Dieciocho

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Abrió sus ojos sintiendo el vacío a su lado, soltó un suspiro al instante, poniéndose de pie, buscando una camiseta, para buscar a la morena en el palacio, sin embargo, no la encontró y tampoco la ropa de la mujer.

Negó con la cabeza, volviendo a su habitación para darse una ducha, pensando en lo que había sucedido la noche anterior, y como habían vuelto a envolverse nuevamente en aquella profunda pasión que solamente las dos entendían.

De algún modo, quería entender la razón por la cual Camila había venido y estaba intentando hacer su mayor esfuerzo para no mal interpretar aquello, no quería ver como solo encuentro sexual, en parte Camila vino a explicarle lo de la invitación a su boda, que no había sido su idea, y bueno... dentro de su enojo ella le había dicho lo que sentía a la morena.

En parte sus cartas estaban tiradas completamente, había jugado cada una de sus piezas y por lo menos ya no tenía más secretos, más cosas liberar por su lado. Le había dicho que la amaba entre gritos y no los motivos del transfundo de aquello, nuevamente su situación se basaba a una conversación llena de discusión y no sería como pretendían.

Sabía que aquello estaba mal, de no ser sinceras, y de limitarse a enojos, y terminar en el mismo círculo, pero tampoco tenía ánimos de tener una conversación con la morena, al menos no en esos momentos.

Le dolía que se hubiera solo ido, pero también lo entendía, al final no tenían nada, y sus vidas debían seguir separada, y primera vez estaba de acuerdo con la morena en su típico discurso de que no debía suceder. Camila se iba a casar con alguien más y eso debía respetar, su decisión e interceder en eso ya no era prudente, al menos no para ella.

Si estaba desanimada, triste y frustrada, sentía muchas cosas al mismo tiempo, pero al menos algo tenía claro, que ya no podía hacer nada más que aceptar la Realidad y actuar en base a sus propias decisiones.

Salió de su palacio, yendo directamente a la casa de sus abuelos, uniéndose a su desayuno, mientras su abuela le contaba los últimos chismes de las señoras de la alta sociedad.

Fue cuando terminó el desayuno, donde su abuelo la invitó a pasar a su oficina, ambos sentándose frente a frente.

-Pensé que estabas descansando.- señaló el hombre.

-Lo estaba realmente, pero quiero saber cuándo va aceptar mi renuncia, necesito una respuesta para poder planificar mis próximos meses.- señaló.

El hombre soltó un respiro.

-No quiero aceptar tu renuncia Lauren.- señaló firme. -No lo encuentro sensato de tu parte en lo absoluto, esto...- señala su oficina. -Todo esto es tu futuro, es lo que mereces y lo que has luchado tu vida para perderlo por esto.-

-No me pida de nuevo lo mismo, entienda que no puedo cambiar quién soy, no elegí ser así abuelo, nunca lo planeee... siempre intenté ser lo más perfecta para la corona y créame que si yo hubiera podido elegir esto no lo hubiera hecho, y hubiera sido tal como usted deseo.- dijo con sinceridad. -Pero entiendo que como soy y sus pretensiones no son compatibles, y porque amo la corona tanto como usted prefiero dar un paso al costado.-

El hombre negó con la cabeza.

-Como tu abuelo... te entiendo Lauren.- dijo sincero. -Tu abuela habló conmigo y me hizo ver tu situación, lo que has sufrido, en especial como te has sentido el último tiempo, me siento culpable por no haberte ayudado antes, por no haberte tomado más atención y solo poner presiones en tu rol como Princesa.- la miró a los ojos. -Eres mi niña, y te amo, sabes que lo hago.-

Lauren asintió aguantando sus lágrimas manteniéndose firme.

-Pero es su rol como Rey que no lo acepta.- complemento.

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