XXIV

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Capítulo 24: La Sombra del Dolor

Aquella mañana me acerqué a Xavier mientras desayunábamos en silencio. Mi mente seguía nublada, y las palabras que estaba a punto de decir me resultaban casi imposibles de pronunciar, pero sabía que debía hacerlo.

"Xavier, por favor... no le digas a nadie que estoy de vuelta," le pedí, mi voz apenas un susurro. No estaba lista para enfrentar al mundo, para responder preguntas ni ver caras llenas de sorpresa o alivio. El simple hecho de estar de vuelta no significaba que hubiera regresado completamente, en espíritu o en mente. Me sentía rota y vulnerable.

Xavier me miró con sus ojos llenos de compasión y asintió lentamente, entendiendo mis motivos sin necesidad de más explicaciones. "Está bien, Lya. No le diré a nadie hasta que tú lo decidas." Su promesa me dio un pequeño respiro, pero el alivio fue efímero, ahogado por la tormenta de emociones que seguían rugiendo dentro de mí.

Los días que siguieron fueron un verdadero desafío. Me sentía atrapada en una burbuja de dolor que no me permitía avanzar. Había colocado una silla frente a la ventana que daba al balcón, desde donde podía ver el cielo y las calles. Era una vista hermosa, pero para mí no significaba nada. Cada vez que me sentaba ahí, me quedaba mirando al vacío, perdida en un mar de pensamientos difusos y confusos.

El silencio de mi habitación se hacía más denso con cada segundo, y mis pensamientos no paraban de torturarme. La traición de Zayne era una herida abierta que no dejaba de sangrar. Me repetía una y otra vez cómo, mientras yo luchaba por escapar de las garras de Sylus para regresar a él, Zayne simplemente había dejado de buscarme. Había olvidado mi existencia, había encontrado consuelo en otra persona. ¿Cómo podía ser eso? ¿Cómo podía haberme reemplazado tan fácilmente?

El dolor se mezclaba con la ira, y ambos sentimientos me consumían. No podía evitar sentirme traicionada, no solo por Zayne, sino también por la vida misma. Había pasado meses tratando de sobrevivir, aferrándome a la idea de que él estaría ahí cuando lograra escapar. Pero la realidad había sido cruel y despiadada. Él no solo había dejado de buscarme, sino que había encontrado a alguien más en mi ausencia. Alguien a quien había dejado entrar en su vida, en su corazón, mientras yo estaba encerrada en una prisión de la que no podía salir.

Durante esos días, apenas comía. Xavier intentaba animarme, trayéndome comida y tratando de hacerme reír, pero yo no tenía ganas de nada. Mi apetito era inexistente, y solo quería estar encerrada en mi habitación, observando el mundo desde la ventana como una espectadora de una vida que ya no sentía como mía. Durante las noches, el dolor se hacía más fuerte. Lloraba en la oscuridad, apretando las sábanas como si fueran lo único que me mantenía conectada con la realidad. El insomnio me devoraba, y no importaba cuánto lo intentara, no podía conciliar el sueño.

En medio de todo ese caos emocional, la imagen de Sylus comenzaba a aparecer de vez en cuando en mi mente. Al principio, lo rechazaba por completo, no quería pensar en él. Después de todo, él había sido la razón por la que estuve ausente tanto tiempo, la razón por la que mi vida había cambiado de una manera tan drástica. Pero poco a poco, la sensación de culpa comenzó a apoderarse de mí. Sylus, con todo su misterio y oscuridad, había estado angustiado por mi actitud, dolido por la forma en que lo traté tras descubrir nuestra conexión en vidas pasadas.

Y yo, mientras tanto, no había hecho más que huir de él, ignorar esa historia compartida que, según él, nos había unido desde hace mucho tiempo. ¿Por qué me aferraba tanto a Zayne? Me preguntaba cada noche, cuando las lágrimas caían sin control. Me había obsesionado con la idea de regresar a los brazos de un hombre que, a la primera oportunidad, me había dejado atrás por otra persona. Mientras tanto, Sylus, quien podría haberme lastimado de mil maneras, había hecho todo lo contrario: me había protegido, incluso si sus métodos no eran los que yo hubiera deseado.

Una parte de mí se rebelaba contra esa idea. Sylus me había encerrado, me había arrebatado mi libertad. ¿Cómo podía siquiera considerar que sus acciones fueran justificables? Pero entonces, otra parte de mí comenzaba a cuestionar mis propios deseos. ¿Y si Sylus tenía razón? ¿Y si esa conexión entre nosotros era real? Si yo era tan especial para él, ¿por qué seguía aferrada a Zayne, a alguien que había demostrado que no estaba dispuesto a luchar por mí hasta el final?

Mi garganta se cerraba cada vez que pensaba en ello, un nudo de emociones que no lograba deshacer. Sylus me había dicho, con esa intensidad característica en sus ojos, que yo era única para él. Y sin embargo, todo lo que había hecho desde que me liberó fue alejarme de él. Tal vez porque estaba asustada, porque la idea de pertenecer a alguien como Sylus me aterraba. O tal vez porque, en el fondo, sabía que era mucho más fácil aferrarse a la idea de un amor que había sido cómodo, familiar, aunque al final se había desvanecido.

Los días pasaban y yo seguía atrapada en mi propia mente, sin poder avanzar, sin poder tomar una decisión clara. Cada vez que intentaba pensar en el futuro, el dolor me detenía. Mis noches continuaban siendo largas y solitarias, mis pensamientos giraban sin control, y todo lo que podía hacer era preguntarme una y otra vez: ¿qué haré ahora?

Me sentía atrapada entre dos mundos, el que conocía y el que Sylus me ofrecía. Uno me había traicionado, y el otro me había confundido. No sabía cuál era el correcto, no sabía qué camino seguir. 

𝐋𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃 𝐁𝐔𝐑𝐍 [ꜱʏʀᴜꜱ] 𝘓𝘰𝘷𝘦 & 𝘋𝘦𝘦𝘱𝘴𝘱𝘢𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora