CAPITULO 4: CANCER

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CITA INESPERADA

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CITA INESPERADA

"El hogar es donde late el corazón."

- Plinio el Viejo

La luz del día empezaba a despedirse en Londres mientras Alice cerraba los libros de historia infantil en su aula. Los suspiros de los niños, que habían disfrutado de las últimas lecciones, llenaban el aula antes de que el sol cediera su dominio al crepúsculo. La jornada en la escuela había concluido, y Alice abordaba el tren que la llevaría de regreso a casa. Sus ojos se sumergían en las páginas de antiguas historias mesopotámicas, un libro que le obsequió su madre y que sería su compañía durante el viaje en tren.

La cabina del tren, que normalmente resonaba con el bullicio de la ciudad, quedó envuelta en un silencio inquietante cuando el traqueteo metálico se detuvo abruptamente. Los pasajeros intercambiaban miradas nerviosas, mientras el anuncio del conductor resonaba en el espacio claustrofóbico:

—Amenazas de bombas en las vías ferroviarias. Por favor, permanezcan en sus asientos y mantengan la calma mientras evaluamos la situación.

El corazón de Alice latía con urgencia mientras intentaba comunicarse con su madre, pero la falta de cobertura en su móvil le negaba el consuelo de escuchar su voz tranquilizadora. —Por favor, que todo esté bien... —pensó, tratando de calmarse mientras miraba el móvil sin señal. El tiempo parecía estirarse infinitamente, y la incertidumbre se cernía como un espectro sobre la tumultuosa escena en la cabina. Los pasajeros intercambiaban sus teorías y preocupaciones en susurros ansiosos.

Alice notó a un niño, de no más de siete años, sentado solo en el vagón. Su instinto maternal la llevó a inclinarse hacia él con una sonrisa reconfortante.

—Hola, ¿estás bien? —le preguntó, su voz suave y llena de calidez.

—Estoy esperando a mi mamá —respondió el niño, con ojos grandes y llenos de incertidumbre.

—¿Te gustaría que te acompañara hasta que llegue? —Alice se sentó a su lado, ofreciéndole un caramelo que sacó de su bolso. —Al menos puedo hacer algo por alguien... —pensó, sintiendo una ligera calma al estar junto al niño.

Mientras el tren permanecía detenido, un grupo de personas en la cabina comenzó a debatir acaloradamente sobre el contexto global que rodeaba la propuesta de un nuevo orden mundial. Cada uno expresaba sus opiniones y preocupaciones, aportando un mosaico de perspectivas que reflejaban la complejidad del escenario político internacional.

Un hombre de mediana edad, con un periódico doblado en las manos, compartió su punto de vista con una voz cargada de ansiedad.

—Esto del nuevo orden mundial suena a una estratagema para controlarnos a todos. Los líderes solo quieren más poder y control, y están dispuestos a arriesgar la paz mundial para obtenerlo.

Guardianes Zodiacales; Destino, El Despertar de los SignosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora