Horizontes Compartidos

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En un mundo donde los roles de alfa, beta y omega moldeaban gran parte de la vida, Trafalgar Law y Monkey D. Luffy eran una pareja cuyo amor desafiaba las convenciones. Law, un omega de 23 años, era un hombre reservado, inteligente y calculador. Su pareja, Luffy, un alfa de 24 años, era la antítesis de él: impulsivo, despreocupado, pero con un corazón tan grande que Law no pudo evitar enamorarse de él.

Llevaban dos años juntos, viviendo en la misma casa, compartiendo su día a día, apoyándose mutuamente. Sin embargo, todo cambió cuando Luffy recibió una oferta de trabajo en el extranjero, una que no podía rechazar. Se trataba de una misión importante, algo que Luffy había deseado por mucho tiempo.

—Torao —dijo Luffy una noche, mientras se recostaba en el sofá, abrazando a Law—. Quieren que me vaya a trabajar a otro país por seis meses. Es una gran oportunidad para mí, pero... no quiero dejarte.

Law, sorprendido, no pudo evitar que su corazón se encogiera ante la noticia. Sabía lo que significaba para Luffy esa oportunidad, y aunque no quería separarse de él, no podía ser egoísta.

—Luffy —respondió Law con voz serena, tratando de mantener la compostura—. Entiendo que esto es importante para ti. Debes ir. Estaré bien.

Luffy lo miró fijamente, buscando alguna señal de duda en los ojos de Law, pero solo encontró determinación. Aún así, una parte de él no estaba convencido.

—Prométeme que me llamarás todos los días, que me contarás si algo te pasa —insistió Luffy, con una expresión seria que raras veces mostraba.

—Te lo prometo, Luffy —Law asintió, aunque una inquietud inexplicable comenzaba a asentarse en su pecho.

Una semana después de que Luffy se fue, Law comenzó a sentirse diferente. Al principio lo atribuyó al estrés de estar solo, pero pronto los síntomas fueron imposibles de ignorar. Mareos, náuseas, cansancio extremo. Finalmente, después de días de negación, decidió hacerse una prueba. El resultado positivo lo dejó paralizado. Estaba embarazado.

—Esto no puede estar pasando —murmuró Law para sí mismo, sentándose en el borde de la cama, con las manos temblorosas—. Luffy no está aquí… ¿Qué voy a hacer?

Durante horas, Law contempló todas sus opciones. Quería contarle a Luffy de inmediato, pero sabía que eso solo lo preocuparía y lo distraería de su trabajo. No, debía ser fuerte, por ambos. Decidió que se lo contaría cuando Luffy regresara, cuando pudiera sostenerlo y asegurarle que todo estaría bien.

Sin embargo, Law no estaba solo en casa. Cora-san, su figura paterna, notó rápidamente los cambios en Law. Era imposible que no lo hiciera; Law se estaba volviendo cada vez más distante, evitaba comer en familia y, lo más desconcertante, siempre encontraba alguna excusa para evitar los abrazos de Cora-san.

Una tarde, mientras Law intentaba relajarse en la sala, Cora-san entró con una expresión preocupada.

—Law, hijo, ¿qué es lo que te está pasando? —preguntó Cora-san, acercándose lentamente—. Sabes que puedes confiar en mí.

Law sintió un nudo en la garganta. Quería contarle la verdad, pero temía que eso solo complicaría las cosas.

—No es nada, Cora-san —respondió Law, evitando su mirada—. Solo estoy… un poco cansado, eso es todo.

—Law —Cora-san insistió, esta vez con una voz más firme—. He notado que estás diferente. Y no me refiero solo al cansancio. Tienes que hablar conmigo.

Law finalmente lo miró a los ojos, y por un instante, casi se derrumba. Pero se mantuvo firme, decidido a no arrastrar a Cora-san en su problema.

—Estoy bien, de verdad. Luffy volverá pronto, y todo estará bien —aseguró Law, aunque una parte de él sabía que no era verdad.

One shots luffy x law Donde viven las historias. Descúbrelo ahora