Doce

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Su vida estaba vuelta arriba, el caos de sus decisiones estaban haciendo efecto a cada persona de la corona, en especial a su abuelo y abuela, quienes esperaban que ella fuera la futura Reina como de lugar. Había puesto todo al revés, en un terremoto interno que seguía teniendo sus réplicas, sabía que nadie se iba a quedar tranquilo más cuando el tema de su renuncia ya estaba presente en ellos.

Pero a pesar de todo ese caos, ella no podía sentirse más tranquila y negar que le dolía dejar la corona sería mentir, claramente le dolía pero no más el hecho de tener que fingir una vida de mentira y sobre todo perder aquella mujer que seguía dando vuelta en sus mente.

Aunque haya renunciado, aún no era capaz de ir tras la morena, no cuando quería solucionar bien su situación y ver si realmente Camila podía llegar a sentir lo mismo con ella, sobre todo, tener la valentía de tomar su mano para seguir este nuevo camino dejando las cosas atrás.

Entendía que la carga de la morena tampoco era algo simple, ella contaba con un legado familiar amplio, de aquellos que también habían miles de expectativas en su persona más ahora que se había comprometido con el idiota de Theo, sin embargo, el que ella se haya atrevido a efectuar esto más que nada era primero por su sexualidad, y segundo por lo que realmente quería.

Sabía que esto no era tan simple como renunciar y que Camila corriera a sus brazos, esto era algo trabajado y sobre todo con tiempo, y compresión de lo que era una aventura nueva, más si debía ver qué decisiones tomaba la morena.

En aquello Lauren aún no quería pensar, en estos momentos estaba concentrada en ganar esta batalla contra su familia poniendo ese mundo patas arriba, sabiendo que las presiones vendrían para que no lo hiciera y si hiciera lo que ellos querían.

Ya había venido su madre, a regañarla, a discutir con ella y sabía que ese desfile no terminaría en un buen tiempo, más aún si intentarían todo lo posible porque aquello no se filtrara a la prensa porque ahí sí que se generaría un revuelo.

Lauren sabía las cartas que estaba jugando en esos momentos y sobre todo cada uno de sus movimientos. A pesar de que su abuelo era el Rey, sus movimientos eran como el de una futura Reina.

Las cosas no eran tan simples, pero la tranquilidad era lo mejor que podía tener en la vida en esos momentos, era por aquello que simplemente se sentía feliz, más relajada sacando aquella mochila gigante que le pesó por años.

Era lesbiana, le gustaban las mujeres y nada de lo que sucedería iba a cambiar aquello, no iba a estar jamás con un hombre y eso la dejaba más tranquila porque fue su decisión y su valentía.

-La buscan Princesa Lauren.- señaló la mujer.

-¿Quien de mi familia es?.- cuestionó al instante.

-Nadie, es la señorita Edevane.- declaró.

Lauren asintió tomando un sorbo de su vaso de whisky.

-Hágala pasar a mi oficina.- le solicito.

La mujer asintió retirándose del lugar, Lauren miraba su ordenador, con algo de nerviosismo y entendía de inmediato las razones por las cuales Camila debió haber venido.

Se debió haber enterado de su renuncia.

Lauren observó como la puerta se abrió, dejando ver aquella mujer que no veía hace casi un mes, con un vestido color rosado claro ceñido a su cuerpo, tacones alto y cabello suelto luciendo perfectamente hermosa como siempre. Era increíble como todo de ella reaccionaba con solo mirarla, y una leve sonrisa se formó en su rostro.

-¿Qué la trae por aquí señorita Edevane?.- cuestionó al instante.

-Vine a conversar con usted.- señaló la morena.

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