Reencuentro En El Tiempo

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La brisa del atardecer soplaba suavemente a través del pequeño pueblo, donde dos niños jugaban despreocupados, riendo a carcajadas mientras corrían entre los árboles. Trafalgar Law, con once años y un semblante serio que contrastaba con su energía infantil, se giró para mirar a su mejor amigo, Luffy, que se balanceaba en una rama alta de un árbol. Sus ojos oscuros y brillantes siempre parecían llenos de un entusiasmo contagioso, y Law no podía evitar sonreír.

—¡Oye, Law! —gritó Luffy desde arriba, agitando los brazos—. ¡Vamos a ser amigos para siempre, ¿verdad?!

Law asintió, su corazón latiendo un poco más rápido de lo normal. Algo dentro de él sabía que la amistad que tenía con Luffy era diferente, pero no sabía cómo ni por qué.

—Claro, Luffy. Siempre —respondió, tratando de mantener su tono habitual y no mostrar la extraña calidez que sentía.

Pero esa promesa se puso a prueba más temprano de lo que esperaban. Al final de ese verano, los padres de Luffy decidieron enviarlo a vivir con su abuela Dadan y su hermano Ace en las afueras. El día de su despedida, ambos niños se miraron con seriedad, tratando de no llorar.

—Prometo que volveré, Law —dijo Luffy, su voz sonando firme a pesar de su juventud—. Y cuando lo haga, te encontraré.

Law asintió, sintiendo un nudo en la garganta que no supo cómo explicar.

—Te estaré esperando, Luffy.

Pasaron ocho largos años desde aquella promesa. Law creció y se convirtió en un joven atractivo, con rasgos afilados y una mirada intensa que intimidaba a muchos, pero por dentro seguía siendo el mismo chico que extrañaba a su mejor amigo. La vida siguió su curso, y él entró a la universidad, centrándose en sus estudios de medicina.

Un día, mientras caminaba por el campus, escuchó una risa familiar que le erizó la piel. Se dio la vuelta rápidamente, y allí, bajo la luz del sol de mediodía, estaba Luffy, con una sonrisa radiante y los mismos ojos brillantes de siempre.

—¡Law! —gritó Luffy, corriendo hacia él.

Law sintió un vuelco en el corazón. No sabía si gritar de alegría o correr y esconderse, pero sus piernas se movieron por sí solas hacia su viejo amigo.

—Luffy... —susurró, y antes de que pudiera decir más, Luffy lo abrazó con fuerza, casi levantándolo del suelo.

—¡Te encontré! —exclamó Luffy, sin soltarlo—. ¡Te dije que volvería!

Law, sin saber por qué, sintió que sus ojos se humedecían. No sabía si era por la felicidad del reencuentro o por el peso de los años de espera. Pero abrazó a Luffy de vuelta, sintiendo una calidez que no había sentido en años.

Los meses pasaron y ambos se hicieron inseparables de nuevo, como si nunca se hubieran separado. Sin embargo, Law empezó a sentir algo diferente. Su corazón latía más rápido cada vez que veía a Luffy, y su piel se calentaba cada vez que el alfa lo tocaba. Law trataba de ignorarlo, convencido de que solo era una confusión causada por el reencuentro.

Pero una noche, mientras estudiaban juntos en la habitación de Law, Luffy se quedó dormido en el sofá. Law lo observaba, sentado en el suelo con un libro de texto abierto frente a él. Miró la forma en que el cabello negro de Luffy caía sobre su frente, y su respiración suave y tranquila. Sin poder evitarlo, se sintió abrumado por una oleada de emociones. Sin pensar, se levantó y, en un impulso, se inclinó hacia Luffy y lo besó suavemente.

El contacto fue breve, apenas un roce, pero cuando Law se apartó, vio los ojos de Luffy abiertos, mirándolo con asombro.

—¿Law...? —murmuró Luffy, claramente confundido.

Law se congeló, el pánico creciendo en su pecho. No había planeado que esto sucediera. Se levantó de un salto, su cara enrojecida.

—Lo siento, Luffy… Yo… no sé qué me pasó… —balbuceó, sin atreverse a mirarlo a los ojos.

Antes de que Luffy pudiera decir algo más, Law salió corriendo de la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Luffy se quedó allí, en silencio, procesando lo que acababa de suceder.

Al día siguiente, Luffy no pudo dejar de pensar en lo ocurrido. El beso había sido breve, pero había despertado algo en su pecho, una calidez que no lograba entender del todo. Decidido, fue a la casa de Law. Cuando Law abrió la puerta, sus ojos mostraban la tensión y el nerviosismo que sentía.

—Luffy, yo… —empezó Law, pero Luffy lo interrumpió.

—¿Me estás evitando, Law? —preguntó Luffy con una franqueza que solo él podía tener—. Si no quieres que seamos amigos, dilo de una vez. Pero no me dejes sin una explicación.

Law suspiró profundamente, su mirada fija en el suelo.

—No es eso, Luffy… —dijo finalmente—. Es solo que… creo que me gustas. Desde hace mucho tiempo. Y no sé cómo manejarlo.

Luffy se quedó en silencio por un momento. Luego, sin pensarlo más, se acercó a Law, tomó su rostro entre sus manos y lo besó de nuevo, esta vez más largo, más profundo. Al separarse, ambos estaban sin aliento.

—Creo que también me gustas, Law —dijo Luffy con una sonrisa—. Así que, ¿podemos dejar de complicar las cosas y ser novios?

Law no pudo evitar sonreír ante la simplicidad de Luffy.

—Claro que sí, Luffy. Claro que sí.

Pasaron los años, y ambos se graduaron, cada uno en su respectiva carrera. Pero un día, después de varias semanas sintiéndose extraño, Law comenzó a notar que algo estaba diferente en su cuerpo. Se sentía más cansado, más sensible. Hasta que un día, mientras estaba en su consultorio, sintió un mareo repentino. Fue entonces cuando lo supo.

Estaba embarazado.

La noticia lo dejó atónito. No sabía cómo decirle a Luffy, no quería preocuparlo, pero sabía que debía hacerlo. Esa noche, mientras cenaban juntos, Law estaba más callado de lo habitual.

—Oye, Law, ¿estás bien? —preguntó Luffy, preocupado.

Law respiró hondo, sintiendo su corazón latir con fuerza.

—Luffy… hay algo que necesito decirte.

Luffy lo miró fijamente, con una seriedad inusual en su rostro.

—Estoy embarazado —soltó Law de golpe.

Hubo un momento de silencio en el que el mundo pareció detenerse. Luego, Luffy se levantó de golpe, con los ojos muy abiertos.

—¿De verdad? —preguntó, una mezcla de sorpresa y emoción en su voz.

Law asintió, nervioso.

—Sí, de verdad… No sabía cómo decirte. No sé si estás listo para esto, y…

Luffy lo interrumpió, abrazándolo con fuerza.

—¡Claro que estoy listo! —dijo, riendo con lágrimas en los ojos—. ¡Vamos a ser padres, Law! No podría estar más feliz.

Law se relajó en los brazos de Luffy, sintiendo que, a pesar de todos sus miedos, había encontrado un hogar en el alfa que siempre había sido su mejor amigo.

Y así, su historia juntos apenas comenzaba, con la promesa de un futuro lleno de aventuras por delante.

One shots luffy x law Donde viven las historias. Descúbrelo ahora