Ocho

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Por más que intentaba concentrarse hablando con su hermano, su mente solo iba a Camila, en la decisión que había tomado, y aunque deseaba interrogar a su hermano sobre los hechos más profundos de aquello, sabía que no ganaba nada, no cuando lo más probable es que Edward no supiera el fondo de esa situación.

Pero estaba enojada, molesta, triste, sobre todo frustrada, tenía ganas de ir a reclamar a su familia, a todo el mundo, y sobre todo a Camila por tomar esa decisión sin ni siquiera decirle, o ser sincera con ella antes. Debio haberle contado antes, haberle dicho la decisión que tomaba, por respeto a lo que fuera que tenían las dos, eran años los que compartían la misma cama, eran años que había estado a su lado, acompañándola en cada momento de su vida, en cada uno de sus días difíciles y buenos.

Simplemente hizo como si no fuera absolutamente nadie, solo la abandonó, terminó lo que tenían de manera unilateral y se fue con otro.

Sentía tanta impotencia en su interior, por todo lo que la rodeaba, sentía una sensación que jamás había sentido en su vida, rabia pero al mismo tiempo débil, sin fuerzas, se sentía derrotada, pero con miles de otras cosas que le eran imposible explicar en esos momentos porque no lo entendía, no lograba descifrarse a sí misma.

-No pensé que la noticia de Camila te iba a afectar.- señaló su hermano terminando la reunión.

-No me afecta, me sorprende que haya sido tan repentino.- le comentó fingiendo indiferencia. -Además ese hombre es un fiasco.-

-Se ve que la trata bien, y bueno, es perfecto para el clan Edevane.- señaló Edward.

Lauren asintió, aguantó un suspiro.

-Es la vida de tu cuñada y realmente es su decisión, espero que no me inviten a la boda porque no quiero invertir en un regalo para el idiota de Theo.- aseguró.

Edward rió ante lo último de su hermana, notando el odio que ambos mantenían por años.

-Lo mas probable es que estemos invitados Lauren, en especial tú como heredera al trono, sabes todo lo que les gusta aparentar a lo Edevane de la cercanía con nuestra familia.-

-A veces me perturba.- murmuró. -Pero bueno, me retiro Edward.- anunció.

-Cuídate, y nos estamos hablando.- le dio un suave abrazo.

Lauren asintió caminando fuera del palacio, tomando su propio vehículo para conducir, con autos detrás de ella acompañándola en todo momento para su seguridad.

Pasó una mano por su rostro, bebiendo un sorbo de su agua, soltando un fuerte suspiro, sin poder creer lo que había escuchado aún.

Sin más que hacer, tomó rumbo de su vehículo, conduciendo un poco más fuerte de lo normal, rumbo al lugar donde sabría que encontraría a aquella mujer que tanto andaba por su mente y que tenía tantas cosas que decirle.

-¿Princesa Lauren a qué se debe la visita a las clínica Edevane?.- preguntó uno de sus guardias a su radio del vehículo.

-Quedé en hacer unas visitas.- anunció.

Lauren solo con su patente vehicular le abrieron de inmediato el estacionamiento, dejando que entrara al lugar, viendo el movimiento rápido de las personas que trabajan en aquel lugar ante su presencia. Sabía que estaba mal, pero el impulso, la rabia, la impotencia y todo lo que sentía era mucho más fuerte que solo contenerse.

Necesitaba ver a Camila y saber que era verdad, enfrentarla y reprocharle en su cara todo lo que había hecho.

Se bajó del vehículo caminando a pasos firmes por el lugar, viendo la reverencia de las personas que trabajan, a pesar de su enojo, seguía actuando con el protocolo y siendo amable con los demás, estrechando las manos de algunas personas que la llamaban, no podía dejar eso de lado.

Dilema real Donde viven las historias. Descúbrelo ahora