El domingo por la mañana, luna se despertó con una sensación extraña. No era completamente de alivio, pero tampoco de ansiedad. Era como si estuviera en medio de un cruce de caminos, con una parte de ella emocionada por lo que estaba por venir y otra inquieta por lo que dejaría atrás. La noche anterior con gabito había sido perfecta, pero también sabía que volver a casa, a la realidad con sus hermanos, siempre traía consigo un tipo diferente de desafío.
Bajó las escaleras, encontrándose con carlos en la cocina habia empezo a notar que carlos estaba muy distante a sus hermanos pero no quiso preguntar para no desatar mas problemas, como de costumbre. Estaba preparando café, una rutina que se había vuelto casi automática entre ambos, un gesto de cortesía después de todas las tensiones acumuladas. Esta vez, sin embargo, había algo en la forma en que se movía que le hizo pensar que algo estaba diferente.
-Buenos días- saludó luna, tratando de sonar normal.
'Buenos días- respondió carlos, sin mirarla. Su tono no era distante ni frío, pero tampoco cálido. Era... neutral, lo cual, en cierto modo, la inquietaba más.
Se sirvió un café y se sentó a la mesa, intentando ocultar el nerviosismo que sentía crecer en su interior. No podía evitar preguntarse si carlos iba a mencionar algo sobre la noche anterior, sobre gabito, sobre cómo estaba viviendo su vida de una manera cada vez más independiente.
-¿La pasaste bien anoche?- preguntó carlos de repente, rompiendo el incómodo silencio.
Luna lo miró, sorprendida por la pregunta directa, pero tratando de mantener la calma. -Sí, la verdad es que sí. Fue una noche tranquila-.
Carlos asintió lentamente, pero no parecía interesado en los detalles. Había algo en su rostro que luna no lograba descifrar, una mezcla de agotamiento y resignación que la desconcertaba.
-Me alegra que la hayas pasado bien-, dijo finalmente, su voz calmada pero cargada de un trasfondo que luna no podía ignorar. -He estado pensando mucho en lo que dijiste la otra noche-.
Luna se tensó ligeramente, sabiendo que estaban a punto de tener una conversación importante. Dejó la taza sobre la mesa y lo miró fijamente, esperando que continuara.
-He estado malinterpretando las cosas-, continuó carlos, hablando con una sinceridad que luna no había esperado. -Quiero decir, entiendo lo que quieres decir con independencia y espacio. Lo que no entiendo es cómo llegamos hasta aquí-.
Sus palabras la desarmaron por completo. Esperaba que su hermano intentara imponerse de nuevo, que arremetiera como solía hacerlo. Pero esta vez, carlos parecía realmente dispuesto a hablar, no a discutir.
-Yo tampoco sé exactamente cómo llegamos hasta aquí-, admitió luna, sintiéndose de repente vulnerable. -Solo sé que he cambiado, y creo que tú también has cambiado, de alguna forma. Y ahora parece que estamos... perdidos-.
Carlos dejó escapar un largo suspiro y se pasó las manos por el rostro. -perdidos, sí. Es la palabra perfecta. Siempre pensé que estarías a salvo si yo me ocupaba de todo, si tomaba las decisiones difíciles por ti. Pero lo único que logré fue que te sintieras atrapada-.
Luna sintió un nudo en la garganta. Nunca había escuchado a carlos hablar de esa manera, con tanto reconocimiento de su propio comportamiento. Le sorprendía que él lo entendiera, que estuviera dispuesto a admitir que quizás había estado equivocado.
-No fue tu intención-, dijo luna suavemente. -Pero sí, me sentí atrapada. No porque no quisiera tu ayuda, sino porque necesitaba descubrir quién era yo más allá de ser tu hermana pequeña. Y no sabía cómo decírtelo sin herirte-.
Carlos asintió, claramente procesando sus palabras. -Supongo que siempre pensé que, después de todo lo que pasamos con papá y mamá, tenía que protegerte de todo, incluso de ti misma. Pero ahora veo que solo te estaba haciendo daño-.
El silencio que siguió fue denso, pero esta vez no estaba lleno de resentimiento ni tensión. Era un silencio reflexivo, como si ambos estuvieran absorbiendo el peso de las palabras que acababan de intercambiar.
-Quiero intentarlo de nuevo-, dijo finalmente carlos. -Quiero apoyarte, de verdad. Pero necesito que me ayudes a entender cómo hacerlo sin sentir que estoy perdiendo a la única familia que me queda-.
Luna sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía lo importante que era para carlos, y lo mucho que él había cargado sobre sus hombros desde que eran jóvenes. Había sido su protector, su guía, y la idea de perder esa conexión era tan dolorosa para él como para ella.
-No tienes que perderme, carlos-, dijo, su voz temblando un poco. -Solo necesito que me dejes ser quien soy. Todavía te necesito, pero de una forma diferente-.
Carlos asintió lentamente, y por primera vez en mucho tiempo, luna vio algo en su rostro que no había visto antes: aceptación.
-Entonces, voy a intentarlo-, dijo él, con más convicción de la que había esperado. -Pero será difícil para mí. A veces, siento que si no estoy controlando todo, las cosas se desmoronarán-.
-Y a veces siento que si no tomo el control de mi vida, nunca sabré lo que es ser realmente feliz-, respondió luna, mirándolo a los ojos. -Quizás ambos necesitamos aprender a confiar el uno en el otro de una manera diferente-.
La habitación quedó en silencio una vez más, pero esta vez era un silencio que no asfixiaba. Había un entendimiento tácito entre ambos, una promesa de que, aunque el camino sería difícil, estaban dispuestos a recorrerlo juntos. Carlos no iba a dejar de ser protector, pero luna tampoco iba a dejar de luchar por su independencia. Y en ese equilibrio, tal vez, encontrarían la paz que tanto necesitaban.
-Gracias-, dijo Luna suavemente, rompiendo el silencio. -Gracias por intentarlo-.
-por cierto si intenté hablar con Cristhian y cesar pero ellos siguen en su burbuja-, dijo seriamente-pero no te preocupes también lo seguiré intentando-.
Carlos sonrió levemente, y en ese momento, luna sintió que las cosas estaban empezando a cambiar, realmente a cambiar.
Ese día, mientras la luz del sol se filtraba por las ventanas de la cocina, luna supo que el precio de su libertad había sido alto, pero también valioso. Estaba dispuesta a seguir luchando por ella, pero ahora sabía que no estaba sola en esa lucha. Y, por primera vez en mucho tiempo, se permitió sentirse optimista sobre el futuro.
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El Lado Oscuro De Ellos
FanfictionEl lado oscuro de ellos Luna siempre había admirado a sus hermanos mayores, Carlos, Cristhian y cesar. Creció creyendo que ellos eran sus protectores, sus guías y sus modelos a seguir. Pero, a medida que los años pasan, luna comienza a darse cuenta...