XIV

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Capítulo 14: Dolor y Tentaciones

Esa noche, mientras yacía en mi cama, me acurruqué bajo las cobijas, formando una pequeña bolita con mi cuerpo. El frío de la habitación se filtraba a través de la tela, pero lo que realmente me calaba los huesos era la soledad. Mis brazos rodeaban mis piernas mientras apretaba los ojos, tratando de contener las lágrimas. La oscuridad me envolvía, y con ella, la tristeza de la ausencia de Zayne se hacía cada vez más palpable. Lo necesitaba a mi lado. Quería verlo, sentir el calor de su cuerpo junto al mío, oír su risa cálida que siempre lograba calmar mis miedos.

Durante estos dos meses en la casa de Sylus, mis intentos de escapar habían mantenido mi mente ocupada. Cada día, cada oportunidad fallida de huida, me había distraído del dolor de estar lejos de Zayne. Pero ahora, después de tantas tentativas fallidas y de sentirme más atrapada que nunca, su ausencia comenzaba a dolerme de una manera que no podía ignorar. Era un dolor profundo, casi físico, que se arraigaba en mi pecho.

Mis pensamientos volvieron a su rostro. Recordé la suavidad de su piel, la forma en que sus labios se curvaban en una sonrisa cada vez que me veía. Pero ya casi había olvidado su voz. La voz melodiosa de Zayne, que solía ser mi refugio, se estaba desvaneciendo, reemplazada por el sonido constante y molesto de la voz de Sylus. Sylus, que siempre parecía encontrar la manera de invadir mis pensamientos, incluso cuando no estaba cerca. Las lágrimas que había estado reteniendo comenzaron a rodar por mis mejillas, calientes y persistentes.

Al amanecer, mis ojos estaban hinchados y enrojecidos por el llanto de la noche anterior. Durante el desayuno, traté de mantener la cabeza baja, enfocándome en la comida frente a mí, pero no pude evitar sentir la mirada de Sylus sobre mí. Levanté la vista y me encontré con sus ojos rojos, fríos y calculadores, observándome con una expresión extraña.

"Lya, ¿te encuentras bien? Pareces enferma," dijo Sylus con un tono que, aunque pretendía sonar despreocupado, estaba cargado de curiosidad.

"Estoy bien," respondí rápidamente, deseando que dejara de mirarme así, como si pudiera ver a través de mí, como si entendiera más de lo que estaba dispuesto a admitir. Sylus no insistió, y yo me sentí agradecida por eso.

Esa tarde, me llevó de nuevo a su área de entrenamiento. El espacio estaba lleno de una extraña calma. El sonido de mis pasos y los de Sylus reverberaban en las paredes de piedra. La luz de las antorchas creaba sombras alargadas, y una sensación de inquietud se apoderó de mí. Sylus se paró en el centro de la sala y me indicó que me acercara.

"Voy a hacer un escaneo," dijo, guiándome a una maquina de escaneo. Sentí una vibración suave en el aire, como si el ambiente mismo se hubiera tensado. Un destello de luz rodeó mi cuerpo y luego se disipó lentamente. Sylus frunció el ceño, claramente insatisfecho con los resultados.

"No hay nada concluyente," murmuró para sí mismo. "Es como si la información dentro de ti estuviera incompleta, fragmentada."

No supe qué responder. Me quedé en silencio, observándolo. Sylus parecía frustrado, pero al mismo tiempo, interesado. Como si cada descubrimiento, cada nuevo pedazo del rompecabezas que era mi poder, lo intrigara más y más.

Tres días después, estaba en mi habitación, mirando la noche a través de la ventana. La luna estaba alta en el cielo, rodeada de estrellas parpadeantes. Sentada en un sillón lujoso y amplio junto a la ventana, dejé que mi mente divagara. El aire fresco de la noche entraba a través de la ventana entreabierta, acariciando mi piel y calmando mi mente. Por un momento, me permití olvidar dónde estaba y quién me tenía cautiva.

Pero mi paz momentánea fue interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose suavemente. Giré la cabeza y vi a Sylus entrando en mi habitación, algo inusual, ya que nunca lo había visto venir aquí sin razón aparente. Fruncí el ceño, desconfiada.

"Lya, has estado muy callada y seria estos últimos días," comentó Sylus, acercándose más a donde yo estaba sentada.

"Prefiero estar sola," respondí secamente, volviendo mi mirada hacia la ventana, ignorando su presencia.

Sylus se acercó más y, para mi sorpresa, se sentó a mi lado en el sofá. Sentí su mirada fija en mí, buscando encontrar mis ojos, pero yo mantuve mi mirada fija en la luna, deseando que él se marchara.

El silencio entre nosotros se hizo pesado. Entonces, sin previo aviso, sentí la mano de Sylus tomarme del mentón con firmeza, obligándome a girar la cabeza y mirarlo. Sus ojos eran intensos, llenos de algo que no pude descifrar antes de que, en un movimiento rápido, se inclinara hacia mí y presionara sus labios contra los míos.

Mi cuerpo se congeló por un segundo, pero luego el instinto se apoderó de mí. Empujé sus hombros con todas mis fuerzas, tratando de apartarlo. Sentí su agarre en mis brazos, sosteniéndome con una firmeza que no me permitía escapar. Mi corazón latía con fuerza, una mezcla de sorpresa, miedo y enojo llenándome.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Sylus se separó de mí. Me levanté bruscamente del sofá, mi respiración agitada y mi rostro ardiendo de ira.

"¿Qué demonios pasa contigo?" le grité, mi voz temblando por la mezcla de emociones.

Sylus se encogió de hombros con una calma inquietante. "Te veía más triste de lo acostumbrado," dijo como si nada hubiera pasado, su tono relajado.

"¿Y crees que un beso tuyo me animaría?" le espeté, mi voz cargada de veneno.

"¿Y no?" respondió con una pequeña sonrisa, levantando una ceja, como si de verdad estuviera intrigado.

"¡Por supuesto que no! ¡Vete de mi habitación!" grité, señalando la puerta con un dedo tembloroso, mi furia apenas contenida.

Sylus me miró por un momento más, como si estuviera considerando algo, y luego se encogió de hombros nuevamente antes de levantarse. Sin una palabra más, salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él con un suave clic.

Me quedé allí, de pie en medio de la habitación, mi cuerpo temblando de la adrenalina y la rabia. Sentía mis mejillas arder y mis manos temblar. ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo podía ser tan insensible, tan arrogante? Apreté mis puños y respiré hondo, tratando de calmarme.

Me acerqué de nuevo a la ventana, el aire fresco de la noche golpeando mi rostro, ayudándome a calmar mis pensamientos. Sylus era un enigma para mí, uno que no sabía cómo resolver. Cada día con él era una batalla constante de emociones, de intentar entender sus verdaderas intenciones. Y ahora, después de lo que acababa de suceder, me sentía aún más confundida.

Pero una cosa estaba clara: mi deseo de escapar de esta prisión invisible era más fuerte que nunca. No podía quedarme aquí, no podía dejar que Sylus tuviera tanto poder sobre mí. Tenía que encontrar una manera de salir, de regresar a mi vida, a Zayne. Cerré los ojos, permitiéndome un momento de paz antes de que la realidad me golpeara nuevamente. Tenía que ser fuerte. Tenía que ser más fuerte que él.

𝐋𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃 𝐁𝐔𝐑𝐍 [ꜱʏʀᴜꜱ] 𝘓𝘰𝘷𝘦 & 𝘋𝘦𝘦𝘱𝘴𝘱𝘢𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora