Capítulo 27: El Camino de las Sombras

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El viento soplaba de manera inquietante en el estrecho sendero que se extendía frente a Lucía. El "Camino de las Sombras" no era simplemente un sendero físico, sino un viaje profundo y retorcido a través de las oscuridades más internas de su ser y del mundo arcano que había llegado a conocer. Cada paso resonaba como si fuera amplificado por la tierra misma, una señal de que este lugar no era como cualquier otro que hubiese experimentado.

Lucía había oído hablar del "Camino de las Sombras" en antiguos textos arcanos, una ruta que solo los más valientes, o los más desesperados, se atrevían a recorrer. El propósito de este camino no era otro que enfrentar la sombra que cada alma lleva dentro, una prueba final que pondría a prueba la voluntad, la moral y el deseo de aquellos que lo caminaran. Sabía que estaba cerca del final de su travesía, pero también comprendía que este último tramo sería el más peligroso, tanto para su cuerpo como para su alma.

A su alrededor, las sombras parecían tomar forma y moverse por su cuenta, a veces siguiendo sus pasos y otras adelantándose como si quisieran guiarla. La luz era escasa; apenas un tenue resplandor se filtraba a través de la neblina densa que envolvía el camino, pero no había una fuente clara de esa luminosidad. Era una luz irreal, casi como si emanara desde las propias sombras.

Mientras avanzaba, sentía que cada paso requería un esfuerzo consciente. El aire estaba cargado, y cada inhalación la hacía sentir más pesada, como si una fuerza invisible tratara de arrastrarla hacia las profundidades del camino. Pero Lucía no se detuvo. Sabía que, a pesar de los horrores que probablemente encontraría, no tenía otra opción. El "Camino de las Sombras" era un rito de paso que no se podía evitar. Para alcanzar lo que tanto buscaba —el conocimiento absoluto, la fuerza definitiva para enfrentarse al Íncubo y restaurar el equilibrio en su vida—, debía pasar por él.

A medida que caminaba más profundamente en el sendero, las sombras comenzaron a moverse con mayor intensidad. De repente, las figuras que la seguían o se adelantaban dejaron de ser simples contornos difusos y tomaron formas más definidas. Lucía se detuvo por un momento, su respiración acelerándose al darse cuenta de lo que estaba viendo: las sombras no eran solo sombras. Eran ecos, imágenes borrosas de personas que había conocido, que habían sido importantes para ella en algún momento de su vida.

A su izquierda, una figura se materializó. Era su madre, con una sonrisa amable pero triste en el rostro. El corazón de Lucía dio un vuelco al verla. Su madre había sido la primera en enseñarle sobre el mundo espiritual, sobre el equilibrio entre la luz y la oscuridad. Pero también había sido la primera persona que Lucía había perdido. La sombra de su madre no dijo nada, pero sus ojos hablaban por ella: un recordatorio de lo que se había sacrificado en nombre del poder y el conocimiento.

A su derecha, vio a un viejo amigo de la infancia, alguien a quien había dejado atrás cuando comenzó su viaje en el mundo arcano. Su rostro estaba deformado por el dolor, un dolor que Lucía reconoció de inmediato. Este era un recordatorio de las relaciones que había roto en su búsqueda de poder. Aunque había justificado esas pérdidas, ahora, frente a las sombras de aquellos que una vez habían significado tanto para ella, se daba cuenta de cuánto había renunciado.

Cada figura que aparecía era un reflejo de sus decisiones pasadas, de sus sacrificios, y de los errores que había cometido en su vida. Pero no solo se trataba de personas. De repente, una versión más joven de sí misma apareció frente a ella. Esta era una Lucía inocente, sin las cicatrices del alma ni del cuerpo. Lucía sintió una punzada en el pecho al verla, recordando los sueños que una vez tuvo, sueños que había dejado de lado a medida que la oscuridad la consumía.

"¿Por qué te perdiste?" preguntó la joven versión de sí misma con una voz suave, casi acusatoria.

Lucía no respondió de inmediato. Había muchas razones, pero ninguna parecía ser lo suficientemente válida en ese momento. A medida que las figuras seguían rodeándola, comenzó a comprender que este no era solo un viaje físico. El "Camino de las Sombras" era un viaje hacia el centro de su propio ser, un enfrentamiento con todo lo que había evitado hasta ahora.

Sombras en la Noche: El Llamado del ÍncuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora