Pov' Elena
Al día siguiente, los primeros rayos de sol se filtraban por las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Desperté sintiendo un calor reconfortante a mi lado. Al girar la cabeza, me di cuenta de que Lamine estaba ahí, todavía dormido, con su respiración tranquila y rítmica. Se había quedado a mi lado toda la noche.
Una mezcla de sorpresa y ternura me invadió al verlo tan cerca, tan sereno. Recordé la noche anterior, cómo habíamos visto películas, nos habíamos puesto mascarillas y compartido risas. Al final, ambos nos habíamos quedado dormidos, pero no había imaginado que él se quedaría conmigo hasta la mañana.
Lo observé por un momento, apreciando lo mucho que significaba para mí tenerlo cerca, sentir su apoyo. La noche había sido extraña y confusa, especialmente después del mensaje anónimo que recibí. Sin embargo, tener a Lamine a mi lado había hecho que todo se sintiera un poco más fácil de manejar.
Me acerqué lentamente para no despertarlo, intentando no hacer ruido mientras me acomodaba mejor en la cama. Una parte de mí no quería moverme, no quería que ese momento de tranquilidad y paz se rompiera. Pero otra parte, la más racional, sabía que eventualmente tendría que enfrentar el día y las dudas que me habían asaltado la noche anterior.
A pesar de todo, el simple hecho de que él se hubiera quedado conmigo, de que hubiera elegido estar ahí, me daba una sensación de seguridad que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que él estaba preocupado por mí, y eso, en cierto modo, hacía que las cosas fueran un poco más fáciles.
Mientras estaba sumida en mis pensamientos, sentí que Lamine se movía ligeramente, como si estuviera despertando. Le di una sonrisa suave, aunque mis ojos aún reflejaban la mezcla de emociones que sentía. No quería que se preocupara más, pero tampoco podía evitar sentir que algo importante había cambiado entre nosotros.
—Buenos días —murmuré, mi voz apenas un susurro.
Lamine se levantó lentamente, estirando los brazos mientras parpadeaba para despejarse por completo. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, esbozó una sonrisa cálida, una que parecía iluminar toda la habitación.
—Buenos días —respondió en un tono suave, pero con un toque de picardía en su voz, como si supiera algo que yo no.
Antes de que pudiera decir algo más, sentí cómo se inclinaba hacia mí y me envolvía en un abrazo cálido y reconfortante. Fue un gesto natural, sin necesidad de palabras, pero lleno de significado. Su abrazo era firme, como si quisiera asegurarse de que todo estaba bien, de que yo estaba bien.
Durante esos segundos, sentí que el tiempo se detenía. Cerré los ojos y me permití disfrutar del momento, sintiendo cómo su cercanía me brindaba una extraña calma, algo que no había sentido en mucho tiempo. Era como si en ese abrazo todo lo complicado, todas las dudas y preocupaciones, se desvanecieran, dejándome solo con la certeza de que en ese instante, todo estaba bien.
Cuando finalmente nos separamos, nuestras miradas se cruzaron, y por un momento, el mundo exterior dejó de existir. No había necesidad de hablar, porque ambos sabíamos lo que el otro sentía. Era un tipo de conexión que no necesitaba ser explicada, simplemente estaba ahí, presente y palpable entre nosotros.
Justo en ese momento, cuando Lamine y yo estábamos inmersos en esa burbuja de tranquilidad y cercanía, la puerta de la habitación se abrió de golpe. Grace apareció con una sonrisa traviesa en su rostro, observándonos con una mezcla de diversión y afecto.
—¡Buenos días, tortolitos! —exclamó, su tono cargado de burla cariñosa—. Es hora de desayunar, no pueden quedarse acurrucados todo el día.
Lamine y yo nos miramos, y no pudimos evitar sonreír ante el comentario de Grace. El momento de intimidad había sido interrumpido de la manera más graciosa posible, pero en lugar de sentirnos incómodos, ambos soltamos una pequeña risa.

ESTÁS LEYENDO
𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐭𝐮 (𝐋𝐚𝐦𝐢𝐧𝐞 𝐘𝐚𝐦𝐚𝐥)
Любовные романы𝑳𝒂𝒎𝒊𝒏𝒆 𝒀𝒂𝒎𝒂𝒍, 𝒖𝒏𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂 𝒆𝒎𝒆𝒓𝒈𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒅𝒆𝒍 𝒇ú𝒕𝒃𝒐𝒍, 𝒚 𝑬𝒍𝒆𝒏𝒂 𝑮𝒐𝒖𝒓𝒔, 𝒖𝒏𝒂 𝒔𝒕𝒓𝒆𝒂𝒎𝒆𝒓 𝒆𝒏 𝒂𝒔𝒄𝒆𝒏𝒔𝒐, 𝒇𝒊𝒓𝒎𝒂𝒏 𝒖𝒏 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒓𝒂𝒕𝒐 𝒑𝒆𝒄𝒖𝒍𝒊𝒂𝒓 𝒆 𝒊𝒏𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒂𝒅𝒐: 𝒇𝒊𝒏𝒈𝒊𝒓...