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El lunes amaneció gris, con nubes bajas que parecían presagiar tormenta. Luna se despertó sintiéndose agotada, como si la discusión con sus hermanos la hubiera drenado por completo. La casa estaba en un silencio casi opresivo, sin el menor sonido que indicara la presencia de ellos. Eso la preocupó; a pesar de todo, los hermanos siempre había sido predecible en sus rutinas, pero hoy no había rastro de él.

Mientras se preparaba un café, luna repasó en su mente los eventos de el dia anterior. Sabía que había hecho lo correcto al hablar con sinceridad, pero no podía evitar sentir un peso en el pecho, una culpa que no lograba sacudirse. Había visto el dolor en los ojos de sus hermanos, una mezcla de decepción y rabia que la seguía atormentando.

Decidió dar una vuelta para despejarse. Se puso un abrigo ligero y salió a caminar por las calles húmedas de la ciudad, intentando ordenar sus pensamientos. El aire fresco le ayudó a calmarse un poco, pero la preocupación por sus hermanos seguía ahí, latente.

Después de una hora, decidió volver a casa. Al abrir la puerta, encontró a carlos sentado en el sofá, mirando la televisión con una expresión vacía. Había una taza de café a medio terminar sobre la mesa, y el aire estaba cargado de tensión. Luna respiró hondo, preparándose para lo que fuera que viniera a continuación.

-Hola,- dijo, intentando sonar casual.

Carlos no apartó la vista de la pantalla. -Hola-, respondió, su voz tan fría como la noche anterior.

Luna sintió que el nudo en su estómago se apretaba más. Sabía que no podía dejar las cosas así, pero no estaba segura de cómo abordar la situación sin que todo volviera a escalar. Decidió que lo mejor era intentar romper el hielo, aunque fuera con algo trivial.

-¿Cómo les fue en la presentación de antier?- preguntó, acercándose un poco.

Carlos suspiró, finalmente apagando la televisión y volviendo la mirada hacia ella. -bien- dijo, aunque su tono indicaba lo contrario. "Pero no es eso lo que me preocupa.-

Luna se mordió el labio, sabiendo que la conversación inevitable estaba a punto de empezar. Se sentó en una silla frente a él, intentando mantener la calma. -carlos, siento mucho cómo terminaron las cosas anoche. No quería que todo se saliera de control-.

-¿Y qué querías entonces, luna?- carlos la miró fijamente, sus ojos llenos de una mezcla de agotamiento y resentimiento. -¿Que aceptara sin más que de repente te conviertas en alguien que no reconozco?-

-Solo quiero que entiendas que necesito espacio-, respondió ella, intentando mantener su voz firme. -No se trata de alejarme de ti, sino de encontrar un equilibrio. No puedo seguir dependiendo de ustedes para todo-.

Carlos dejó escapar una risa amarga. -¿Equilibrio? Desde que empezaste con todo esto de gabito, de tus nuevas amistades, todo ha sido cualquier cosa menos equilibrado. Es como si estuvieras buscando excusas para distanciarte, para empujarme fuera de tu vida-.

Las palabras de carlos golpearon a luna en lo más profundo. Sentía que una parte de lo que decía era cierto, pero también sabía que no podía seguir viviendo bajo la sombra de su control. -No estoy buscando excusas, carlos. Estoy intentando crecer, ser yo misma. Sé que siempre has estado ahí para mí, pero eso no significa que tenga que renunciar a mi independencia-.

Carlos se levantó bruscamente del sofá, empezando a caminar de un lado a otro de la sala. -¿Independencia? Lo que estás haciendo es jugar con fuego, luna. No sabes lo que te espera ahí fuera, lo duro que puede ser todo cuando no tienes a alguien que te cuide-.

-Y tú no sabes lo asfixiante que puede ser sentir que no tienes control sobre tu propia vida-, replicó luna, -No quiero vivir con miedo a tus reacciones, no quiero seguir siendo una versión de mí misma que no es real-.

Carlos se detuvo, mirando a luna con una mezcla de incredulidad y furia. -¿Así que eso es lo que piensas de mí? ¿Que te estoy asfixiando, que no te dejo ser tú misma? Todo lo que he hecho ha sido por ti, para protegerte, para asegurarnos de que no te hagan daño-.

Luna sintió que las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, pero las contuvo. -Lo sé, carlos, y te lo agradezco. Pero no puedo seguir siendo solo la hermana pequeña que necesita protección. Tengo que descubrir quién soy por mí misma, incluso si eso significa cometer errores-.

El silencio que siguió fue insoportable. Carlos la miraba como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. Finalmente, dejó escapar un largo suspiro y se dejó caer nuevamente en el sofá, pasándose las manos por el cabello.

-Tal vez tengas razón-, dijo en voz baja, casi en un murmullo. -Tal vez hemos estado demasiado encima de ti. Pero es difícil, lunaa. Difícil verte crecer, verte alejarte. Siempre he sentido que era mi responsabilidad cuidar de ti, especialmente después de lo que pasó con papá y mamá-.

Luna sintió que el nudo en su pecho se aflojaba un poco. Sabía que carlos llevaba una carga pesada, una responsabilidad autoimpuesta que había dirigido gran parte de su vida. Se acercó a él, sentándose a su lado en el sofá.

-Lo sé, y nunca podré agradecerte lo suficiente por todo lo que han hecho-, dijo suavemente. -Pero cuidar de mí no significa que tengas que controlarlo todo. Podemos seguir siendo una familia, estar ahí el uno para el otro, sin que tengas que sacrificar tu propia vida o controlar la mía-.

Carlos se quedó en silencio por un largo rato, y cuando finalmente habló, su voz sonó más suave, más humana. -No quiero perderte, luna. No quiero que esto nos destruya-.

-No lo hará-, respondió ella, con más convicción de la que sentía. "Solo tenemos que encontrar un nuevo equilibrio, uno en el que los cuatro podamos ser felices-.

Carlos asintió, pero no dijo nada más. Se quedaron sentados en silencio, uno al lado del otro, con la tensión entre ellos aún presente, pero menos opresiva. Luna sabía que todavía quedaba mucho por resolver, que el camino hacia la independencia que buscaba sería largo y lleno de obstáculos. Pero en ese momento, sintió que tal vez, solo tal vez, había una posibilidad de que todos encontraran una forma de seguir adelante sin destruir lo que quedaba de su relación.

-Me iré a mi cuarto-, dijo carlos -Y le diré de nuestra platica a cesar y Cristhian-, dijo finalmente para levantarse del sillón y desaparecer por las escaleras.

Y con esa pequeña chispa de esperanza, luna decidió que seguiría luchando, no solo por su libertad, sino también por la posibilidad de reconstruir una relación con sus hermanos que no estuviera basada en el control y el miedo, sino en el respeto y el apoyo mutuo.






𝓝𝓸𝓼  𝓿𝓮𝓶𝓸𝔃  𝓵𝓪  𝓹𝓻𝓸́𝔁𝓲𝓶𝓪  𝓼𝓮𝓶𝓪𝓷𝓪  𝓫𝓫𝓼 ♥︎ 𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓸 𝓺𝓾𝓮  𝓮𝓼𝓽𝓮́𝓷 𝓭𝓲𝓼𝓯𝓻𝓾𝓽𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓶𝓾𝓬𝓱𝓸 𝓵𝓪 𝓱𝓲𝓼𝓽𝓸𝓻𝓲𝓪 ♥︎

El Lado Oscuro De EllosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora