La luz de la luna se filtraba a través de los ventanales rotos del antiguo templo, proyectando largos haces plateados sobre las paredes cubiertas de musgo y líquenes. El aire era pesado y denso, cargado de una extraña quietud que parecía apoderarse del lugar como un manto invisible. El suelo de piedra estaba agrietado, marcado por los ecos de rituales ancestrales que habían tenido lugar aquí, mucho antes de que Lucía pusiera un pie en este mundo. A su alrededor, las sombras parecían moverse con vida propia, acechándola desde cada rincón. Sabía que estaba en territorio peligroso, en un lugar donde el tiempo y el espacio se entrelazaban con lo sobrenatural.
Lucía permanecía inmóvil en el centro de la sala principal, su respiración era irregular, y cada uno de sus sentidos estaba en alerta máxima. Este era el lugar donde todo culminaría, donde finalmente descubriría el verdadero precio de su búsqueda. Había perseguido respuestas durante tanto tiempo, había lidiado con el íncubo que la había acechado y con las verdades ocultas sobre su propio linaje, pero ahora la pregunta más importante se alzaba ante ella: ¿qué precio estaba dispuesta a pagar por la libertad?
El eco de los pasos de Samuel resonó detrás de ella, interrumpiendo sus pensamientos. Su presencia se sentía distante, como si una barrera invisible lo separara de la realidad que ahora envolvía a Lucía. Desde la noche en que ambos decidieron realizar el Ritual del Espejo, algo había cambiado en su relación. El vínculo entre ellos había sido alterado, no solo por los secretos que se desvelaron esa noche, sino por las decisiones que cada uno había tomado en el camino hacia la verdad.
Samuel se acercó lentamente, sus ojos estaban cargados de preocupación y una pizca de desesperanza. Sabía lo que estaba en juego, tanto para él como para Lucía. Durante semanas habían recorrido un sendero tortuoso de misterios y enfrentamientos sobrenaturales, pero ahora, al llegar al borde del abismo, todo se reducía a este momento.
"Lucía, esto tiene que acabar," dijo Samuel, su voz llena de urgencia. "No podemos seguir huyendo, pero tampoco podemos ceder al poder que nos rodea. Sabes que este camino solo lleva a la destrucción."
Lucía lo miró, sintiendo una mezcla de tristeza y resolución en su interior. Sabía que Samuel tenía razón en parte, pero también sabía que él no entendía completamente lo que estaba en juego. El íncubo había dejado en claro que la única manera de detener el ciclo de pesadillas y esclavitud era tomando una decisión que nadie antes había tenido el valor de tomar.
Lucía había aprendido mucho desde que comenzó esta odisea oscura. Las páginas de los grimorios antiguos que había desenterrado hablaban de fuerzas que existían más allá del entendimiento humano, fuerzas que podían ser manipuladas y controladas, pero solo a un costo. Estos textos advertían del peligro de desear demasiado poder, y de cómo aquellos que se atrevían a cruzar la línea entre lo humano y lo sobrenatural quedaban inevitablemente atrapados.
Sin embargo, lo que había leído en un grimorio en particular, uno sellado durante siglos en la bóveda de la mansión de su familia, había sido lo más inquietante. Allí, detallado en un lenguaje antiguo y olvidado, estaba el Ritual de la Libertad, un rito reservado para aquellos que deseaban romper el vínculo con las entidades oscuras que habitaban en sus vidas. El ritual prometía libertad, pero también advertía que el precio sería algo más profundo que la simple muerte física.
"Para ser libre, debes sacrificar lo que te ata a este mundo," había leído Lucía. Al principio, no entendió lo que significaba, pero a medida que se sumergía más en los misterios del íncubo y en su propio pasado, la verdad comenzó a revelarse. Su propia esencia, la identidad que había formado a lo largo de los años, estaba entrelazada con las sombras. Había una conexión innegable entre su alma y las fuerzas oscuras que la acechaban.
Romper ese vínculo significaría despojarse de una parte esencial de sí misma, de su identidad, de sus recuerdos, de todo lo que la hacía ser Lucía.
La presencia del íncubo era palpable, incluso cuando no estaba físicamente en la sala. Su esencia flotaba en el aire, susurrando desde las sombras, invadiendo los pensamientos de Lucía y Samuel. No podía verlo, pero sabía que estaba cerca, observándolos, esperando. Había dejado en claro lo que quería: el control absoluto sobre Lucía, el acceso a su alma y al poder que ella guardaba sin saberlo. Sin embargo, había algo más, algo que no había revelado.
"Sabes lo que tienes que hacer, Lucía," la voz del íncubo resonó en su mente, suave y persuasiva. "El precio es alto, pero la recompensa es mayor. Liberarte de mí no es algo que puedas hacer por ti misma. Necesitas mi ayuda, mi poder, pero debes estar dispuesta a pagar el precio. Te ofrezco libertad, pero a mi manera."
Lucía cerró los ojos, intentando bloquear el susurro del íncubo. Pero cuanto más intentaba resistir, más presente se volvía su voz. Sentía que su mente era un campo de batalla, donde sus deseos y miedos se entrelazaban con la tentación de ceder al poder.
Sabía que el íncubo no era completamente sincero. No ofrecía libertad de forma desinteresada. Todo lo que hacía tenía un propósito oculto, un objetivo más oscuro. Sin embargo, la promesa de ser libre de su influencia era tentadora. Había pasado tanto tiempo siendo atormentada por él, tantas noches sin dormir, tantas pesadillas que la perseguían. ¿Podría realmente liberarse de todo eso?
"Lucía, no lo escuches," insistió Samuel, dando un paso más hacia ella. "Esto es lo que quiere. Quiere que cedas, que hagas lo que él desea. Pero hay otra manera, siempre hay otra manera. No puedes perderte en esto."
Lucía lo miró, y en sus ojos vio la desesperación de alguien que estaba a punto de perder a la persona que más le importaba. Samuel no lo decía, pero Lucía sabía que él estaba dispuesto a sacrificarse por ella si era necesario. Lo había visto antes en sus acciones, en cómo la protegía incluso cuando sabía que no podía enfrentar al íncubo por sí solo.
Pero Lucía también sabía que esta era su batalla. Era ella quien había sido marcada desde el principio, quien había sido atrapada en este juego mortal. Y aunque Samuel estaba a su lado, al final, era su alma la que estaba en juego.
Lucía respiró hondo y cerró los ojos, sintonizando su mente con el centro de su ser. El poder del íncubo zumbaba a su alrededor, envolviéndola en una nube de tentación y promesas. Pero también sentía algo más profundo dentro de ella, algo que había estado oculto todo este tiempo: una fuerza interior que no pertenecía al íncubo, ni a las sombras. Era algo suyo, algo que había heredado, quizás, de las generaciones de su familia que habían luchado contra lo sobrenatural.
"Samuel," dijo finalmente, su voz firme pero suave. "Sé lo que debo hacer."
Samuel se tensó, pero no dijo nada. Sabía que no podía detenerla, no en este punto.
Lucía se volvió hacia el altar improvisado en el centro de la sala, donde el grimorio, la daga y los otros elementos del ritual estaban dispuestos. Sabía que el tiempo se estaba agotando. El íncubo estaba cerca, esperando el momento de intervenir, pero antes de que pudiera hacerlo, Lucía debía tomar su decisión.
Se arrodilló frente al altar, su mirada fija en el grimorio abierto. Las palabras del ritual final estaban allí, esperando ser pronunciadas. Sabía que este conjuro no solo invocaría al íncubo, sino que abriría una puerta que no podría cerrar.
Con una mano temblorosa, tomó la daga ceremonial y la levantó, dirigiéndola hacia su propio pecho. Sabía que este era el sacrificio final. Para ser libre, debía renunciar a todo lo que era, todo lo que conocía. El precio no era la muerte, sino algo mucho más profundo: la pérdida de sí misma.
Cerró los ojos, preparándose para lo que estaba por venir.
En el momento en que la daga atravesó su piel, una explosión de energía oscura llenó la sala. Las sombras que rodeaban a Lucía se agitaron, como si hubieran sido liberadas de un control invisible. El íncubo apareció ante ella, su rostro distorsionado por la ira y el deseo, pero antes de que pudiera acercarse, una barrera invisible lo detuvo.
Lucía abrió los ojos, pero ya no era la misma. Algo había cambiado. Había pagado el precio de la libertad, y el íncubo lo sabía.
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Sombras en la Noche: El Llamado del Íncubo
TerrorSombras en la Noche: El Llamado del Íncubo: es una novela oscura y envolvente que combina terror psicológico con elementos sobrenaturales, narrando la historia de Lucía, una joven atrapada entre el mundo real y un universo de sombras y pesadillas. T...