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Las vacaciones para el quinto año habían terminado con un éxito rotundo. Los estudiantes, cargados de recuerdos, regresaban a sus hogares con una mezcla de felicidad y nostalgia, recordando los días increíbles que habían pasado en el campamento. Algunos regresaban con nuevos amigos, otros con nuevas parejas, y muchos con experiencias inolvidables que atesorarían para siempre. Sin embargo, había dos chicos que volvían a casa con una sensación de vacío, como si una parte de su corazón se hubiera quedado atrás, entre los bosques y las fogatas.

Jake bajó sus maletas del Uber y se acercó a la puerta de su casa. Las luces apagadas y el silencio absoluto confirmaban lo que ya sabía: estaba solo. Sus padres no estarían en casa hasta más tarde. Con un suspiro, abrió la puerta y entró, dejando que la familiaridad del lugar lo envolviera. Caminó lentamente hacia la cocina, sus pasos resonando en el suelo de madera. Abrió el refrigerador y tomó una naranja para calmar un poco el hambre que sentía. No tenía ganas de cocinar nada elaborado, tal vez más tarde prepararía algo rápido.

Subió las escaleras con pesadez, arrastrando los pies hasta llegar a su habitación, donde su fiel mascota lo esperaba. Layla, su pequeña perrita, levantó la cabeza al verlo entrar, pero no se molestó en bajar de la cama para saludarlo.

—¡Hey, Layla! No bajaste a recibirme, malvada. - dijo Jake con una sonrisa mientras se acercaba a ella. La perrita solo ladró en respuesta, y Jake no pudo evitar reír. Se arrodilló junto a la cama y comenzó a acariciarla, sintiendo el suave pelaje bajo sus dedos. Se inclinó para besar su cabeza, susurrándole lo mucho que la había extrañado. Layla le lamió la cara, su cola moviéndose de un lado a otro con entusiasmo.

Después de unos minutos de mimos y caricias, Jake se puso de pie y salió de la habitación, recordando su maleta abandonada en la entrada. La recogió y subió de nuevo las escaleras, sintiendo el peso de los días en el campamento en cada músculo. Sabía que debería vaciar la maleta y poner la ropa a lavar, pero la pereza era más fuerte. Decidió que lo haría en unos días, cuando tuviera más energía. Dejó la maleta a un lado de su habitación y se tiró en la cama, exhalando un suspiro de alivio.

El silencio de la casa era casi reconfortante, después de la algarabía constante del campamento. Cerró los ojos, permitiéndose no pensar en nada, solo disfrutar del momento. Los días en el campamento habían sido agotadores, llenos de actividades y, a veces, de estrés. Agradecía haber tenido a sus amigos a su lado, quienes se encargaron de mantenerlo entretenido y distraído todo el tiempo. Tan entretenido estuvo, que apenas tuvo tiempo para pensar en Heeseung, quien se había mantenido a distancia durante todo el campamento.

Por una parte, Jake estaba aliviado de que Heeseung no se le hubiera acercado. No sabía qué habría hecho su corazón si eso hubiera sucedido, y prefería no averiguarlo. Aun así, la situación con Sunoo pesaba en su mente. Sunoo lo había bloqueado de todas las redes sociales y no había manera de ponerse en contacto con él. Jake esperaba que esa rabieta se le pasara pronto, porque realmente necesitaba a su mejor amigo, más ahora que nunca.

La noche llegó más rápido de lo que había anticipado. El cielo se oscureció, y las sombras llenaron la casa silenciosa. Jake revisó su teléfono y vio un mensaje de sus padres diciéndole que no los esperara despierto, que llegarían tarde. Decidió que lo mejor era dormir y tratar de recuperar un poco de energía. Después de todo, mañana era lunes, el primer día de regreso a clases, y tendría que enfrentarse a la realidad de compartir el aula con sus dos ex. Sabía que sería difícil, pero no tenía más opción. La vida continuaba, y él tenía que seguir adelante, aunque una parte de él se sintiera rota y perdida.

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—¿Naciste idiota o te hiciste en el camino? - gritó Hall, su voz resonando en la cocina mientras miraba con incredulidad a su hermano, que había conseguido derramar el jugo de naranja por toda la mesa. Los trozos de pan quemados en la tostadora y los huevos casi carbonizados en la sartén completaban el desastre.

¿left or right? -heesunjake- AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora