Sombras en la Noche: El Llamado del Íncubo

Capítulo 26: El Eco de los Sueños

La brisa nocturna soplaba suave, cargada de aromas dulces y de un aire que parecía vibrar con una presencia invisible. Lucía se encontraba de pie sobre una colina, observando el vasto horizonte donde las estrellas titilaban con una luz antinatural. El paisaje ante ella no era real, o al menos no del todo. Se encontraba en un lugar entre los sueños y la realidad, un dominio donde las reglas del tiempo y el espacio se difuminaban, y los recuerdos se entremezclaban con los deseos y temores más profundos.

Este no era un lugar que hubiera visitado antes, pero en lo profundo de su ser, lo conocía bien. Era el Reino de los Sueños, un plano que coexistía con el mundo físico pero que operaba bajo leyes propias. Lucía había escuchado hablar de él en sus estudios arcanos, pero hasta ese momento, nunca había comprendido del todo su verdadera naturaleza. Aquí, los pensamientos y las emociones adquirían forma tangible, y las decisiones tomadas tenían consecuencias que podían cambiar el curso del destino.

Avanzó lentamente, sintiendo cómo sus pies, aunque firmes sobre el suelo, apenas hacían contacto con la superficie. Cada paso reverberaba en el aire, como si estuviera caminando sobre un lago cuyas aguas reflejaban su alma. No había caminos definidos, ni dirección concreta, pero Lucía sabía que debía seguir adelante, guiada por un eco lejano, una llamada que resonaba en lo más profundo de su ser.

Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes surgían con más claridad. Rostros del pasado, amigos caídos, enemigos derrotados, y aquellos a quienes había perdido en el transcurso de su lucha contra el Oscuro. Pero entre todas esas visiones, había una constante: la figura de un hombre, siempre a la distancia, siempre fuera de su alcance. Sabía quién era, aunque no podía recordar su rostro con claridad. Este era el Guardián de los Sueños, la entidad que gobernaba este reino y que ahora la esperaba.

El eco de los sueños no solo era una llamada, sino también una advertencia.

Después de lo que pareció una eternidad caminando a través de paisajes cambiantes —desiertos interminables, bosques sombríos, y océanos que parecían extenderse hasta el infinito—, Lucía llegó finalmente a su destino. Ante ella se erguía una puerta imponente, hecha de un material que no podía identificar. Parecía de mármol, pero también de cristal, y se movía sutilmente como si estuviera viva. La puerta no tenía pomo ni cerradura, solo un símbolo grabado en su superficie: un círculo entrelazado con serpientes, representando el ciclo eterno de vida y muerte.

Sabía lo que significaba. Este era el umbral entre los mundos, el lugar donde los sueños se encontraban con la realidad, donde las almas podían cruzar a través del velo y cambiar su destino. Pero este umbral también era peligroso, pues aquellos que lo cruzaban sin la preparación adecuada podían perderse para siempre, atrapados en un bucle interminable de ilusiones.

"Has llegado, Lucía."

La voz resonó desde el otro lado de la puerta, profunda y envolvente, como si viniera de todas partes y de ninguna a la vez. No era la primera vez que escuchaba esa voz. Era el Guardián de los Sueños, una entidad antigua y sabia, pero también enigmática y desconcertante. Había jugado un papel crucial en su viaje hasta ahora, guiándola en momentos de incertidumbre, pero siempre manteniendo su verdadera naturaleza oculta.

"Sabes lo que te espera más allá de esta puerta", continuó la voz. "Aquí no hay segundas oportunidades. Si decides cruzar, no podrás volver atrás. El precio de la verdad es alto, y el eco de los sueños siempre exige un sacrificio."

Lucía dudó por un momento, observando el símbolo grabado en la puerta. Sabía que tenía que cruzar, pero las palabras del Guardián la llenaban de temor. Había aprendido, a lo largo de su viaje, que el conocimiento y el poder siempre venían acompañados de un precio. La magia, el poder de los sueños, todo en este mundo tenía un costo, y hasta ahora, ese costo había sido mayor de lo que había imaginado.