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Los problemas personales de Jake podrían haberse vuelto demasiado asfixiantes, pero ese día no podía permitirse fallar. Era la final de la competencia de básquetbol y su equipo estaba funcionando de maravilla. Como capitán, Jake no se quedaba atrás; cada trote, cada pase era preciso y anotaban con facilidad. Sin embargo, el equipo contrario no era ingenuo y también tenía sus estrategias bien afinadas. Tanto así, que a tan solo cinco minutos del final del último juego, el marcador estaba casi empatado: 23-25, con una mínima ventaja para el equipo de Jake.

Jake tenía un solo pensamiento claro en su mente: Ganar. Nada más importaba.

El equipo contrario anotó otro punto, igualando el marcador a 25-25. El reloj avanzaba rápidamente, forzando a los jugadores a acelerar sus pasos, sus movimientos y sus respiraciones. La cancha estaba envuelta en un silencio tenso, todos los espectadores expectantes ante cada jugada.

El sonido del último pito resonó en el gimnasio y, en un destello de movimiento, Heeseung saltó y tomó el balón. Con un pase rápido, se lo dio a Jaehyun, quien, con destreza, esquivó a dos oponentes. Pero el tercero, un jugador más alto con brazos largos, le robó el balón en un parpadeo. Sunghoon corrió tras él y lo bloqueó, dificultando el pase, pero aún así, el chico logró soltar el balón. Entonces, Mingi se metió en medio y, con una mano, recuperó el balón. La cancha estaba llena de rivales, así que hizo un pase largo hacia Jake, que se encontraba en medio de la cancha. Jake observó rápidamente a su alrededor. El único que estaba solo y en buena posición era Heeseung, quien le hacía señas para que le pasara el balón.

Jake frunció el ceño, escaneando la situación con la mirada.

Decidió que podía hacerlo solo.

Con 30 segundos en el reloj, lanzó el balón hacia la canasta. Sin embargo, el tiro falló. Uno de los jugadores del equipo contrario interceptó el balón en el último segundo. Jake soltó un gruñido de frustración y corrió tras el jugador, ignorando los gritos de advertencia de Mingi.

A pesar de sus esfuerzos, Jake no pudo evitar que el balón entrara en la canasta. El sonido del silbato final llenó el aire, marcando el fin del partido. Su equipo había quedado oficialmente en segundo lugar.

Los gritos de alegría de los estudiantes del equipo visitante no tardaron en resonar en todo el gimnasio, mientras que la decepción de sus compañeros de equipo era palpable. Jake sintió la rabia crecer dentro de él, como un fuego incontrolable. Con pasos pesados, abandonó la cancha.

Una vez en el vestuario, Jake se quitó la camiseta con furia, arrojando al suelo el pañuelo de capitán que llevaba en el brazo. Lo pisoteó repetidamente, dejando escapar un grito de pura frustración. No pasó mucho tiempo antes de que los demás miembros del equipo lo siguieran. Los seis se quedaron en silencio, observando a su capitán desmoronarse ante sus ojos.

—Jake... - llamó Riki, dudoso, al ver que el chico se había quedado inmóvil, sin hacer nada más.

Jake gruñó y se dirigió hacia uno de los cubículos de ducha, encerrándose sin decir una palabra más. Sus compañeros se miraron entre sí, sin saber cómo reaccionar.

Jungkook fue el primero en romper el silencio incómodo. —¿Qué mierda nos pasó? - preguntó, con evidente irritación.

—¿Nos? ¡Fue el idiota de Jake que no me pasó el balón! ¡Estaba en zona libre! - replicó Heeseung, alzando la voz con enojo.

En ese momento, la puerta del cubículo se abrió de golpe y Jake salió, rojo de furia.

—¡Ni siquiera estabas bien posicionado! - le espetó Jake, acercándose a Heeseung con paso amenazante. —Había otro cerca de ti.

¿left or right? -heesunjake- AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora