Capítulo 22: La Prueba del Fuego

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El calor abrasador era lo primero que Lucía sintió cuando abrió los ojos. Sus parpadeos fueron lentos, pesados, como si su cuerpo hubiera sido sumergido en lava líquida durante horas. Todo a su alrededor estaba teñido de tonos rojos y naranjas, como si el mismo infierno se hubiera desatado. Al principio, no podía reconocer su ubicación; el paisaje a su alrededor había cambiado drásticamente desde que había abandonado el Santuario de los Perdidos. Ahora, parecía estar en un vasto campo de rocas incandescentes, con ríos de magma serpenteando entre las grietas de la tierra.

El aire era denso, sofocante, y cada respiración quemaba sus pulmones. A pesar de ello, sabía que no podía ceder al dolor. Este era el siguiente paso en su viaje, la siguiente prueba que debía superar para derrotar al íncubo. La Prueba del Fuego era legendaria, conocida por su brutalidad y su capacidad de consumir tanto física como mentalmente a aquellos que osaban enfrentarse a ella.

"El fuego purifica", se recordó a sí misma en un intento de calmar su mente. Sabía que el íncubo no solo la desafiaba con el dolor físico; la verdadera prueba estaba en su capacidad para mantener el control sobre sus emociones, sobre sus miedos más profundos.

De repente, una figura emergió entre las llamas distantes. Era alta, imponente, envuelta en un manto oscuro que ondeaba a pesar de la falta de viento. Los ojos de la figura brillaban con un resplandor que rivalizaba con el fuego que los rodeaba.

"Has llegado al umbral final, Lucía", dijo una voz grave y retumbante, como el eco de un trueno lejano. "Aquí, solo los más fuertes sobreviven. Aquellos que pueden enfrentar las llamas del pasado y del presente sin sucumbir a ellas."

Lucía entrecerró los ojos, tratando de distinguir mejor a la figura. Sabía que este era uno de los guardianes de la prueba, quizás el más temido de todos. Pero también sabía que no debía dejarse intimidar. Había llegado demasiado lejos para dudar ahora.

"Estoy lista", dijo con firmeza, aunque su corazón latía con fuerza dentro de su pecho.

El guardián no respondió de inmediato. En cambio, levantó una mano y, con un simple gesto, las llamas alrededor de Lucía comenzaron a moverse, como si respondieran a su voluntad. El calor se intensificó, y el suelo bajo sus pies comenzó a vibrar. Antes de que pudiera reaccionar, las llamas tomaron forma, transformándose en figuras familiares.

Lucía sintió un nudo en el estómago al reconocer los rostros de aquellos que había perdido. Su madre, su hermana, y otros seres queridos que habían sido consumidos por las sombras del íncubo. Cada uno de ellos apareció frente a ella, envuelto en llamas, con expresiones de dolor y desesperación.

"Lucía..." Sus voces eran un eco lejano, llenas de sufrimiento. "¿Por qué no nos salvaste? ¿Por qué nos abandonaste?"

El impacto emocional fue inmediato. La culpa, ese veneno silencioso que había intentado suprimir durante tanto tiempo, comenzó a burbujear en su interior, amenazando con consumirla. Era como si el fuego a su alrededor estuviera directamente conectado a sus sentimientos más oscuros y profundos, amplificando cada temor y cada duda.

"No..." murmuró, retrocediendo un paso mientras las figuras ardientes se acercaban más. Sabía que esto no era real, que era una ilusión creada por el guardián para quebrantarla, pero eso no hacía que fuera menos doloroso.

Las llamas bailaban a su alrededor, envolviéndola en una espiral de recuerdos que ardían con una intensidad insoportable. Cada paso que daba hacia adelante era contrarrestado por el peso de su pasado, por los gritos y acusaciones de las figuras que la rodeaban.

A medida que las llamas continuaban danzando, Lucía sintió que su fuerza flaqueaba. Cada segundo dentro de la prueba era una tortura emocional y física. Sus manos temblaban, y el sudor caía por su rostro, mezclándose con las lágrimas que luchaba por contener. A pesar de todo, una pequeña chispa de resistencia ardía en su interior. Sabía que, si sucumbía al peso del pasado, no podría completar su misión.

Sombras en la Noche: El Llamado del ÍncuboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora