-"Yare yare no...no puedo detenerlos"-
-Por supuesto que no puedes querido ¿o acaso creíste que yo era tan tonta como ella? cualquiera puede manipular con una sonrisa linda pero yo puedo controlarlos-
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Pov's Omnisciente:
Los rumores corrían por los pasillos de la escuela como un torrente descontrolado. Casi nadie podía dejar de hablar de la sorprendente revelación: Aiko Teruhashi estaba saliendo con Megamo Saikou, el heredero de una de las familias más ricas y poderosas del país. Aquella noticia había provocado una ola de murmuraciones, miradas furtivas y un sinfín de susurros entre los estudiantes.
-¿Aiko? ¿La misma Aiko a la que solíamos ignorar?- Decía una de las chicas, con tono incrédulo, a un grupo de amigas.-
-Sí, ¿puedes creerlo? Siempre pensé que era rara, pero parece que tiene mucho más que nosotras después de todo- Añadió otra, claramente envidiosa-
-¿Cómo consiguió a alguien como Megamo Saikou?- Preguntó una tercera, su voz cargada de sorpresa y un toque de resentimiento-
Los que antes se burlaban de Aiko ahora se encontraban desconcertados, sin saber cómo habían llegado a ese punto en que la que había sido la diana de sus chismes y ataques era ahora el centro de todas las miradas... pero por razones muy diferentes. Las mentiras y calumnias que Teruhashi había sembrado en el pasado parecían haberse disipado, y en su lugar, una nueva imagen de Aiko emergía, una imagen que nadie había esperado.
Por otro lado, Teruhashi Kokomi, que observaba desde la distancia cómo las chicas cuchicheaban y miraban hacia Aiko con curiosidad y admiración, se sintió mordida por una ola de celos que no pudo contener. No hacía mucho tiempo, ella había sido el único foco de atención. Todo el mundo estaba obsesionado con cada movimiento que hacía, cada gesto que realizaba. Las chicas querían ser como ella, y los chicos la adoraban como si fuera una diosa inalcanzable. Y había disfrutado cada segundo de esa atención. Sin embargo, de un momento a otro, esa luz que brillaba siempre sobre ella se había desviado hacia Aiko.
Teruhashi frunció el ceño mientras caminaba por los pasillos, sus labios perfectamente pintados curvándose en una mueca de desdén. Desde que había anunciado su relación con Saiki Kusuo, había esperado que toda la escuela se desbordara de emoción y que su estatus de "chica más deseada" se consolidara aún más. Pero Saiki no había resultado ser el novio cariñoso y detallista que ella había imaginado. En lugar de regalos y cumplidos, Saiki parecía más interesado en permanecer distante, evitando cualquier forma de afecto público. Al principio, Teruhashi había considerado esto como un reto, una especie de juego de difícil acceso que aumentaba su atractivo. Pero últimamente, comenzaba a aburrirse.
-"¿Cómo pudo haberlo soportado tanto tiempo?"- Pensaba para sí misma, mientras caminaba por el patio con una expresión que intentaba ocultar su creciente frustración-
Saiki ya no le parecía interesante; su falta de entusiasmo, su inexpresividad y su constante indiferencia la cansaban cada vez más.
Pero la idea de tener a Megamo Saikou como su pareja... eso sí que era algo realmente atractivo. Megamo, a diferencia de Saiki, era el heredero de la familia Saikou, una familia de poder y prestigio inigualable. Había tenido la oportunidad de acercarse a esa esfera de influencia a través de Metori Saikou, el hermano pequeño de Megamo, pero Metori, aunque rico, no tenía el mismo estatus o el carisma que irradiaba Megamo. Y ahora, el hecho de que Aiko pudiera estar tomando ese puesto que ella consideraba suyo por derecho la hacía hervir de rabia por dentro, aunque su rostro angelical nunca lo mostraría.
