XI

220 24 0
                                    

Capítulo 11: El Intento de Fuga

Cuando desperté a la mañana siguiente, la claridad del sol comenzaba apenas a filtrarse por las gruesas cortinas de mi habitación. Sabía que Sylus no me haría daño, al menos no de inmediato. Necesitaba respuestas sobre mi supuesto poder oculto, pero también sabía que no podía quedarme esperando a que él decidiera revelarlas.

Me levanté con sigilo, intentando no hacer ningún ruido. Caminé descalza sobre el suave suelo de la habitación y, con cuidado, entreabrí la puerta para asomarme al pasillo. No había señales de Sylus, así que salí y cerré la puerta suavemente detrás de mí. Respiré hondo y me deslicé por el corredor, manteniéndome pegada a las paredes, sintiendo que mi corazón latía tan fuerte que podría delatarme en cualquier momento.

Al llegar a las escaleras, bajé tan rápido como pude, evitando los escalones que crujían bajo mis pies. Una vez en la planta baja, localicé una puerta trasera que parecía llevar al exterior. Abrí la puerta lentamente y un aire fresco me golpeó la cara, haciéndome sentir viva y esperanzada.

Sin dudarlo, corrí hacia el exterior, sintiendo la brisa matutina en mi rostro mientras me adentraba en el vasto jardín que rodeaba la casa. No sabía hacia dónde iba, pero cualquier lugar era mejor que estar atrapada bajo el mismo techo que Sylus. Corrí con todas mis fuerzas, mis pies descalzos golpeaban la tierra húmeda, mis pulmones ardían con cada inhalación, pero no me detuve.

El jardín se convirtió en un denso bosque, y las ramas me arañaban mientras avanzaba a toda velocidad. Mi mente estaba en blanco, movida solo por la necesidad de escapar, de poner la mayor distancia posible entre Sylus y yo. Sentía cómo mi corazón se aceleraba y mis piernas comenzaban a cansarse, pero sabía que no podía detenerme.

Fue entonces cuando escuché un graznido. El sonido me hizo detenerme en seco, y mis ojos se dirigieron hacia un árbol cercano. Ahí, en una rama alta, estaba Mephisto, observándome con esos ojos oscuros y penetrantes. "Mierda", murmuré entre dientes, sintiendo cómo el pánico comenzaba a apoderarse de mí.

Sin embargo, no permití que eso me frenara. Seguí corriendo, mi respiración se volvía cada vez más errática, pero de pronto, algo —o alguien— me detuvo en seco. Choqué contra un cuerpo sólido, fuerte, que me hizo retroceder tambaleándome. Miré hacia arriba y ahí estaba él, Sylus, con una expresión mezcla de sorpresa y burla en su rostro.

"No pensé que tuvieras el valor para intentar huir", dijo, su tono era suave pero sus ojos tenían una dureza peligrosa. Me sujetó del brazo con fuerza, su agarre firme y seguro.

"No pienso ser tu prisionera", le espeté, intentando zafarme de su agarre, pero era como si estuviera atrapada por una garra de hierro.

"No eres mi prisionera", dijo Sylus con un tono divertido, casi burlón. "Eres mi... invitada. Si eso te hace sentir mejor."

"Si soy una invitada", le respondí, "puedo irme cuando yo quiera."

Sylus negó con la cabeza, sus labios formaron una media sonrisa. "En este caso, no eres ese tipo de invitada."

Sin esperar más discusión, Sylus me arrastró de regreso hacia la casa. Intenté resistirme, pero era inútil. Su agarre era fuerte y seguro, y me llevó sin esfuerzo a través del bosque y de vuelta a la mansión.

Al llegar, me guió hacia el comedor, donde una mesa grande y lujosamente dispuesta nos esperaba. "Espero que el almuerzo no se haya enfriado", comentó mientras me indicaba una silla.

Me senté con renuencia, sabiendo que no tenía otra opción. El olor a comida caliente llenaba el aire, pero mi apetito había desaparecido junto con mi libertad. Aun así, tomé un poco de pan y comencé a comer lentamente, tratando de mantener la calma mientras Sylus se servía con indiferencia, como si todo esto fuera solo una reunión amistosa.

Sylus rompió el silencio. "¿Cuándo fue que te uniste al equipo de cazadores?"

Tragué un bocado y me quedé pensando unos segundos antes de responder. "Hace nueve meses."

Sus ojos se iluminaron como si mi respuesta confirmara algo que él ya sospechaba. "Entonces fue por eso que sentí tu Evol", murmuró, pensativo. "Lo usaste, lo encendiste, y eso me llamó."

"Para mi mala suerte", murmuré en voz baja, intentando disimular mi frustración.

Sylus sonrió ante mi comentario, una sonrisa que apenas alcanzaba a sus ojos. "Tu sarcasmo no es necesario, Lya. A veces, la suerte no tiene nada que ver con el destino."

"¿Destino?" repetí con incredulidad, soltando el cuchillo con fuerza en la mesa. "¿Secuestrarme es tu idea de destino?"

Sylus se inclinó hacia adelante, sus ojos brillaban con una intensidad que me incomodaba. "Si estás aquí, es por una razón. Y es mejor que lo aceptes ahora porque te voy a sacar de este bloqueo que tienes. Hay algo en ti, Lya, algo que ni tú misma entiendes."

"¿Y qué es lo que tú crees saber de mí?", le desafié, mi voz llena de amargura.

"Tienes un poder dentro de ti, algo que va más allá de lo que eres consciente", explicó con paciencia, como si estuviera hablando con una niña pequeña. "Y no voy a dejar que ese poder se desperdicie."

"Entonces, ¿qué sigue?" pregunté, cansada de sus acertijos y de sentirme manipulada. "¿Vas a seguir jugando a ser el maestro sabio hasta que me expliques qué esperas de mí?"

Sylus rió suavemente, sin malicia. "No es un juego, Lya. Si fuera tan simple, ya habrías descubierto tu verdadero potencial. Lo que necesitas es alguien que te guíe."

"No necesito tu guía", respondí con firmeza, levantándome de la mesa. "Y definitivamente no necesito tu compasión."

Antes de que pudiera reaccionar, Sylus se puso de pie y se acercó rápidamente, acorralándome contra la pared. Su rostro estaba tan cerca del mío que podía sentir su aliento cálido contra mi piel. "No confundas mi interés con compasión", susurró, su voz suave pero llena de peligro. "Estoy aquí para entender qué eres, Lya. Y hasta que lo descubra, no irás a ninguna parte."

Me aparté, mi corazón latía con fuerza, pero no podía permitirle ver el miedo en mis ojos. "¿Y qué pasa si nunca encuentras lo que buscas?"

Sylus me miró fijamente, su expresión era una mezcla de determinación y algo que no pude identificar. "Lo encontraré", prometió. "Y cuando lo haga, sabrás exactamente por qué estás aquí."

Sin decir más, Sylus se apartó, dándome la espalda mientras se dirigía hacia la puerta. "Termina de comer", dijo sin volverse. "Tendremos mucho trabajo que hacer."

Lo vi salir, sintiendo una mezcla de frustración y confusión. No sabía qué era lo que Sylus veía en mí, pero sabía una cosa: no iba a quedarme sentada esperando a que él lo descubriera. Iba a encontrar la manera de salir de allí, descubrir mi propio potencial, y hacer que Sylus se arrepintiera de haberme subestimado.

𝐋𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃 𝐁𝐔𝐑𝐍 [ꜱʏʀᴜꜱ] 𝘓𝘰𝘷𝘦 & 𝘋𝘦𝘦𝘱𝘴𝘱𝘢𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora