Luna empacaba en silencio, doblando su ropa y guardando sus pertenencias en la pequeña maleta que había sacado del armario. El cuarto, que siempre había sido su refugio, ahora se sentía diferente. Era como si las paredes, que antes la acogían, se hubieran convertido en testigos de todo el dolor acumulado a lo largo de los años. Pero esta vez, no había más lágrimas, no había más dudas. Sabía que irse era lo correcto.
Había terminado de meter los libros y los recuerdos que más valoraba cuando escuchó un ligero golpe en la puerta. , sabia que seria cesar o carlos queriendo asegurarse de que estuviera bien, y cuando la puerta se abrió lentamente, vio a carlos, el hermano que más la apoyaba y el primero en aceptar su libertad.
Él entró sin decir una palabra al principio, observando la maleta abierta sobre la cama y a Luna recogiendo las últimas cosas. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y algo que ella no lograba descifrar del todo.
-¿Puedo pasar? -preguntó en voz baja, casi como si temiera molestarla.
Luna asintió. Carlos siempre había preferido estar estos últimos dias mas distante, prefería mantenerse al margen de las discusiones familiares para no tener problemas de ningun lado. Había escuchado más de lo que hablaba, y no había expresado aun abiertamente sus opiniones.
Carlos cerró la puerta tras de sí y se acercó a la cama, mirando la maleta sin tocarla.
-¿Así que te vas? -preguntó, con un tono que no tenía juicio ni reproche, solo una curiosidad suave.
Luna asintió lentamente, mientras guardaba una foto de todos ellos de pequeños, un recuerdo de tiempos más simples.
-Sí -respondió, sin dejar de trabajar en su maleta-. No puedo seguir aquí, carlos. No después de lo que pasó anoche. No puedo seguir viviendo con Cristhian.
Carlos guardó silencio por unos momentos, como si estuviera procesando sus palabras. Luego, se sentó en el borde de la cama, con la mirada fija en el suelo.
-estos dias trate de no meterme en las discusiones -dijo finalmente-. No porque no me importe lo que pasa, sino porque… bueno, sentía que mi voz no cambiaría nada.
Luna se detuvo y lo miró, sabia que carlos no habia opinado mucho últimamente pero lo que si sabia es que el nunca dejaría de apoyarla.
-Pero esta vez -continuó carlos, levantando la vista para encontrarse con los ojos de Luna-, quiero que sepas algo. No importa lo que decidas, te voy a apoyar. Siempre.
Luna sintió un nudo en la garganta. No esperaba esas palabras de él. Había asumido que carlos, al igual que Cristhian, preferiría que se quedara y tratara de seguir manteniendo la paz. Pero verlo allí, diciéndole que respetaba su decisión, la sorprendió.
-¿De verdad? -preguntó, sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Había sido tan fuerte durante todo el día, pero escuchar eso de uno de sus hermanos le daba una sensación de alivio que no sabía que necesitaba.
Carlos asintió.
-Sí. Sé que Cristhian tiene buenas intenciones, o al menos eso quiere creer, pero lo que hizo estuvo mal. Y tú tienes derecho a tomar tus propias decisiones, Luna. Ya eres adulta, y si sientes que irte es lo mejor para ti, entonces tienes que hacerlo.
Luna se acercó a la cama y se sentó junto a él, dejando que el peso de su maleta quedara a un lado por un momento.
-No pensé que lo entenderías -dijo, con la voz temblorosa-. Siempre creí que te quedarías del lado de Cristhian o de César.
Carlos soltó un suspiro, mirando sus manos antes de hablar de nuevo.
-No es cuestión de tomar partido, al menos no para mí. No quiero estar de un lado o del otro, solo quiero que estés bien. Y si eso significa que tienes que irte, entonces adelante. Siempre tendrás mi apoyo, Luna, en cualquier decisión que tomes.
Luna sintió cómo las lágrimas finalmente escapaban de sus ojos, pero esta vez no eran lágrimas de tristeza o frustración. Era alivio, un profundo consuelo de saber que, al menos, uno de sus hermanos la entendía y estaba dispuesto a dejarla seguir su propio camino.
Carlos, sin decir nada más, le pasó el brazo por los hombros y la abrazó suavemente. Luna se dejó envolver en ese abrazo, sintiendo el calor y la sinceridad de su hermano mayor, un gesto que no habían compartido en mucho tiempo.
-Gracias -susurró Luna, apoyando la cabeza en su hombro-. No sabes lo mucho que esto significa para mí.
Carlos asintió, sin soltarla.
-Siempre estaré aquí para ti, aunque no siempre lo diga. Y si alguna vez necesitas volver, si te sientes perdida, esta casa siempre será tu hogar.
Luna asintió entre lágrimas, agradecida por esas palabras. Sabía que estaba tomando la decisión correcta al irse, pero también sabía que no sería fácil. Aun así, escuchar a carlos decir que siempre tendría un lugar a donde regresar le daba una tranquilidad que no había sentido en días.
Después de unos minutos, carlos se levantó del borde de la cama y le dio una leve sonrisa.
-Voy a dejarte terminar de empacar. Pero recuerda, no estás sola en esto, ¿ok?
Luna asintió, secándose las lágrimas.
-Gracias, carlos. De verdad.
Él salió de la habitación, cerrando la puerta suavemente tras de sí. Luna se quedó mirando la maleta, pero esta vez con una sensación distinta en el pecho. Todavía tenía mucho por delante, y sabía que el camino sería complicado, pero con el apoyo de carlos y ahora cesar empezando a entenderla, sentía que podía enfrentarlo.
Terminó de guardar las últimas cosas en su maleta y se preparó para lo que venía. Aunque dejar la casa sería difícil, estaba más segura que nunca de que ese era el paso que debía dar para comenzar a vivir su propia vida.
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El Lado Oscuro De Ellos
FanficEl lado oscuro de ellos Luna siempre había admirado a sus hermanos mayores, Carlos, Cristhian y cesar. Creció creyendo que ellos eran sus protectores, sus guías y sus modelos a seguir. Pero, a medida que los años pasan, luna comienza a darse cuenta...