39.

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—Otro —pide.

Le doy otro piquito.

—Otro.

Le doy de nuevo, un piquito más en sus labios. Llevábamos así un buen rato, acurrucados en el sillón, yo entre sus brazos y él pidiéndome mini besitos.

—Te voy a grabar para subirlo y que vean cómo traigo al Junior H.

Sonrío, y él aparta mis cabellitos rebeldes detrás de mi oreja.

—Ni siquiera dejas que suba fotos contigo.

—Me da miedo —sonrío.

—Está bien, solo no te tardes tanto, porque me muero por llevarte a todos lados.

Le robo otro beso.

—¿Me vas a acompañar hoy a la grabación o no?

—Ay, es que odio cuando grabas con otras morras —me quejo—. Además, salen con bien poquita ropa.

Se ríe por lo bajo.

—Pues es mi trabajo, amor.

—Hagan otros videos, no sé, como manejando o algo. No eso.

Me toma del mentón, sonriendo.

—Ándale, acompáñame —me pide—. Me encanta trabajar y verte ahí.

Suspiro.

—Bueno, vamos, y después pasamos por Mati a la guardería.

—Ay sí, mi niño —me dice, y sonrío—. Ya hay que ir pensando qué le vamos a hacer cuando cumpla el año.

Frunzo el ceño. Sabía que faltaban menos de dos meses, pero solo había pensado hacer una reunión pequeña.

—Pues un pastel chiquito e invitar a la gente aquí.

Ahora él me mira extrañado.

—No mames, Monserrat, es el primer año del niño. ¿Cómo le vamos a hacer solo eso?

Sonrío inconscientemente, sintiendo mariposas al escuchar que él se incluía en la responsabilidad. Qué tonta fui cuando hace dos meses pensé que se asustaría al ver lo que es la vida con un bebé.

—¿Amor, pues qué más quieres hacerle tú?

—Le pregunté a un compa que le hizo su fiesta a su hija, y ya me contó más o menos cómo está el rollo —me contesta—. Ya sé dónde puede ser y todo.

Lo miro atónita.

—¿Amor, pero a quién vamos a invitar? —le pregunto—. Yo no tengo amigos ni nada.

Sonríe.

—Yo quiero invitar a los míos —me responde—. Quiero presentarles a mi niño.

No sabía cómo no derretirme en ese momento. Estaba sumamente emocionada, pero no quería exagerar.

—¿En serio? —él asiente—. Bueno, entonces hay que organizar algo ya, porque no falta mucho.

—¿Pero sí quieres? —Esta vez soy yo quien asiente—. Entonces, contrataremos a alguien y le vas a decir todo lo que quieres.

Lo miro y sonrío, me levanto para darle un beso en la mejilla. Él pasa sus manos a mi espalda baja.

—Y yo pagaré todo.

Estoy por renegar, pero él me detiene.

—Ni siquiera voy a pelear. Es un aviso y ya, no me importa si no quieres.

—Antonio, ¿cómo crees? —le pregunto—. Es mi hijo.

—Y precisamente por eso, Monserrat —me responde serio—. Es el hijo de la morra que más amo.

Las mariposas se intensifican.

🕰️

Estoy sentada en el sillón detrás mientras arreglan y fotografían a Junior. Unos minutos después, nos quedamos solos.

—A ver, ¿cómo me veo?

—Guapísimo, mi amor.

—¿Sí? —me pregunta—. ¿Como para que se te antoje un rapidín ahorita?

Carcajeo.

—¿Qué te pasa, Antonio? —le pregunto, riendo—. Estás loquito.

—Ay, amor —se queja—. Ya vámonos entonces, vente.

Me levanto y le doy la mano para seguirlo hacia el set. Ya todos lo estaban esperando, y apenas lo ven, todos se acercan.

—Eh, espérense, mi morrita pues, quítense.

Me da la mano para pegarme a él y, ahora sí, escucha a todos. Estamos ahí con todos, y unos minutos después, me lo dejan libre.

—¿Y usted qué quiere, señorita? —dice, tomándome de la cintura—. ¿Qué necesita?

Me río y paso mis brazos detrás de su nuca.

—¿Que la bese? —me susurra muy cerca de mis labios.

Carcajeo y le robo un beso.

—Ándale, ve y ya deja de andar de chiflado.

Detrás, veo de lejos a una modelo, alta, de cabello negro largo, piel blanca, minifalda y en top.

—Ya llegó tu acompañante —le digo.

Voltea hacia atrás y ve a la chica, pero inmediatamente regresa la mirada a mí.

—Vas a ver que ni la toco —me promete.

Me río y niego.

—Es tu trabajo, amor, no importa —le doy un beso en la mejilla—. Pero ya ve.

Asiente y, después de besarme por última vez, se aleja para empezar a grabar. Me dirigen a uno de los asientos donde puedo ver todo.

Así pasa la grabación. Yo solo tragaba saliva cada que veía cómo tenían que grabar ciertas escenas comprometedoras. Cuando cortaban, Junior se alejaba rápido y me miraba con ojos de sufrimiento.

Después de varias grabaciones, por fin terminan. La modelo se acerca a Junior, como platicando, y yo no hago nada. Solo miro a otro lado para que no sientan que estoy intimidándolos, pero pasan minutos hasta que Junior me llama:

—¡Mon! Ven, mi amor —me grita desde donde está.

Lo miro con ojos suplicantes y me levanto. Me ponía muy de nervios que me presentara con gente del medio. Sentía que se decepcionarían al verme.

—¿Eres tú? —me pregunta la modelo—. Pensé que era broma.

Sonrío y le extiendo la mano.

—Hola.

Ella ve mi mano y solo finge una sonrisa, asintiendo mientras mira a Junior como si yo no estuviera.

—Bueno, pero...

—Eh, pues, te está saludando, ¿que no ves? —le dice Junior, serio.

Ella voltea y finge sorpresa.

—Perdóname, no te vi —me da la mano muy a la fuerza.

—Bueno, ya la conociste, ya te la presenté. Nosotros ya nos vamos, que hay muchas cosas que hacer —le dice súper serio.

Suspira y asiente. Se acerca a Junior para despedirse, pero él se quita.

—Yo no me despido de quien no quiso saludar a mi morra —dice molesto —A ver donde consigues chamba porque aquí no quiero gente irrespetuosa.

Me toma de la cintura y me jala para que camine a su lado.

—Ay, amor, qué grosero.

Niega y me toma de la mano, colocándose junto a mí.

—Pinche gente grosera —dice mientras saca las llaves de sus bolsillos del pantalón—. Quiero que te traten bien o que ni se acerquen.

Amigas, la verdad, perdí mi contraseña. JAJAJA PERO LA RECUPERE! Viva.

También, andaré de cumpleaños el miércoles 30, ahí para que me feliciten. Gracias por escribirme tantos mensajitos😭😭 me encantó entrar y leer que me extrañaron

reloj: junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora