Capítulo 8: Tres Días de Silencio
Habían pasado tres días desde la última vez que vi a Sylus, y su ausencia me había dejado más aliviada de lo que me atrevía a admitir. Sin la constante tensión de su presencia, me sentía más ligera, casi como si un peso invisible se hubiera levantado de mis hombros. Me permití la esperanza de que, finalmente, había decidido dejarme en paz y concentrar su energía en otra pobre víctima que no fuera yo. Mi humor era notablemente mejor; los entrenamientos en la base habían sido intensos, pero sin Sylus merodeando, incluso mis compañeros cazadores habían notado la diferencia en mi disposición.
Esa tarde, había quedado con Zayne para almorzar en nuestro lugar habitual, una pequeña cafetería escondida en una calle tranquila del centro. Cuando llegué, lo vi esperándome en una de las mesas exteriores, impecablemente vestido como siempre, con su elegante abrigo negro y el cabello perfectamente peinado hacia atrás. Su sonrisa cálida se iluminó al verme acercarme.
"Buenos días, querida," me saludó Zayne con una voz suave y melódica. Se levantó para darme un abrazo antes de besarme suavemente en la mejilla.
"Buenos días," le respondí, devolviendo la sonrisa. Nos sentamos, y Zayne llamó al camarero con un gesto educado. Pedimos nuestra comida habitual, y la conversación fluyó con la facilidad de siempre.
"¿Cómo van los entrenamientos en la base?" me preguntó, mientras revolvía lentamente su café. Su mirada era curiosa, genuina, siempre interesado en los detalles de mi día a día.
"Van bien," respondí con una sonrisa. "Cada día mejoro un poco más. Y no pienso rendirme tan fácilmente."
Zayne sonrió, mostrando esa chispa de orgullo que siempre sentía por mí. "Eso me gusta escuchar. Sabes que siempre he admirado tu determinación, Lya. Nunca dejas que nada te derrumbe."
Su elogio me hizo sonreír. Zayne siempre había sido mi roca, alguien que veía lo mejor en mí, incluso cuando yo no podía. "Gracias, Zayne. Eso significa mucho viniendo de ti."
El camarero trajo nuestros platos, y mientras comenzábamos a comer, Zayne empezó a contarme sobre su último caso en el hospital.
"Tengo una paciente interesante en estos días," comenzó, cortando un trozo de su sándwich. "Es una chica joven, y su evol aún no ha podido ser clasificada. Nadie en el hospital ha visto algo como esto antes, y estamos tratando de investigar qué podría estar causándolo."
"¿Una evol no clasificada?" pregunté, intrigada. "Eso suena inusual."
Zayne asintió, frunciendo ligeramente el ceño. "Sí, es bastante raro. Hemos hecho pruebas y más pruebas, pero nada encaja con las categorías conocidas. Es como si... su energía estuviera en un estado de cambio constante. Es fascinante, pero también un poco preocupante."
"¿Y cómo está ella?" pregunté, siempre interesada en el bienestar de sus pacientes. Sabía cuánto le importaba a Zayne su trabajo, y cómo se esforzaba por asegurarse de que cada persona bajo su cuidado recibiera lo mejor de él.
"Está asustada, como es de esperar," respondió suavemente. "Pero trato de asegurarle que estamos haciendo todo lo posible por ayudarla. No quiero que se sienta como un experimento."
Asentí, admirando su compasión. "Eres un buen médico, Zayne. Ella está en buenas manos."
Él me miró con esa ternura que siempre lograba derretir mi corazón. "Gracias, Lya. Siempre haces que me sienta más seguro de lo que hago."
Terminamos de almorzar en una conversación ligera, disfrutando de la compañía del otro. Zayne me tomó de la mano mientras caminábamos hacia la salida, y se despidió de mí con un beso suave en los labios. "Cuídate, ¿de acuerdo?" me susurró, sus ojos llenos de preocupación genuina. "No quiero que nada te pase."
"Lo haré," le prometí con una sonrisa. "Gracias por el almuerzo, Zayne."
Nos separamos, y mientras me dirigía de regreso a la base, sentí una sensación de paz que no había experimentado en mucho tiempo. Zayne siempre tenía una forma de hacerme sentir segura, amada, y por un momento, me permití disfrutar de esa sensación.
Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho. Mientras caminaba por una calle lateral hacia la base, algo captó mi atención. En el techo de una casa cercana, vi la silueta oscura de Mephisto, el cuervo que parecía aparecer en los momentos más inoportunos. Su mirada penetrante me seguía, vigilante como siempre. Sentí un nudo en el estómago. Aunque Sylus no había aparecido en los últimos días, su sombra nunca parecía estar demasiado lejos.
Me detuve un momento, mirando a mi alrededor para asegurarme de que nadie estuviera cerca. Asegurándome de que estaba sola, miré directamente a Mephisto y susurré con firmeza: "Dile a Sylus que no necesito una niñera. Que no vuelva a aparecer frente a mí."
El cuervo inclinó la cabeza, como si estuviera considerando mis palabras, y luego soltó un graznido, casi como si se burlara de mí. Rodé los ojos y seguí mi camino hacia la base, intentando ignorar la sensación inquietante que siempre me acompañaba cuando Sylus estaba involucrado.
Mientras caminaba, mi mente volvía una y otra vez a la conversación con Zayne y a la ominosa presencia de Mephisto. A pesar de los tres días de silencio, no podía evitar sentir que algo se avecinaba. Algo más grande y más complicado de lo que podía entender en ese momento. Sabía que no podría escapar de Sylus tan fácilmente, y que su juego aún no había terminado.
Llegué a la base con el corazón un poco más pesado de lo que había esperado. La luz del atardecer bañaba las paredes de la estación en un cálido resplandor dorado, pero no encontraba consuelo en esa belleza. Mi mente estaba demasiado ocupada con pensamientos oscuros. Me dirigí a mi cubículo de trabajo.
Me senté en la silla de mi cubiculo, mi mirada perdida en el techo, tratando de ordenar mis pensamientos. ¿Qué quería realmente Sylus de mí? ¿Y por qué no podía simplemente dejarme en paz? Sabía que no obtendría respuestas tan fácilmente, pero una parte de mí estaba cansada de huir, cansada de sentirse como una presa. Mephisto, el cuervo, seguía siendo una incógnita, y su presencia constante me hacía sentir que estaba siendo vigilada todo el tiempo.
Un golpe suave en mi mesa de trabajo me sacó de mis pensamientos. "Lya, ¿estás ahí?" Era la voz de Darian, uno de mis compañeros cazadores. "El superior quiere verte en la sala de mando. Parece urgente."
Suspiré, dejando de lado mis pensamientos por un momento. "Voy en un segundo," respondí, levantándome y ajustándome la chaqueta. Otra misión, otro desafío. Pero esta vez, con la sombra de Sylus aún rondando, sabía que nada sería tan simple como parecía.
Al salir de mi habitación y dirigirme hacia la sala de mando, me preparé mentalmente para lo que fuera que viniera. La caza nunca terminaba, y con Sylus en el tablero, las reglas del juego estaban cambiando rápidamente. Sabía que debía estar más alerta que nunca.
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𝐋𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃 𝐁𝐔𝐑𝐍 [ꜱʏʀᴜꜱ] 𝘓𝘰𝘷𝘦 & 𝘋𝘦𝘦𝘱𝘴𝘱𝘢𝘤𝘦
FanficUna cazadora novata lucha por superar sus limitaciones, sin saber si su poder es débil por falta de entrenamiento o por un oscuro secreto que alguien más guarda sobre ella. Mientras entrena para subir de rango, una sombra del pasado emerge, cambiand...