VII

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Capítulo 7: La Tormenta Roja

Me desperté antes del amanecer, mi cuerpo reaccionando casi automáticamente al llamado de emergencia que resonaba en toda la estación. El zumbido de la alarma aún retumbaba en mis oídos cuando salí disparada de la cama y me preparé para el día. Era un llamado de alto rango, lo que significaba que todos los cazadores disponibles eran necesarios, especialmente aquellos que, como yo, habían subido de nivel recientemente. Mi corazón latía con fuerza mientras me dirigía a la estación, anticipando la adrenalina de la misión que estaba por venir.

Sin embargo, al llegar a la base, noté que algo andaba mal. La tensión en el aire era palpable, los cazadores se movían nerviosos y susurraban entre ellos. Algunos miraban al cielo, con los rostros pálidos de miedo. Me detuve en seco, siguiendo la dirección de sus miradas, y vi algo que nunca había visto antes: una tormenta roja acercándose rápidamente hacia nosotros.

"¿Qué demonios es eso?" pregunté a uno de mis compañeros cazadores, pero él solo negó con la cabeza, incapaz de apartar los ojos de la creciente nube carmesí.

La sala de mando se llenó rápidamente mientras todos los cazadores se reunían, esperando instrucciones. La tormenta era densa y roja como la sangre, y su centro parecía brillar con energía eléctrica. Sabía que sólo había una persona en el mundo que podía controlar una tormenta de ese tipo. El pánico se extendió rápidamente entre los cazadores cuando nos dimos cuenta de lo que significaba: Sylus estaba detrás de esto.

"¿Por qué ahora?" murmuró alguien a mi lado, con voz temblorosa. Nadie respondió. El silencio cayó sobre la sala cuando, de repente, las pantallas en la base principal se encendieron con una transmisión en vivo. Sylus apareció en la pantalla, su rostro imperturbable y sus ojos oscuros llenos de una calma peligrosa.

"Desistan de la cacería sobre mí y disiparé la tormenta," dijo con su voz fría y controlada. "De lo contrario, acepten su destino. Estoy seguro de que son conscientes de que su base es un arsenal de armas poderosas. ¿Qué creen que pasaría si una chispa las incendiara? Yo solo podría explicarlo como un enorme destello. Tienen quince segundos para decidir su destino."

Podía sentir mi pulso acelerarse mientras su amenaza flotaba en el aire. Miré al superior, que se había adelantado a la pantalla. Su mandíbula estaba apretada, y sus ojos brillaban con una mezcla de furia e impotencia. Estaba claro que odiaba la idea de ceder, pero no había mucho que pudiéramos hacer. Sylus tenía el control, y él lo sabía.

El superior apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos, pero finalmente, su voz resonó firme: "Bien, desistiremos de la cacería sobre ti. Quitaremos la recompensa."

A unos metros de distancia, pude ver cómo sus hombros caían ligeramente, derrotado por la situación. Mi propio estómago se retorció con una sensación de impotencia que conocía demasiado bien. Sylus sonrió con esa arrogancia característica suya y terminó la transmisión sin más palabras. Me volví hacia la ventana y observé cómo la tormenta roja comenzaba a disiparse lentamente. Por un momento, todo el lugar se quedó en silencio, y luego, colectivamente, los cazadores soltaron un suspiro de alivio.

Vi al cuervo negro que había visto múltiples veces antes, parado en el alféizar de la ventana, mirándome fijamente con sus ojos penetrantes. Me estremecí y aparté la mirada, justo cuando el último rastro de la tormenta se desvanecía en el horizonte. A pesar de la aparente tranquilidad, sabía que Sylus no había terminado con nosotros. De un segundo a otro, habíamos pasado de estar en peligro mortal a estar a salvo, y todo por la voluntad de un hombre.

Esa noche, cuando llegué a casa, el agotamiento emocional y físico me golpeó de lleno. Apenas abrí la puerta, Xavier me abrazó con fuerza. Su rostro mostraba preocupación, sus ojos brillaban con una mezcla de alivio y miedo. "Me enteré de lo que pasó en la base," dijo, sin soltarme. "¿Estás bien?"

"Sí," respondí, con una voz más cansada de lo que esperaba. "Todo está bien ahora. El superior cedió ante Sylus, y la tormenta desapareció."

Me miró con escepticismo. "¿Estás segura de que estás bien? Tu voz... parece..."

"Estoy bien," lo interrumpí suavemente, apartándome de su abrazo. "Solo no estoy de humor para cenar esta noche. Necesito descansar."

Xavier asintió lentamente, aunque su expresión era aún de preocupación. "Está bien, Lya. Descansa. Estoy aquí si necesitas algo."

Le sonreí débilmente y me dirigí a mi habitación, sabiendo exactamente a quién esperaba encontrar en mi balcón. Abrí la puerta con un empujón, y allí estaba él, apoyado casualmente contra el barandal, con esa sonrisa arrogante que tanto odiaba y que, de alguna manera, me intrigaba.

"¿Estás loco?" le espeté, apenas conteniendo mi enojo. "Estuviste a punto de matarme junto con todos los demás. ¿Qué demonios te pasa?"

Sylus no se inmutó. Mantuvo su mirada fija en mí, sus ojos oscuros brillando con diversión. "Oh, vamos, Lya. No te pongas tan melodramática. Sabes que no te haría daño a ti."

Sentí cómo mi enojo crecía, y avancé un paso hacia él. "¿Qué, te divierte jugar con la vida de los demás? ¿Eso es lo que eres, un maldito psicópata?"

Él se encogió de hombros, como si no le importara en absoluto. "Si ser un psicópata significa no importarme la vida de unos cuantos cazadores, entonces supongo que sí. Además," añadió con una sonrisa más amplia, "es bastante divertido verte tan enojada, conejito."

Fruncí el ceño ante su comentario, sintiendo un calor subir a mis mejillas, tanto por la rabia como por la vergüenza del apodo ridículo que me acababa de poner. "Vuelveme a llamar así y te juro que no dudaré en darte un tiro," le advertí, aunque sabía que mis palabras eran más bravata que una verdadera amenaza.

Sylus soltó una carcajada, claramente disfrutando de mi reacción. "Debería hacer esto más a menudo," dijo entre risas. "Es bastante entretenido verte reaccionar de esta manera. Pero, en serio, no te preocupes por lo de hoy. Si tu superior no hubiera cedido ante mi amenaza, te habría sacado de la base en un abrir y cerrar de ojos."

"¿Y debería creerte?" repliqué, todavía furiosa. "¿Después de todo lo que has hecho?"

Me guiñó un ojo con una sonrisa traviesa. "No tengo razones para mentirte, Lya. No pienso destruir a alguien que aún me debe muchas respuestas."

"¿Respuestas?" repetí, desconcertada. "¿De qué estás hablando?"

Sylus señaló hacia el cuervo que había estado posado en el alféizar. "Mephisto te ha estado vigilando todo este tiempo. No iba a dejar que te pasara nada a ti."

Miré al cuervo, que graznó como si entendiera nuestra conversación. Me quedé boquiabierta, sorprendida y algo asustada. "¿Quién es Mephisto?" pregunté, aunque en el fondo sabía que la respuesta no me gustaría.

El cuervo se lanzó desde el alféizar y voló hacia Sylus, posándose en su hombro. "Él es mi leal compañero," explicó Sylus con calma. "Me ayuda a mantener un ojo en las cosas importantes... como tú."

Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral al darme cuenta de que Sylus había estado más cerca de lo que jamás hubiera imaginado. "¿Por qué?" fue todo lo que pude preguntar, mi voz sonando más débil de lo que pretendía.

Sylus me miró seriamente por un momento antes de responder. "Porque tú eres más importante de lo que crees, Lya. Hay algo en ti, algo que va más allá de ser una simple cazadora. Y quiero descubrir qué es."

Me quedé allí, incapaz de formular una respuesta. Parte de mí quería gritarle que se fuera, que nunca volviera, pero otra parte, más pequeña y curiosa, quería saber más. Quería entender por qué Sylus estaba tan interesado en mí. ¿Qué veía en mí que yo no podía ver?

Antes de que pudiera decidir qué hacer, Sylus se apartó del balcón y se giró hacia mí. "Nos veremos pronto, Lya," dijo suavemente, y con un último destello en sus ojos, desapareció en la noche, dejándome sola con mis pensamientos y más preguntas que respuestas.

Me quedé allí un rato más, mirando al cielo nocturno, intentando procesar todo lo que había sucedido. ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? Y lo más importante, ¿qué era lo que Sylus veía en mí que yo no podía ver

𝐋𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃 𝐁𝐔𝐑𝐍 [ꜱʏʟᴜꜱ] 𝘓𝘰𝘷𝘦 & 𝘋𝘦𝘦𝘱𝘴𝘱𝘢𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora