Destino Inesperado

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Era una mañana fresca en la ciudad de Loguetown. Trafalgar Law, un joven de 22 años, se encontraba organizando algunos documentos en su pequeño apartamento. A pesar de su corta edad, Law había logrado graduarse con honores como maestro, gracias a su prodigiosa inteligencia. Sin embargo, su vida no era fácil. Desde la muerte de su hermana, se había hecho cargo de su sobrino, un pequeño de tres años llamado Kuro, cuyo carácter travieso y dulce le recordaba a su hermana todos los días.

Kuro corría por el departamento, riendo y persiguiendo una pelota de goma, mientras Law lo miraba con ternura. Aunque a veces parecía que su vida era una batalla constante entre las responsabilidades laborales y el cuidado de Kuro, no podía evitar sentir que el niño le daba un propósito más allá de su profesión.

—Kuro, ven aquí, por favor —llamó Law con suavidad, tratando de no sonar exasperado mientras intentaba ordenar el caos de papeles esparcidos por el escritorio.

Kuro se detuvo y miró a su tío con esos grandes ojos llenos de curiosidad.

—¿Sí, tío Law? —respondió con una sonrisa traviesa.

Law suspiró, dejando a un lado los papeles por un momento. Se acercó al pequeño y se agachó a su altura.

—¿Recuerdas que te dije que hoy tenemos que ir al parque? Pero primero necesito que te pongas tus zapatos. ¿Puedes hacerlo por mí?

El niño asintió vigorosamente y corrió hacia la puerta para buscar sus zapatillas. Law observó cómo Kuro luchaba para ponérselas, sonriendo ligeramente ante su determinación. Aunque cuidar a su sobrino era agotador, cada momento con él era invaluable.

Ese día, decidieron visitar el parque cerca de la escuela donde Law trabajaba. Mientras Kuro jugaba en los columpios, Law se sentó en un banco cercano, sacando su libro de notas para corregir algunas tareas. De repente, una voz alegre interrumpió su concentración.

—¡Hola! ¿Ese es tu hijo?

Law levantó la vista, encontrándose con un joven de cabello negro alborotado y una sonrisa amplia y despreocupada. Tenía un aura de energía contagiosa que inmediatamente capturó la atención de Law. Aunque era claramente más joven, había algo en él que lo hacía parecer completamente seguro y a la vez encantador.

—Es mi sobrino —respondió Law con una leve sonrisa—. Me llamo Law. ¿Y tú eres…?

—¡Luffy! —respondió el joven con entusiasmo—. Monkey D. Luffy. Estoy en mi último año de universidad, pero me gusta venir al parque y jugar al fútbol con los niños de vez en cuando.

Law asintió, intrigado por la energía desbordante de Luffy.

—¿Último año? Pero debes tener… ¿20?

—¡Sí! —respondió Luffy con orgullo—. ¡Aún tengo tiempo de sobra para divertirme! Aunque también tengo que estudiar mucho, claro…

La conversación fluyó con naturalidad entre ellos. Luffy, con su forma de ser abierta y sincera, rápidamente captó la atención de Law, quien solía ser más reservado y serio. Y sin saber cómo, se encontraron caminando juntos con Kuro, quien había tomado rápidamente cariño a Luffy.

Pasaron semanas, y Luffy comenzó a acompañar a Law y a Kuro en sus paseos diarios al parque. Pronto, su relación se hizo más cercana. Luffy, con su carácter despreocupado y su risa contagiosa, traía un nuevo aire a la vida de Law, que nunca había pensado que alguien tan joven y vivaz podría interesarse en él.

Un día, mientras Luffy estaba ayudando a Kuro a construir un castillo de arena, Law no pudo evitar sentir su corazón latir más rápido al observar cómo el joven alfa jugaba con su sobrino con tanta paciencia y cariño.

—Luffy… —comenzó Law, inseguro.

—¿Sí? —respondió el alfa, alzando la vista con una gran sonrisa.

—¿Por qué te has molestado tanto en estar con nosotros? No tienes ninguna obligación, después de todo.

Luffy se levantó y se acercó a Law, su expresión se volvió más seria, pero aún manteniendo ese brillo en sus ojos.

—Porque me importas, Law. Y me importa Kuro también. Me gusta estar cerca de ti, estar cerca de los dos. Eres especial para mí.

Law sintió un rubor subir a sus mejillas, una sensación que no había experimentado en años. Pero antes de que pudiera responder, Kuro interrumpió, tomando la mano de Luffy.

—¡Tío Luffy, ven a jugar más!

Luffy soltó una carcajada y siguió al niño, dejando a Law con una mezcla de sentimientos que no podía ignorar. Su corazón le decía que este joven alfa que irrumpió en su vida de la nada podría ser más de lo que alguna vez había imaginado.

Esa noche, después de acostar a Kuro, Law se sentó en el sofá, reflexionando sobre sus sentimientos. Luffy había llegado a su vida de forma inesperada, pero era evidente que se había convertido en alguien importante tanto para él como para Kuro. Aunque le costaba admitirlo, sabía que estaba enamorándose de Luffy, y eso lo aterraba y emocionaba al mismo tiempo.

Los días pasaron, y cada encuentro con Luffy hacía que sus sentimientos crecieran. Hasta que una tarde, mientras paseaban por el parque, Luffy tomó su mano con suavidad.

—Law… sé que esto puede sonar repentino, pero… me gustas. Y quiero estar contigo, si me dejas.

Law lo miró, sorprendido, y sintió una calidez inexplicable llenarle el pecho. Con una sonrisa tímida, respondió:

—También me gustas, Luffy. Pero… tengo a Kuro. No quiero que se sienta confundido o herido.

Luffy apretó suavemente la mano de Law, mostrando una determinación inquebrantable en su mirada.

—No te preocupes, Law. Yo también cuidaré de él. Quiero que seamos una familia, si tú también lo quieres.

Los ojos de Law se llenaron de lágrimas al escuchar esas palabras, y sin pensarlo más, se acercó para abrazar a Luffy. Y en ese momento, bajo la luz suave del atardecer, Law supo que había encontrado a alguien en quien podía confiar, alguien que estaba dispuesto a amar no solo a él, sino también a Kuro.

La vida con Luffy no sería fácil, llena de altibajos y nuevos desafíos. Pero por primera vez en mucho tiempo, Law se permitió sentir esperanza y felicidad, sabiendo que, con Luffy a su lado, podrían enfrentar cualquier cosa juntos.

One shots luffy x law Donde viven las historias. Descúbrelo ahora