49
Jungkook había comenzado a formar una rutina que, aunque dolorosa, le permitía seguir adelante. Cada día, se dirigía al apartamento de Taehyung para visitar a los bebés. Al principio, la relación entre ambos era distante, marcada por una frialdad que ninguno sabía cómo romper. Las palabras que intercambiaban eran mínimas, restringidas a preguntas sobre los bebés: cómo habían dormido, si habían comido bien, si necesitaban algo. Era una rutina vacía, carente de la calidez que alguna vez compartieron.
Una mañana, Jungkook llegó más temprano de lo usual. El sol apenas empezaba a iluminar el cielo, y el aire todavía estaba fresco. Se quedó un momento en el coche, mirando la puerta del apartamento de Taehyung, como si estuviera reuniendo el valor para entrar. Cada visita era un recordatorio de lo que había perdido, de cómo su orgullo y su temperamento habían roto algo precioso. Finalmente, suspiró y salió del coche, caminando lentamente hacia la puerta.
Taehyung estaba en la sala, con uno de los bebés en brazos, intentando calmarlo. Cuando escuchó la puerta, levantó la vista y vio a Jungkook. No dijo nada, pero su mirada era suficiente para expresar la tensión que se cernía sobre ellos. Jungkook asintió en silencio, acercándose para tomar al otro bebé, que estaba en la cuna. Era un gesto tan natural, tan familiar, que por un momento, ambos parecieron olvidar la distancia entre ellos.
—¿Durmió bien? —preguntó Jungkook, refiriéndose al bebé que sostenía.
—Sí, un poco inquieto al principio, pero se calmó —respondió Taehyung en voz baja, sin mirarlo directamente a los ojos.
El silencio se instaló de nuevo, solo roto por los suaves sonidos de los bebés. Jungkook miró a Taehyung, notando las ojeras debajo de sus ojos y la forma en que sus hombros estaban ligeramente caídos, como si estuviera cargando un peso que lo estaba aplastando lentamente. Quiso decir algo, cualquier cosa, para aliviar la tensión, pero las palabras se le atoraron en la garganta.
En cambio, se concentró en el bebé en sus brazos, acunándolo suavemente mientras trataba de ignorar el dolor en su pecho. Era una ironía cruel, pensó, que ahora, cuando finalmente había aceptado sus sentimientos, fuera incapaz de expresarlos. Todo lo que quedaba era esta rutina vacía, una repetición diaria de momentos que alguna vez fueron significativos, pero que ahora solo resaltaban lo que habían perdido.
Unos minutos después, Taehyung se levantó, llevando al bebé que tenía en brazos hacia la cocina para preparar un biberón. Jungkook lo siguió con la mirada, notando la forma en que su espalda se tensaba ligeramente, como si estuviera esperando algo. Cuando Taehyung regresó, le entregó el biberón sin mirarlo, y Jungkook lo aceptó en silencio.
—Gracias —murmuró, aunque sabía que la palabra era insuficiente.
Taehyung solo asintió, sentándose en el sofá mientras observaba a Jungkook alimentar al bebé. Durante un instante, parecía que el tiempo se había detenido, que el espacio entre ellos se había reducido solo un poco, lo suficiente como para que pudieran recordar lo que alguna vez tuvieron. Pero la sensación desapareció tan rápido como había llegado, dejando solo el vacío.
—¿Necesitan algo más? —preguntó Jungkook, rompiendo el silencio.
Taehyung dudó por un momento, como si estuviera considerando la pregunta con más seriedad de la que merecía. Finalmente, negó con la cabeza.
—No, estamos bien —respondió, aunque su voz estaba teñida de algo que Jungkook no pudo identificar del todo. ¿Resignación? ¿Dolor? ¿Ambas cosas?
—Está bien —dijo Jungkook, pero en realidad nada estaba bien.
Se quedó un rato más, observando a los bebés mientras terminaban de comer. Cuando el silencio se volvió demasiado pesado, se levantó para irse. Dejó al bebé en la cuna, asegurándose de que estuviera cómodo antes de dirigirse hacia la puerta. Al llegar, se detuvo, girándose para mirar a Taehyung una vez más.
—Si... si necesitas algo, solo llámame —dijo, aunque sabía que Taehyung no lo haría.
—Lo haré —respondió Taehyung, pero ambos sabían que era una mentira piadosa.
Jungkook asintió una vez más antes de salir del apartamento. Mientras caminaba hacia su coche, sintió una oleada de frustración y tristeza. No sabía cuánto tiempo más podía soportar esa rutina, ese ciclo interminable de dolor y arrepentimiento. Pero también sabía que no tenía derecho a quejarse. Todo esto era consecuencia de sus propias acciones, y ahora debía vivir con ello.
En los días que siguieron, la rutina continuó. Jungkook visitaba a los bebés, intercambiaba algunas palabras con Taehyung, y luego se iba. Cada vez que salía por la puerta, se sentía un poco más vacío, un poco más perdido. Sabía que estaba caminando por una cuerda floja, tratando de mantener el equilibrio entre el deseo de recuperar lo que había perdido y el miedo de empeorar las cosas aún más.
Y así pasaron los días, en un ciclo que parecía no tener fin. Jungkook seguía volviendo, incapaz de alejarse, pero también incapaz de encontrar una forma de arreglar lo que se había roto. Cada vez que veía a Taehyung, su corazón se encogía un poco más, pero también sabía que no podía dejar de verlo. Porque aunque la distancia entre ellos era dolorosa, la idea de perderlo por completo era insoportable.
Y así continuaron, atrapados en una rutina que los mantenía juntos, pero separados, cada uno luchando con sus propios demonios, esperando, quizás, que algún día las cosas pudieran cambiar. Pero en el fondo, ambos sabían que la única forma de romper ese ciclo era enfrentarse a las heridas que los habían separado, y eso era algo que ninguno de los dos estaba preparado para hacer. Al menos, no todavía.

ESTÁS LEYENDO
Fuego Escarlata
FanfictionTaehyung, el omega más joven de la prestigiosa familia Kim, ha vivido toda su vida en la opulencia, pero también bajo las sombras de los secretos oscuros de su linaje. Frágil en apariencia pero con un espíritu indomable, nunca imaginó que su destino...