Luna no durmió bien esa noche. El mensaje de Cristhian seguía rondando su cabeza, y aunque sabía que había tomado la decisión correcta al marcharse, la culpa no la dejaba en paz. Había crecido bajo la sombra de sus hermanos mayores, especialmente de Cristhian, que siempre había sido el más rígido, el más protector, y el más controlador. Ahora, enfrentarse a ellos desde la distancia era un desafío completamente nuevo.
Se despertó antes de que saliera el sol, el cielo aún oscuro y silencioso. Gabito seguía durmiendo profundamente en la cama del hotel, así que Luna decidió salir a caminar sola por la playa. Necesitaba despejarse, pensar en su siguiente paso, en cómo manejar las cosas cuando inevitablemente tuviera que regresar.
Mientras caminaba, las primeras luces del amanecer empezaban a teñir el cielo de tonos anaranjados y rosados. El aire fresco llenaba sus pulmones, dándole una momentánea sensación de calma. Sin embargo, en el fondo, sabía que su vida seguía enredada en la tensión que había dejado atrás.
Con el teléfono en la mano, revisó las notificaciones que había ignorado la noche anterior. César también le había mandado un mensaje:
"Luna, no sé qué está pasando, pero estoy preocupado. Cristhian está enfadado y no puedo calmarlo. Por favor, dinos que estás bien. No queremos pelear, solo queremos saber cómo estás. Llámame cuando puedas."
Luna suspiró. César siempre había sido más comprensivo que Cristhian, pero aun así, su papel de hermano mayor lo empujaba a ser protector, incluso cuando ella no lo necesitaba. Esta vez, no podía ceder a esa protección, no cuando sabía que era una forma de control más que de cariño.
Decidió que tenía que hablar con ellos. No podía seguir evitando las confrontaciones si realmente quería seguir adelante. Se sentó en la arena y, después de unos minutos de dudar, marcó el número de César.
El teléfono sonó varias veces antes de que César contestara.
-Hola, Luna -dijo, su voz con un tono mezcla de alivio y tensión.
-Hola, César -respondió ella suavemente, preparando sus palabras-. Estoy bien, pero necesitaba tiempo para mí.
-Hemos estado muy preocupados -respondió él, sin rodeos-. Cristhian está furioso. No entiende por qué te fuiste así, sin avisar. Y la verdad, yo tampoco lo entiendo del todo.
Luna respiró hondo, sintiendo el peso de lo que estaba por decir.
-Me fui porque necesitaba escapar de todo por un tiempo -dijo finalmente-. No podía seguir soportando la presión de ustedes, especialmente de Cristhian. Sé que piensan que me están protegiendo, pero eso no es lo que siento. Siento que me controlan, que no puedo tomar mis propias decisiones.
Hubo un silencio del otro lado de la línea, como si César estuviera procesando lo que había dicho. Finalmente, habló, pero su tono era más suave, casi con un dejo de tristeza.
-Luna, no era nuestra intención hacerte sentir así. Solo… no queremos que te lastimen. Cristhian y yo… hemos hecho lo mejor que hemos podido desde que mamá y papá ya no están. Pero si lo que hemos hecho te ha hecho sentir atrapada, eso no era lo que queríamos.
-Lo sé, César -respondió Luna, sintiendo una mezcla de emociones en su interior-. Sé que no lo hacían con mala intención, pero igual me estaba afectando. Necesito espacio para vivir mi vida, cometer mis errores, y aprender por mí misma.
César guardó silencio de nuevo, pero cuando habló esta vez, su tono era más comprensivo.
-Entiendo. Solo… me gustaría que volvieras y lo habláramos en persona. No podemos resolver esto si sigues lejos.
Luna sabía que tendría que regresar eventualmente, pero aún no se sentía preparada. Quería más tiempo para aclarar sus pensamientos, para fortalecer su decisión antes de enfrentarse a Cristhian cara a cara.
-Aún no estoy lista para volver -dijo, con firmeza-. Pero lo haré pronto, cuando esté preparada. Y cuando lo haga, quiero que entiendas que las cosas tienen que cambiar. No puedo seguir viviendo bajo sus reglas.
César suspiró al otro lado de la línea.
-De acuerdo, Luna. No voy a presionarte para que regreses antes de tiempo. Solo quiero que sepas que estamos aquí, y que te queremos. Pero… por favor, cuídate.
-Lo haré -respondió Luna, sintiendo un alivio al saber que César al menos estaba dispuesto a escucharla-. Gracias, César.
Después de colgar, Luna permaneció sentada en la arena, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad. Había dado el primer paso hacia la reconciliación, pero el mayor desafío aún estaba por venir: enfrentar a Cristhian. Sabía que su hermano mayor no sería tan comprensivo como César.
Cuando volvió al hotel, Gabito estaba despierto, esperando por ella en la terraza con dos tazas de café en la mesa.
-¿Todo bien? -preguntó él cuando la vio acercarse.
Luna asintió, sentándose frente a él.
-Hablé con César -dijo, tomando la taza de café y sosteniéndola entre sus manos-. Fue difícil, pero creo que empieza a entenderme. Al menos, no me presionó para que volviera.
Gabito sonrió levemente.
-Me alegra escuchar eso. Sabía que César sería más razonable.
-Sí -asintió Luna-. Pero Cristhian es otra historia. No sé cómo voy a enfrentarme a él cuando vuelva.
-Vas a estar bien -dijo Gabito, con seguridad-. Solo recuerda que tienes el derecho de vivir tu vida como quieras, sin importar lo que Cristhian piense.
Luna asintió, aunque sabía que enfrentarse a Cristhian sería una batalla difícil. Pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que tenía la fuerza para hacerlo.
El viento del cambio seguía soplando, y Luna estaba decidida a no retroceder.
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El Lado Oscuro De Ellos
Fiksi PenggemarEl lado oscuro de ellos Luna siempre había admirado a sus hermanos mayores, Carlos, Cristhian y cesar. Creció creyendo que ellos eran sus protectores, sus guías y sus modelos a seguir. Pero, a medida que los años pasan, luna comienza a darse cuenta...