Veintiuno

1K 157 32
                                    

-Es bueno poder saber que estoy sano, al menos para poder ir a su boda.- dijo el Rey con una sonrisa.

La morena asintió.

-Es una buena noticia para toda la nación.- recalcó la morena. -Además sus índices en general están estables.-

-Adams no podrá frotarse las manos aún.- bromeó irónicamente, Camila rio levemente ante aquello. -Pero bueno, de todas formas le solicité que viniera no solo para monitorearme, sino para hablar de otros asuntos.-

Camila frunció el ceño, terminando de guardar las cosas en su bolso.

Habían pasado un par de días desde que Theo los había visitado y la boda estaba cada vez más cerca, de hecho solo faltaba un par de días para aquel momento tan importante en la vida de Camila, su mundo estaba agitado y no por los nervios de casarse sino por la decisión que estaba tomando.

Era por aquello, que saber sobre la cena de ensayo en dos días más le generaba ansiedad negativa, y no por lo típico de una novia sino por no sentirse bien con toda la situación, y aunque Theo era un buen hombre, no lograba sentir ni siquiera algo de amor por el, solo sentía que le estaba mintiendo, tanto a él como a si misma.

-Dígame.- le dijo Camila suavemente.

-Tome asiento primero.- le solicitó el hombre.

La mujer asintió, mirando a la mayor autoridad y sobre al abuelo de la mujer que hacía su corazón latir con fuerza. Sentía certidumbre sobre lo que él podría decirle, y los escenarios iban de lugar a lugar, desde que aceptaba la renuncia de Lauren o sobre interceder en algo más, su mente iba rápido tal como los últimos días, sobre todo cuando el hablar con Lauren ya no existía.

Extrañaba esas conversaciones, escuchar sus comentarios que calmaban cualquier pensamiento intrusivo, o que simplemente la hacían sentir mejor que antes. En el fondo, sentía que con la única persona que podía ser completamente sincera, era con la Princesa, poder expresarle lo que sentía y sobre todo cobijarse entre sus brazos suaves, sentir la seguridad que tanto le faltaba en su vida en aquellos momentos.

La extrañaba demasiado y a pesar de que a veces estaba tan cerca de la mujer, sentía que habían miles de kilómetros de cosas que las terminaban separando completamente. En el fondo, sentía que nada valía pena, que a pesar de querer hacer lo correcto o tomar decisiones en virtud de lo que era mejor para la otra mujer, no valía la pena a ser infeliz ella toda su vida, y en eso pensaba en Lauren, las decisiones que la mujer había tomado en base a su felicidad.

Quizás ella también debió a renunciar a cosas y solamente centrarse a ser feliz, pero para eso ya había pasado el momento.

Al menos eso creía.

-Primero debo darle dos semanas de libertad de acciones, a lo que vendrá un médico de reemplazo que nos comentó el Doctor a cargo.- señaló, Camila asintió no muy conforme.

-De todas formas con una semana está bien.- señaló.

-No lo creo, usted estará comenzando una familia por lo cual es necesario que se tome el tiempo necesario para aquello, le doy dos semanas y si necesita más tiempo solo debe decirme.- Camila negó ante eso.

-Me gusta mi trabajo, no creo exceder más de los cincos días legales.- señaló.

-Yo le daré dos semanas y se respetará.- señaló. -Además nosotros como corona le damos a los recién casado un mes, como cuando se casó su hermana.- recordó. -Fue una boda hermosa.-

-Lo fue, pero mi situación es diferente, me casaré como cualquier ciudadana de este pueblo.- le recordó.

-Si, pero igualmente prefiero que sean dos semanas señorita Edevane.- la miro con una sonrisa suave.

Dilema real Donde viven las historias. Descúbrelo ahora