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CAPÍTULO 20: El Calor de las Llamas

Esa misma noche, no tenía apetito. La cena me resultaba irrelevante. Con todo lo que había sucedido, preferí evitar las miradas inquisitivas de Sylus o cualquier conversación incómoda. Sin decir una palabra, me dirigí al baño, dejando que el agua caliente cayera sobre mí, tratando de calmar la marea de pensamientos que se agolpaban en mi cabeza. Pero, aunque el agua lavaba mi piel, no lograba limpiar la sensación que me perseguía desde la tarde.

Después de unos minutos, me sequé apenas, sin demasiada prisa, dejando que mi cabello quedara algo mojado mientras me ponía las pijamas. Caminé de vuelta a mi cama y me tumbé mirando el techo de madera, sintiendo cómo pequeñas gotas de agua aún caían por mi cuello, y sin quererlo, el beso de la tarde apareció, fresco, en mi mente.

Cerré los ojos, intentando alejar ese pensamiento, pero la sensación de las manos de Sylus en mi cintura, firmes y seguras, invadió mi cuerpo de nuevo. Cómo movía sus labios, la manera en que su desesperación encontraba ternura en cada beso, me hacía sentir cosas que no quería admitir. El calor en mi interior comenzó a aumentar, lentamente, pero de manera implacable. Era el mismo calor que había sentido hace un mes, ese fuego que parecía encenderse sin previo aviso. Mi cuerpo, húmedo aún por la ducha, comenzó a evaporar el agua, sobre todo de mi cabello. Sentí cómo la temperatura subía, y mi respiración se aceleraba.

Abrí los ojos bruscamente y me incorporé en la cama. Esto no era solo mi imaginación. Podía sentir cómo el calor dentro de mí quemaba, como si algo más profundo se estuviera agitando en mi interior. Respiré hondo, buscando controlarme, intentando calmar esa llama que parecía consumir todo a su paso. Cerré los ojos y agitaba la cabeza, tratando de borrar lo ocurrido con Sylus.

En su lugar, decidí pensar en algo más. Recordé una de las noches que pasé con Zayne, mi primer amor, una relación que, aunque ya lejana, todavía me traía recuerdos cálidos. En una ocasión, para mi cumpleaños, había preparado una sorpresa: llenó mi habitación de flores y velas, creando un ambiente íntimo y romántico. Aquella noche fue especial. Mientras mi mente viajaba hacia ese recuerdo, sentí una calma suave. No había fuego en mi interior, solo una sensación cálida y agradable, como una manta tibia en una noche fría. Pensar en Zayne me traía paz. Y era lo que necesitaba en ese momento.

Sin embargo, por más que lo intentaba, no lograba conciliar el sueño. Mi cuerpo estaba inquieto, como si algo más allá de mis pensamientos me mantuviera en vela. Me tumbé, cerrando los ojos, obligándome a respirar profundamente, a enfocarme en el silencio de la noche.

Y fue entonces cuando lo escuché. Un ligero crujido, un sonido casi imperceptible. Al principio, pensé que era la madera de la casa, tal vez cediendo al frío de la noche. Pero no, algo en mi interior me alertaba de que no era solo eso. El silencio volvió a reinar por un momento, pero pronto sentí algo que me hizo abrir los ojos de golpe. Había movimiento en mi cama.

La luz plateada de la luna se filtraba por las ventanas, iluminando parcialmente la habitación. Al girar mi cabeza, vi a Sylus sentado en la orilla de mi cama, observándome con una mirada penetrante.

"Me asustaste," murmuré, mi voz más baja de lo habitual, intentando mantener la calma.

Él sonrió ligeramente, su expresión tranquila pero llena de esa intensidad que siempre cargaba. "Te veo muy tranquila," dijo en un tono bajo, casi ronco. "Casi como si ya te hubieras acostumbrado a mi presencia."

Sentí un escalofrío recorrer mi columna. Su cercanía no me incomodaba, pero había algo en su tono, en su manera de mirarme, que me hacía sentir como si estuviera perdiendo el control de la situación. Quise moverme, poner distancia entre nosotros, pero él ya estaba más cerca. Fruncí el ceño, sin entender sus intenciones hasta que intenté alejarme y sentí cómo me tomó del brazo, tirando de mí con suavidad pero firmeza.

Sin decir una palabra, Sylus se inclinó hacia mí, y antes de que pudiera protestar, sus labios se encontraron con los míos. Lo intenté. Intenté apartarme, pero su fuerza me superaba. Me besaba con una delicadeza inesperada, como si no quisiera romperme. Mis manos, atrapadas en su agarre, temblaban mientras él profundizaba el beso.

Cuando se separó por un segundo, sus ojos brillaban con una intensidad inusitada. Bajó su cabeza hacia mi cuello, depositando suaves besos que hicieron que mi respiración se acelerara. Era como si mi cuerpo estuviera respondiendo de manera autónoma, sin mi consentimiento.

"Lo sentí..." murmuró contra mi piel, su aliento cálido recorriendo mi cuello. "Pensaste en el beso. Tu temperatura se elevó. Lo supe. Mi cuerpo también entró en llamas... Y también sentí que las llamas desaparecieron demasiado rápido, no quiero saber que fue lo que pensaste pero me puedo dar una idea."

Sus palabras, aunque suaves, cargaban una certeza perturbadora. Mientras hablaba, Sylus apretó un poco más mis muñecas, inclinándose para morder ligeramente mi cuello. Un gemido ahogado salió de mis labios, una mezcla de sorpresa y... algo más.

"Basta," susurré, mi voz apenas un susurro.

Él levantó la mirada, sus ojos oscuros fijos en los míos. "No voy a hacer nada que tú no quieras." Su tono se suavizó, pero sus ojos mostraban algo más. Algo que me hizo sentir una mezcla de tristeza y culpa. Su agarre comenzó a soltarse, como si estuviera dispuesto a dejarme ir, a darme la libertad de decidir.

En un acto impulsivo, sin pensarlo demasiado, solté una de mis manos y, con un movimiento rápido, lo jalé de su camisa, acercándolo de nuevo a mí para besarlo. Esta vez, no hubo resistencia por mi parte. Quise sentirlo, comprobar si lo que él decía era verdad, si había algo más allá del simple deseo.

Sylus se acomodó sobre la cama, acercándose aún más. Una de sus manos tomó mi rostro con delicadeza, mientras la otra se deslizó suavemente hacia mi cintura. Sentí cómo su mano se colaba debajo de mi playera, su toque suave pero cargado de deseo. Mi piel se estremeció bajo sus dedos, y un calor familiar comenzó a recorrerme nuevamente.

Se separó de mí, sus ojos buscando los míos, como si buscara respuestas en mi silencio. "Tu calma ante todo esto me está volviendo loco," confesó, su voz quebrándose levemente. Y entonces me besó de nuevo, pero este beso no fue como los anteriores. Este se sintió como una despedida, cargado de una tristeza que no entendí del todo en ese momento.

"Lo que sea que esté pasando entre nosotros," murmuró contra mis labios, "mañana, serás libre de irte. Luke te llevará a tu departamento. No interferiré para que no te vayas."

Sus palabras me sorprendieron, tanto por su sinceridad como por lo repentino de la decisión. Sylus se alejó de mí lentamente, levantándose de la cama y caminando hacia la puerta sin mirar atrás. Y así, en el silencio de la noche, me dejó sola, con una mezcla de emociones que no lograba descifrar del todo.

Las llamas en mi interior se apagaron, pero el calor residual de su toque seguía ardiendo en mi piel.

𝐋𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃 𝐁𝐔𝐑𝐍 [ꜱʏʟᴜꜱ] 𝘓𝘰𝘷𝘦 & 𝘋𝘦𝘦𝘱𝘴𝘱𝘢𝘤𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora