la caja con el conjunto rojo que me dejaron en la mochila hace un tiempo, un día de clase.

La coincidencia me puso nerviosa. Miré el papel una vez más, intentando comprender si había algún mensaje oculto o una razón detrás de la urgencia repentina de Rick. El mensaje no ofrecía detalles, solo una breve nota sobre su salida inesperada.

Mi preocupación creció. ¿Por qué la letra de Rick coincidía con la del mensaje que había recibido antes? La sensación de que algo extraño estaba ocurriendo se intensificó. No podía ignorar las conexiones y la inquietud que sentía, especialmente con todo lo que había estado experimentando últimamente.

Decidí que necesitaba hacer algo. Tal vez hablar con Valery o intentar averiguar más sobre el mensaje que había recibido antes. La duda y la confusión me estaban agobiando, y necesitaba respuestas para entender qué estaba sucediendo.

La habitación estaba en silencio, y la luz que se filtraba por las cortinas apenas lograba iluminar el espacio. Aún me sentía adormecida, como si el sueño no me hubiera abandonado por completo. Mi cuerpo estaba más cansado de lo normal, y sentía una picazón constante que no lograba explicar.

Me levanté lentamente, intentando sacudirme el letargo. A medida que me movía, el malestar se hacía más intenso. Un olor extraño y nauseabundo parecía emanar de mi cuerpo, y no podía evitar sentirme asqueada. Mi estómago se retorcía, y una oleada de náuseas me obligó a dirigirme al baño de prisa.

Llegué al retrete justo a tiempo para vomitar. El malestar era abrumador, y me apoyé en la tapa del inodoro, tratando de controlar la sensación de mareo y el ardor en mi garganta. El olor que había sentido se hacía más fuerte y no parecía querer desaparecer. Cada vez que pensaba que había terminado, un nuevo espasmo me obligaba a inclinarme sobre el retrete.

Con cada ola de náuseas, mi mente se llenaba de preocupación. La falta de sueño y la picazón constante estaban empezando a afectar mi capacidad de concentrarme. Me preguntaba qué estaba pasando conmigo. ¿Era solo estrés? ¿O había algo más que no entendía?

Finalmente, después de un tiempo que me pareció interminable, logré calmarme lo suficiente como para salir del baño. Miré mi reflejo en el espejo y sentí una mezcla de preocupación y desesperanza. Algo en mi cuerpo no estaba funcionando como debería, y no sabía si se debía al estrés reciente o si había una causa más grave detrás de estos síntomas.

Con un último vistazo a mi rostro cansado, comencé a buscar mi teléfono para intentar llamar a alguien o al menos buscar información en línea. Al encontrar mi teléfono, maldije al ver que no tenía carga y que me había olvidado el cargador en casa.

Frustrada, comencé a buscar en los cajones de la mesa de luz en busca de un cargador. En lugar de eso, encontré algo que me dejó helada: una serie de fotos de chicas. Eran imágenes de cuerpos , mutilados, ahorcados, prendidos fuegos. Dios santo, no pude evitar sentir un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Qué carajos estaba pasando?

Las fotos parecían estar organizadas de manera meticulosa, y la presencia de ellas en el lugar donde Rick solía guardar sus cosas me hizo cuestionar todo lo que sabía sobre él. El descubrimiento me dejó desorientada y temerosa. No solo estaba lidiando con un malestar físico inexplicable, sino que ahora me encontraba en medio de una situación que no podía entender.

Necesitaba respuestas y no podía quedarme allí. Con las imágenes todavía frescas en mi mente, decidí que debía salir de la casa, encontrar a Valery o alguien en quien pudiera confiar, y tratar de resolver el caos en el que me había metido. El miedo y la confusión me impulsaban a actuar, y no podía seguir ignorando las señales de que algo estaba muy mal.