XXI

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CAPÍTULO 21: El Regreso al Hogar

La noche fue un tormento interminable. Intenté cerrar los ojos, pero cada vez que lo hacía, las imágenes de Sylus, sus besos, y sus palabras se agolpaban en mi mente, removiendo mis pensamientos como una tormenta. La sensación de su tacto aún ardía en mi piel, mientras las preguntas sin respuestas me atormentaban. ¿Por qué me dejaba ir? ¿Por qué, después de todo, me ofrecía la libertad cuando parecía tan decidido a no dejarme escapar?

Cuando por fin el amanecer se asomó por las ventanas, me levanté de la cama con pesadez. Mi cuerpo estaba agotado, pero mi mente no me daba tregua. Me vestí con la ropa que había dejado en la habitación la noche anterior y salí, buscando a Sylus. Necesitaba respuestas, necesitaba entender.

Mis pasos resonaban por los pasillos vacíos de la casa. La soledad de aquel lugar se hacía más evidente ahora que Sylus no estaba. El silencio era opresivo. Lo llamé, pero no hubo respuesta. Caminé hasta la sala principal, esperando encontrarlo ahí, pero todo lo que encontré fue un vacío que hacía eco en mis pensamientos.

De repente, Luke apareció por una de las puertas. Su rostro, habitualmente serio, parecía aún más tenso de lo normal.

"Sylus no está en la casa," me dijo con tono neutral, como si aquello no fuera un dato relevante, aunque para mí lo era todo. "Me dejó la tarea de llevarte a casa."

Lo miré fijamente, procesando sus palabras. ¿Así de simple? ¿Se había marchado sin siquiera despedirse? Una mezcla de incredulidad y frustración me invadió, pero me obligué a asentir. No tenía fuerzas para discutir o pedir explicaciones. Si Sylus había decidido que yo debía irme, no había nada más que hacer.

"Está bien," respondí después de un breve silencio. Mi voz apenas un susurro. Luke me hizo un gesto para que lo siguiera, y así lo hice, con pasos lentos y pesados, como si algo me retuviera.

El trayecto hasta el coche fue silencioso, y cuando nos subimos al auto negro, el ambiente se volvió aún más incómodo. Ninguno de los dos dijo una palabra. Luke no era el tipo de persona que llenaba los silencios con conversaciones triviales, y en ese momento, yo tampoco quería hablar. Las palabras se sentían pesadas en mi garganta, incapaces de escapar.

Zona 109 empezó a desvanecerse tras nosotros mientras el auto avanzaba. Las calles, grises y vacías, se convirtieron en un paisaje borroso que apenas registraba en mi mente. Después de una hora, la ciudad quedó atrás, y el silencio en el coche se hizo casi insoportable.

El camino a mi casa no fue tan largo como esperaba, pero cada minuto me pareció una eternidad. Cuando finalmente llegamos, sentí una mezcla de alivio y ansiedad. Mi hogar, el lugar que había compartido con Xavier, se alzaba ante mí como un símbolo de normalidad que parecía ajeno después de todo lo que había vivido.

Me despedí de Luke con un breve "gracias" y bajé del coche, sintiendo la brisa fresca de la mañana en mi rostro. Avancé hacia la puerta, dándome cuenta de algo crucial: no tenía llaves. Todo lo que había pertenecido a mi vida anterior estaba a un mundo de distancia.

Golpeé la puerta una vez, con suavidad, y esperé. No hubo respuesta. Golpeé de nuevo, esta vez más fuerte, y escuché pasos apresurados al otro lado. La puerta se abrió de golpe, revelando a Xavier, quien aún parecía estar medio dormido. Sus ojos, sin embargo, se abrieron de par en par cuando me vio. Era como si no pudiera creer lo que estaba viendo.

"¡Eres tú!" exclamó, su voz rota por la sorpresa y el alivio. Sin darme tiempo a reaccionar, me envolvió en un abrazo fuerte, tan intenso que apenas podía respirar. Su cuerpo temblaba ligeramente, y pude sentir cuánto había sufrido en mi ausencia.

"Estaba tan preocupado," murmuró contra mi cabello. "No pasaba un día sin que te buscara, sin que recorriera la ciudad, esperando encontrar alguna pista, cualquier rastro tuyo... Pero fue como si hubieras desaparecido de la faz de la Tierra."

Cuando finalmente se apartó, lo hizo con suavidad, mirándome con una mezcla de incredulidad y emoción. Sus ojos recorrieron mi rostro, deteniéndose en mis ojos. De inmediato, su expresión cambió. Se inclinó hacia mí, estudiándome más de cerca, sus cejas fruncidas en una clara señal de preocupación.

"¿Qué te ha pasado? Tus ojos..." Su voz era suave, pero cargada de miedo. Sabía que algo no estaba bien. Sabía que algo había cambiado en mí.

Entramos al apartamento, y él cerró la puerta detrás de nosotros. Caminamos hacia la sala, donde me hizo sentarme en el sofá mientras él se sentaba a mi lado, esperando respuestas.

Sentí el peso de su mirada, la expectativa de que hablara, de que explicara lo que había ocurrido en esos meses en los que había estado desaparecida. Pero, ¿cómo podía siquiera empezar a contarle todo? Las palabras parecían atascadas en mi garganta, como si al decirlas en voz alta, se volviera todo aún más real.

Respiré profundamente, buscando la manera de empezar. "Fui secuestrada," dije finalmente, mi voz quebrándose. Vi cómo la expresión de Xavier cambiaba de incredulidad a ira en cuestión de segundos.

"¿Qué?" murmuró, la incredulidad aún presente en su voz. Pero cuando no respondí de inmediato, su preocupación se transformó en furia contenida. "¿Quién te hizo eso? ¿Por qué? ¿Cómo permitiste que algo así pasara?"

Me mordí el labio, incapaz de mirarlo a los ojos. Las palabras salían de manera desordenada, como si al contarlas, reviviera cada momento de lo sucedido. "Sylus... Me raptó. Me mantuvo en su casa todo este tiempo."

Xavier se levantó de golpe, su rostro rojo de rabia. "¿Qué? ¡Ese maldito...!" Gritó, empezando a caminar de un lado a otro por la sala, como si no pudiera contener el enojo que lo consumía. "¡Te tuvo secuestrada! ¡Todo este tiempo!" Su voz retumbaba en la pequeña sala.

"Xavier, cálmate," intenté decir, pero era inútil. Estaba demasiado enfadado como para escucharme.

"¡Voy a matarlo! ¿Dónde está? ¡Voy a buscarlo ahora mismo y...!" Las palabras de Xavier se ahogaron en un grito lleno de frustración.

Me quedé sentada en el sofá, mirándolo mientras su furia crecía. Sabía que no había manera de calmarlo en ese momento, así que dejé que desahogara su enojo. Entendía por qué estaba tan enfadado. Él siempre había sido protector conmigo, y el hecho de que no pudiera haber hecho nada para evitar lo que me pasó lo estaba consumiendo.

Finalmente, después de unos minutos, Xavier se dejó caer en el sofá frente a mí, su respiración agitada. Me miró, sus ojos llenos de preocupación y dolor.

"¿Estás bien?" preguntó, su voz más suave ahora, aunque aún cargada de rabia contenida. "¿Te hizo daño?"

Sacudí la cabeza lentamente. "No... no fue así. No fue como un secuestro normal. Todo fue... más complicado de lo que parece."

Xavier me miró en silencio, esperando que continuara, pero no sabía cómo explicarle todo lo que había sucedido, todo lo que había sentido. Mi vida había cambiado tanto en esos meses, y sabía que, de alguna manera, yo también había cambiado. Y aunque ahora estaba de vuelta, no estaba segura de quién era realmente.

𝐋𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃 𝐁𝐔𝐑𝐍 [ꜱʏʀᴜꜱ] 𝘓𝘰𝘷𝘦 & 𝘋𝘦𝘦𝘱𝘴𝘱𝘢𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora