Entre Cenizas Del Pasado

12 0 0
                                    

Luffy había perdido a sus hermanos en un incendio hacía apenas seis meses. Ace y Sabo, sus hermanos mayores, habían sido su mundo, su familia, su apoyo. Desde aquel día, Luffy sintió como si una parte de él se hubiera quemado junto con ellos. Había quedado solo, con un dolor que apenas sabía cómo procesar. No era fácil ser un alfa sin rumbo, especialmente cuando el peso de la tristeza se volvía insoportable.

Por insistencia de su abuelo Garp, Luffy comenzó a asistir a un grupo de apoyo para personas que habían perdido a sus seres queridos. Al principio, se sintió fuera de lugar. No sabía si realmente quería estar allí, rodeado de gente que también lidiaba con su dolor. Pero una tarde, al llegar al grupo, vio a un joven de cabello oscuro y ojos serios sentado al fondo, escuchando en silencio. Algo en él le llamó la atención.

Ese joven era Trafalgar Law, un omega que había perdido a su familia en circunstancias igualmente trágicas. Law asistía al grupo desde hacía un tiempo, pero siempre mantenía una distancia prudente. Su expresión siempre era serena, casi fría, y sus ojos parecían esconder una tristeza tan profunda como el océano. Sin embargo, cuando Luffy entró a la sala, algo cambió en él. Observó al chico de pelo negro y desordenado, que parecía una contradicción con su actitud tranquila y reservada.

Luffy, siempre directo, no tardó en acercarse al final de la reunión. Sin mucha idea de cómo comenzar, se plantó frente a él y soltó: —Hola, soy Luffy. ¿Tú también vienes por… ya sabes, por lo de la pérdida?

Law lo miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad. No estaba acostumbrado a que alguien se le acercara de forma tan directa. Pero en los ojos de Luffy no vio lástima, sino una especie de comprensión y calidez que lo intrigó.

—Sí, soy Law. Mis padres murieron hace unos años, y hace poco… perdí a mi hermana también —respondió, su voz baja, casi apagada.

Luffy asintió lentamente. —Yo perdí a mis hermanos. Ace y Sabo eran mi familia… y ahora… bueno, aquí estoy.

Los ojos de Law se suavizaron un poco. No respondió de inmediato, pero algo en él sintió una conexión. Quizá porque entendía ese dolor que las palabras no podían describir, ese vacío que parecía imposible de llenar. A partir de ese momento, Luffy comenzó a sentarse cerca de Law en cada reunión. Poco a poco, se fueron conociendo, compartiendo palabras, luego miradas, y finalmente, confesiones. Luffy era un libro abierto, sincero, siempre diciendo lo que pensaba sin filtro alguno. Law, en cambio, era más reservado, como si temiera que mostrar su dolor lo hiciera más vulnerable.

Con el tiempo, su relación se profundizó. Encontraron en el otro algo que los demás no podían ofrecerles: un refugio, un espacio donde ser ellos mismos sin juicios, sin expectativas. Luffy no era del tipo que solía entender la sutileza de las emociones complejas, pero con Law, parecía encontrar siempre las palabras correctas, o al menos, la manera de hacer que el omega se sintiera seguro, comprendido.

Una tarde, después de una de las reuniones, Luffy sugirió ir por un helado. Law aceptó, sorprendido por lo fácil que era estar con él, por lo mucho que disfrutaba de su compañía. Se sentaron en un parque cercano, bajo un árbol, mientras comían en silencio. Luffy, con una sonrisa, observó a Law de reojo.

—¿Sabes? Me alegra haberte conocido aquí —dijo de repente, rompiendo el silencio.

Law se detuvo, sorprendido por la declaración, pero no pudo evitar sentir un calor agradable en su pecho. —Yo también, Luffy… —admitió, casi en un susurro.

Luffy se giró hacia él, mirándolo fijamente, su rostro lleno de una sinceridad abrumadora. —Sé que es extraño, pero… cuando estoy contigo, siento que el dolor es un poco menos. Como si… como si tu presencia me ayudara a respirar.

Law sintió cómo sus mejillas se encendían levemente, su corazón acelerándose. Nadie le había dicho algo así antes, y aunque trató de mantener su fachada estoica, no pudo evitar sonreír un poco.

—Tú también haces que todo sea más llevadero, Luffy —confesó finalmente.

Luffy sonrió aún más, acercándose un poco más a él. Su aroma, siempre cálido y refrescante, envolvió a Law, que se sintió extrañamente calmado. No sabía cuándo había comenzado a enamorarse de ese alfa impulsivo, pero sabía que había sucedido. Se miraron durante lo que pareció una eternidad, hasta que Luffy se atrevió a dar un paso más.

—Law… no sé qué va a pasar mañana o el día siguiente, pero sé que no quiero perderte —dijo, su voz apenas un susurro—. No quiero que te vayas nunca.

El corazón de Law dio un vuelco. Había pasado tanto tiempo solo, convencido de que el amor no era para él, de que el dolor lo había roto demasiado. Pero al ver los ojos de Luffy, llenos de honestidad y una esperanza que no había visto en mucho tiempo, supo que también había una oportunidad para sanar, para reconstruirse juntos.

—Yo tampoco quiero perderte, Luffy —respondió, tomando su mano suavemente.

En ese momento, las cicatrices del pasado no desaparecieron, pero comenzaron a doler menos. Entre las cenizas de lo que habían perdido, encontraron algo nuevo: un amor que florecía en medio del dolor, fuerte e inesperado, pero real.

Y, en ese pequeño parque, bajo un cielo teñido de naranja por el atardecer, se dieron cuenta de que, a pesar de todo, no estaban solos. Se tenían el uno al otro, y eso, al final del día, era todo lo que necesitaban.

One shots luffy x law Donde viven las historias. Descúbrelo ahora