Cap. 31

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Día de Definición - Supercopa de España

Pov' Lamine

Al día siguiente, me desperté con una sensación de anticipación que solo se siente antes de un gran partido. Hoy no era un día cualquiera; era el día en que nos enfrentaríamos al Real Madrid en la final de la Supercopa de España, el día en que se definiría quién sería el campeón. Había soñado con este momento desde niño, y ahora estaba aquí, al alcance de nuestras manos. Sentí la adrenalina recorrerme desde el primer segundo de la mañana.

El autobús del equipo nos esperaba fuera de la Masia, y al acercarnos, ya se podía escuchar el murmullo de los aficionados afuera, en las calles cercanas. A medida que nos subíamos, cada uno de nosotros iba encontrando su lugar, con nuestras propias formas de preparar nuestras mentes para lo que se avecinaba. Algunos como Gavi y Ferran se sentaban juntos, escuchando música a través de sus auriculares, probablemente una mezcla de reggaetón y rap español que les daba el ritmo necesario para encenderse. Pedri, como siempre, con sus auriculares grandes, estaba sumergido en algún podcast de análisis futbolístico. Ansu y yo intercambiamos algunas bromas, tratando de aliviar la tensión, por otro lado joão tranquilo por su parte.

Elena estaba en la parte delantera del autobús, junto al míster y otros miembros del cuerpo técnico, revisando papeles y notas sobre estrategias y posiciones. Había estado trabajando intensamente en los días previos al partido, y su compromiso no había pasado desapercibido. Incluso algunos de los chicos habían empezado a llamarla "la pequeña entrenadora", una muestra del respeto que había ganado.

El autobús arrancó, y mientras recorríamos las calles de la ciudad, los cánticos y gritos de los aficionados se hacían cada vez más fuertes. La marea azulgrana se extendía por cada rincón de Barcelona. Se podía ver a las familias con niños pequeños, ondeando banderas con el escudo del Barça, ancianos con bufandas de hace décadas, y grupos de amigos cantando sin descanso. Una emoción indescriptible llenaba el aire.

—Hoy es el día, chicos —dijo el míster desde el frente del autobús, con una expresión seria, pero motivadora—. Hoy es el día para demostrar quiénes somos. Este partido es más que una final, es la culminación de todo el trabajo que hemos puesto durante esta temporada. Confío en cada uno de ustedes. No es solo ganar, es cómo ganamos.

Ansu, siempre tan animado, levantó el puño y gritó: —¡Vamos, míster! Hoy somos campeones.

El ambiente en el autobús se encendió. Las risas empezaron a surgir, pero no eran risas nerviosas, sino risas llenas de confianza, de la certeza de que estábamos listos para cualquier cosa. Mientras charlábamos, noté que Elena me miraba desde su asiento, sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y nerviosismo. Cuando nuestras miradas se cruzaron, me sonrió con esa dulzura que me daba una calma extraña, pero necesaria.

Cuando llegamos al estadio, el rugido de la multitud afuera era ensordecedor. Los flashes de las cámaras, los gritos de los aficionados que habían venido desde todos los rincones del país, todo se mezclaba en una sinfonía de caos hermoso. Bajamos del autobús y caminamos hacia el túnel que nos llevaría a los vestuarios. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo; este estadio, esta atmósfera… todo era tan intenso, tan perfecto.

En el vestuario, el silencio era casi total. Cada uno de nosotros estaba en su propio mundo, preparando su mente y su cuerpo para lo que venía. Yo me senté en mi lugar, me até las botas con más fuerza de la habitual y tomé una respiración profunda. Miré a mis compañeros, algunos hacían estiramientos, otros se preparaban mentalmente. Sabía que cada uno tenía su propia forma de lidiar con la presión.

Elena entró al vestuario con una sonrisa tranquila. Traía una botella de agua en la mano y la pasó por los asientos, asegurándose de que todos estuviéramos hidratados. Cuando llegó a mí, me ofreció el agua con una mirada divertida.

𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐭𝐮 (𝐋𝐚𝐦𝐢𝐧𝐞 𝐘𝐚𝐦𝐚𝐥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora