Capítulo V - El Recuerdo Perdido (Parte II)

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Siento la tardanza, mil disculpas

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Spinel agudizó las orejas y se acercó volando a la muchacha ante la mención del Concilio, pero la joven le sonrió con dulzura y -ante el asombro del guardián- empezó a acariciarlo en la cabecita con ternura inesperada, mientras su sonrisa se tornaba más gentil.

- "Eres una criatura mágica muy peculiar" –repuso mientras el guardián quedaba complacido con su gesto amistoso- "¿sabes?... verte me recuerda a alguien que conocí hace mucho tiempo..... alguien a quien le gustaban mucho los felinos"

- "¿Felinos?"

- "Eres como un gatito" –rió la chica, acariciándole tal y como lo haría con cualquier minino común- "si. Seguramente que si él te viera estaría más que encantado contigo.."

- "¿Quién es él?, ¿porqué no está contigo?.. ¡debió haberte protegido esta noche siquiera!"

La mirada de la muchacha se tornó extrañamente melancólica.

- "De una u otra manera.. él siempre está conmigo" –repuso poniendo una mano sobre su pecho y cerrando los ojos por un instante- "pero hay lujos que no puedo darme, al menos hasta asegurarme que mi familia esté totalmente a salvo y él es uno de ellos. De hecho, solo espero poder salir de todo esto con vida para verlo.... sí, cuando todo esto pase.... al fin le veré"

El guardián le contempló con tristeza. El tono de aquella chica al expresarse era sereno y tranquilo pero podía sentir tal anhelo en su voz que le dejó confundido. El vivir con su amo y con la escandalosa Nakuru -que solía cambiar de pareja con regularidad cuando vivían en Inglaterra- le había hecho entender en mucho las relaciones humanas pero nunca antes había visto tal convicción y melancolía en alguien y eso le desconcertó. Aquella muchacha debía ser muy joven, pero había tal confianza en su expresión al hablar de "él" que no pudo evitar una pregunta.

- "¿Cómo puedes estar tan segura de lo que sientes por esa persona?, me parece que eres demasiado joven para tener tal convicción sobre alguien que ni siquiera está a tu lado en los momentos difíciles.."

- "Tengo dieciocho años y no son tan pocos" –repuso con una sonrisa- " ¿te asombra mucho?"

- "No, sólo que por tu aspecto... yo te ponía dieciséis" –ronroneaba satisfecho ante una caricia pero se quedó callado súbitamente.

- "¿Te hice daño?. Creo que tiré de tus orejas o tal vez mis manos no son tan agradables para acariciar a un gatito.... no tengo manos bonitas"

- "No, no es eso, sólo pensaba en lo complicados que son los humanos... no los entiendo" –miró las manos estropeadas de la chica- "¿qué hay con tus manos?.. son un poquito ásperas y parece que has trabajado mucho con ellas, ¿has tenido una vida muy dura?"

- "He tenido una vida y eso es suficiente" –replicó pensativa- "además no tengo motivos para quejarme porque tengo a mi hermanito Tao y a mis padres.... o al menos no tuve grandes motivos para hacerlo hasta ahora" –suspiró- "tengo demasiadas responsabilidades con mi familia para tener tiempo de lamentarme.."

Una ráfaga de viento agitó el delgado cuerpo de la chica y Spinel la contempló con atención. No era malgeniada cuando se sentía en confianza y más bien le inspiraba cierta tristeza la adultez precoz que se apreciaba en ella además que en verdad era una muchacha muy hermosa....

Reclinada sobre el balcón del elegantísimo hotel, la figura de Yoko era en verdad encantadora. No era muy alta y de tipo más bien delgadito y frágil –Spinel sospechaba que aquella contextura física tenía mucho que ver con las privaciones sufridas- pero tenía un cutis pálido sólo comparable con el de la joven Daidouji, a la que en verdad se parecía u poco. Pero a diferencia de la frágil belleza de Tomoyo y pese a su delicada complexión, los enormes y grises ojos de la joven extranjera brillaban reflejando tal fuerza y férrea decisión que Spinel pensó que eventos de su vida la habían hecho madurar tan de prisa. Con el viento agitándose a su alrededor, algunos mechones de su cabello negrísimo cayeron sobre el fino óvalo de su rostro, aumentando la expresión nostálgica de la muchacha mientras en sus largas pestañas parecía brillar alguna lágrima...

En la Torre de Tokyo -Sakura Card Captor (Mikki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora