Veinte

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Una semana más tarde, Lauren había viajado a diversas partes de la nación haciendo una pequeña gira, acercándose a las personas aún más quienes educadamente le solicitaban que no renunciara, le agradecían su sinceridad, su cariño, viendo como era la figura más querida de la nación.

El apoyo que recibió al menos le llenaba el corazón y de confianza no sintiéndose tan sola en esos momentos difíciles, él no sentirse un bicho extraño o ajeno, sin embargo, aunque para ellos no hubiera un mayor rechazo o si lo había era mínimo, el problema que mantenía era con su propia familia, con su padre quien era el futuro Rey y no aceptaba en lo absoluto, su relación estaba completamente rota y Lauren sabía que al momento que el Príncipe Adam asumiera el reinado las cosas para ellas iban a ser difíciles.

No quería vivir bajo el umbral de las discusiones y tormentos, sabía que ahora su noticia no estaba siendo tan atacada dentro de su familia, pero si su papá fuera el Rey las cosas serían diferentes, peleas y discusiones, disminuyendo sus mandatos y sobre todo obligándola a hacer cosas que no desearía, por ende, la renuncia seguía en pie al menos que toda esa abrumante situación no perdurará en un futuro.

Pero, como se señaló en un principio, agradecía poder haber obtenido esa compañía sincera con el pueblo, con las personas y sobre todo poder sentir ese empujón de energía que tanto le faltaba, más aún cuando todo lo que sucedía con su corazón le estaba afectando más de lo que deseaba, más si cada día se acercaba la fecha de que la morena se casara, de hecho las cosas estaban a la vuelta de la esquina y entre menos oía de aquello, era mejor para ella.

Sin embargo, una vez volviendo a su casa, sus oídos se llenaban del presunto matrimonio de Camila y sinceramente, su corazón no estaba soportando tanto, no le agradaba, y simplemente estaba intentando asumir la idea de que Camila se iría para siempre de su lado.

La tuvo durante 7 años y nunca supo que realmente la tenía hasta que la mujer se fue, terminó con lo que tenían de algún modo para comprometerse con ese hombre que podía darle la vida que merecía, pero siempre le faltaría algo, y ese algo era el amor puro y sincero que ambas sentían, estaba segura de aquello.

Luego del rechazo público y la declaración de la morena, no había hablado con nadie de Camila, ni siquiera con Vero, evadir aquello era lo mejor, más si no quería afectar la imagen de Camila previo a su boda, no lo encontraba sensato y agradeció en el fondo que nadie le preguntara sobre una gripe, o su estado de salud, al menos no lo permitió porque no quería cuestionamientos, no deseaba recordar que había perdido a la mujer.

La extrañaba cada día y cada segundo, la necesitaba y deseaba tenerla entre sus brazos con el deseo de que nunca más se fuera de su vida, pero eso ya se le había quitado.

-Que bueno estar todos reunidos.- señaló Lauren al ver a su familia en el salón.

-Reunión familiar mensual.- señaló su hermano Nicholas. -Por lo menos viniste, pensé que estaba en rebeldía.-

-No estoy en rebeldía, siempre he sido responsable con mis deberes e intachable, algo que usted debería aprender.- señaló Lauren a su hermano amablemente.

Pero sabía que detrás de las palabras de su hermano había ambición y sobre todo cizaña por su presunta renuncia.

-Claramente estoy aprendiendo, muy a la perfección cada cosa que debo hacer para el futuro de esta nación.-

Lauren asintió, y solo por eso en parte a veces no quería renunciar,  sin embargo, eran los daños colaterales de su decisión.

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