Hasta El Último Aliento

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La brisa fresca de la noche acariciaba las hojas de los árboles en el parque desierto. Bajo la luz tenue de un farol, dos siluetas se encontraban frente a frente. Law, con la mirada fija en el suelo, jugaba nerviosamente con los bordes de su chaqueta, incapaz de enfrentar la expresión del chico que tenía delante. Luffy, en contraste, mantenía sus ojos oscuros y brillantes fijos en él, buscando una explicación que aún no llegaba.

—¿Entonces… esto es todo? —preguntó Luffy con un tono de voz que Law no había escuchado antes: dolido, casi susurrante.

Law tragó saliva. Cada palabra se sentía como una daga en su garganta. "Hazlo rápido", se decía, "como arrancar una venda".

—Sí… —murmuró, sin levantar la vista—. Es lo mejor, Luffy. Para ambos.

El alfa dio un paso hacia él, incapaz de creer lo que estaba escuchando. Habían pasado años juntos, desde que se conocieron en la universidad, compartiendo sueños y planes. ¿Y ahora… esto?

—¿Lo mejor? —repitió Luffy, incrédulo—. ¿Por qué estás haciendo esto, Law? ¿Acaso hice algo mal? ¡Dímelo!

Law sintió el peso de la mirada de Luffy como un golpe en el pecho. No podía decirle la verdad; no podía decirle que el miedo a ser un ancla en su vida, de frenarlo en su camino, lo carcomía por dentro. Luffy había recibido la oferta de sus sueños: una oportunidad en el extranjero, y Law sabía que no podía ser quien lo atara a un solo lugar.

—Luffy, simplemente… ya no puedo más. No quiero seguir. —Los ojos de Law se llenaron de lágrimas, pero apretó los labios para evitar que su voz temblara.

Luffy se quedó en silencio, sus manos temblando mientras trataba de procesar lo que escuchaba. Podía sentir el aroma de Law mezclado con la brisa, el olor dulce y familiar que siempre lo había reconfortado, ahora mezclado con el amargo sabor del rechazo.

—No… —murmuró—. No te creo, Law. No después de todo lo que hemos vivido.

Law sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. Sabía que si seguía ahí, un segundo más, su resolución se derrumbaría.

—Es la verdad. —Dio un paso atrás, alejándose de Luffy—. Esto… esto es lo que quiero.

Sin más, se dio la vuelta, sintiendo cada paso como una puñalada en su propia carne. No miró atrás, no podía. Si lo hacía, sabía que correría de vuelta a los brazos de Luffy.

Los días pasaron como un borrón para Luffy. No tenía energía para nada; ni para su familia, ni para sus amigos, ni siquiera para la oferta en el extranjero. Todo se sentía vacío, como si un pedazo de él se hubiera perdido esa noche en el parque. Finalmente, la fecha de su vuelo se acercaba. Quizás, pensó, alejarse sería lo mejor. Tratar de empezar de nuevo, aunque su alma se sintiera rota.

Por otro lado, Law también sufría en silencio. En cada esquina de la universidad veía el rostro de Luffy, en cada risa escuchaba su voz. Corazón, su padre adoptivo, lo observaba con preocupación desde el día que regresó destrozado a casa.

—Law… —le dijo Corazón, una noche mientras cenaban—. No puedo verte así. ¿Qué pasó con Luffy?

Law no respondió. Simplemente bajó la mirada, incapaz de contener las lágrimas. Corazón se levantó, se acercó a él, y lo abrazó.

—Si realmente lo amas… —susurró—, no lo dejes ir. Ve tras él. No te quedes aquí con tus dudas y tu miedo. Luffy es un alfa, sí, pero también es más que eso. Y tú eres más fuerte de lo que crees.

Esa noche, Law tomó una decisión. Tomó su teléfono y compró un boleto de avión, directo al destino de Luffy. No podía dejar que se fuera sin luchar por ellos.

El aeropuerto estaba lleno de vida, pero para Luffy, todo era ruido blanco. Se dirigía a la puerta de embarque, con una maleta en la mano y el corazón pesado. Entonces, de repente, escuchó su nombre.

—¡Luffy!

Giró bruscamente. Su corazón se aceleró al ver a Law corriendo hacia él, jadeante, con el rostro cubierto de lágrimas.

—Law… —murmuró, incrédulo.

Law no se detuvo hasta que llegó a él. Sin decir una palabra, tomó el rostro de Luffy entre sus manos y lo besó con desesperación, con todo el amor y el miedo que había guardado dentro. Fue un beso lleno de dolor y arrepentimiento, pero también de esperanza.

Cuando se separaron, Luffy estaba atónito, con los ojos brillantes.

—¿Qué estás…?

—No me importa a dónde vayas, ni lo lejos que sea. —Law tomó una bocanada de aire, tratando de calmar el temblor de su voz—. No podía dejarte ir. No podía dejar que pensaras ni por un segundo que no te amo. Porque te amo, Luffy. Y si eso significa cruzar el mundo entero para estar a tu lado, lo haré.

Luffy sonrió, una sonrisa débil, pero llena de luz.

—Eres un idiota, Law. —Lo tomó en sus brazos, abrazándolo fuerte—. No necesito que cruces el mundo. Solo necesito que estés conmigo.

Law dejó escapar una risa entre lágrimas, apretándose contra Luffy, finalmente sintiendo que todo estaba en su lugar.

Y en medio de aquel aeropuerto abarrotado, bajo los murmullos de los demás pasajeros, el alfa y el omega se encontraron, otra vez, prometiéndose un futuro juntos, hasta el último aliento.

One shots luffy x law Donde viven las historias. Descúbrelo ahora