Veintitres

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El transcurso devuelta a la ciudad, las lágrimas caían de sus ojos por la frustración que sentía de dejar a Lauren en aquel lugar, pero sabía que no podía permitirse vivir una vida que no le pertenecía en lo absoluto, estaba cansada de todo lo que le rodeaba y el deseo de hacer siempre lo correcto ya no servía, al menos no para ella.

Cuando vio a aquella mujer estirada a su lado y saber que podía perder aquello que tanto amaba en su vida, no lo imaginaba, no podía, no se lo permitía, no a su corazón. Tenía 30 años y todo lo que había hecho durante su vida era complacer a los demás menos a si misma, y entendió que estar con alguien más no era lo que deseaba.

No cuando todo ella lo único que quería era pasar cada día junto al lado de aquella mujer que tan loca la volvía, que hacía sus días diversos y a pesar de que discutieran la mayoría del tiempo era simplemente por las trabas que habían en sus vidas, amaba sentir sus abrazos y seguridad, y lo último era lo que necesitaba en su vida y futuro.

Ya nada le importaba, la opinión de su familia, de sus amigos, lo que era mejor para la corona, en esos momentos solo deseaba lo mejor para ella y Lauren, ambas mujeres que se amaban y habían estado bajo la camufla por 7 años viviendo una historia que sentían que no les pertenecía pero que era de ellas.

Estar a horas de perderla para siempre, y zanjar su vida a los brazos de alguien más no lo quería, a pesar de que Theo no fuera malo, sino más bien alguien machista, nunca iba a sentir con él lo que sentía por la mujer y eso lo tenía más que claro.

Paró en el semáforo, secando sus lágrimas, mirando el anillo de compromiso, el llamado de su madre constantemente, viendo como el sol salía con fuerzas en un día que cualquier otra mujer estaría feliz, para ella no era así, y lo único que deseaba era poder hablar con él y decirle lo que le sucedía.

Fue por ese motivo, que en vez de tomar el camino a su casa, lo tomó a donde vivía Theo, condujo con las manos temblándole y los nervios golpeando fuertemente, por la reacción del hombre pero nada cambiaría su opinión, menos la decisión que tomó.

Tomó valentía, cuando bajo del vehículo, viendo como la señora le habría la puerta, caminó lentamente por aquella amplia casa que pudo haber sido el lugar donde viviría para siempre, sin embargo, se sentía tranquila con que al menos no fuera así, no para ella. Segundos más tardes, mientras apretaba sus manos de manera nerviosa, apareció Theo sorprendido  desde el gimnasio de su casa mirándola confundido.

-Pensé que estarías preparándote para la cena de ensayo.- comentó el hombre secando su sudor con una toalla.

-No, necesito hablar contigo de algo importante.- su voz estaba llena de nerviosismo.

-¿Qué sucedió ahora? ¿Te sientes bien?.- preguntó preocupado.

-Yo...- tomó un respiro. -No puedo, no puedo seguir con esto.- aunque era un manojo de nervios esas palabras salieron con toda la seguridad que necesitaba.

El hombre la miró confundido, frunciendo el ceño, pensando que esto era alguna especie de broma.

-¿Seguir con que?.- cuestionó.

-No puedo seguir con la boda, ni estar contigo, no puedo vivir en base a mentiras y fingir algo que simplemente no quiero, no te puedo someter a ti a todo eso, y por sobre todo a mí misma.- le confesó finalmente. -Lo siento.-

El hombre negó con la cabeza, mirando el piso unos segundos, dejando que el silencio inundará el lugar por un momento.

-Camila, entiendo que quizás no estés completamente enamorada de mí, ha pasado muy poco tiempo, pero creo que ambos sabemos que el amor llega con el tiempo.- le comentó.

Dilema real Donde viven las historias. Descúbrelo ahora