41.

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"Monserrat, la ubicación."
11:57 p.m.

Ruedo los ojos.

—¿Qué pasó?

—Mi novio —contesto—. Está súper insistente con que le mande mi ubicación, pero lo conozco... mejor así.

Una de mis primas vino a visitarnos junto a sus amigas. Después de mucho insistir, acepté salir, aunque a Junior no le gustó la idea.

—¿Te enojaste? —le pregunto.

Él niega mientras come. Suspiro y ruedo los ojos para seguir en lo mío.

—¿Sabes lo que se hace en los antros? —me pregunta, después de varios minutos en silencio.

—Bailar y tomar.

—Y ligar también.

—Pues yo tengo novio —alzo los hombros—, no voy a eso.

—Monserrat, ¿cuántas veces has ido al antro?

Miro a mi alrededor y niego. Nunca. Cuando tenía la edad, solo fui a fiestas caseras, pero después de Mateo, todo eso se perdió.

—Déjame ir contigo.

Niego, y él se queja, golpeando levemente la mesa.

—Somos puras mujeres, Antonio, no voy a ser la castrosa que lleve a su novio.

—Ni me vas a notar, voy a estar sentado y ni te voy a hablar.

—Sabes que no es así.

Él me rueda los ojos.

—¿A dónde van a ir?

—No sé —miento.

—Sí sabes. ¿Dónde es?

—Es que si te digo, vas a ir de todos modos.

—¿Y si voy qué? —pregunta enojado—. ¿Qué vas a andar haciendo o qué?

Abro la boca, molesta.

—¿Sabes qué? Ya me quiero ir a la casa.

—Monserrat, estamos hablando.

—No, te estoy diciendo que saldré de fiesta el viernes y ya.

—Te estoy pidiendo el lugar, y ya.

—No.

Asiente, enojado.

—¿Y Mateo?

—Pues con mis tíos.

—¿Segura que son puras morras?

Asiento.

—¿Pero y si no fuera así, qué?

—Ay, ya, ya, Monserrat —contesta—. A veces me caes bien mal, mi amor.

—No me importa.

Termino de comer y dejo mi plato en el centro. Llevábamos ya casi cuatro meses juntos y no habíamos tenido ni una sola pelea. Nos habíamos adaptado muy bien el uno al otro.

Hasta ese día.

—Oye amor, ¿y si mejor van a uno de mis antros favoritos? Las mando con seguridad y que les den lugar VIP.

Frunzo el ceño.

—No.

Suspira, molesto.

—¿Ahora por qué?

—Junior, quiero una salida normal y ya —respondo, desesperada—. No quiero nada de eso.

Me ve y alza los hombros mientras sigue comiendo.

—Quiero salir y estar tranquila, ¿puede ser?

Suspira y asiente.

—Está bien, amor —contesta, ya resignado—. Solo, por favor, avísame que estás bien, ¿sí?

Y así quedó. Aun así, hoy, que llegó el día, no había dejado de recibir mensajes de él.

"Aunque sea dime si ya estás en el antro o algo, Monserrat."
12:09 a.m.

—Puta madre...

"Junior, te avisé cuando salí de casa, estoy bien. Te aviso cuando vaya de regreso."
12:11 a.m.

Pasan apenas unos segundos y veo que está escribiendo.

"¿Te van a llevar? ¿Quieres que vaya yo por ti?"
12:11 a.m.

"Traemos coche. Yo te aviso cualquier cosa, amor. Bye."
12:12 a.m.

"Espérame, espérame."
12:12 a.m.

"Mándame una foto, aunque sea, mi amor. Quiero ver cómo te ves ): "
12:13 a.m.

Sonrío. Lo odio, pero me encanta. Busco en mi galería una de las fotos que me tomé antes de salir y se la envío.

"Puta madreeee 😍😍. Y eso me lo comí yo ayer, chingado."
12:14 a.m.

"¿Así cómo no quieres que te ande celando tanto, mi amor? Si estás bien chula."
12:14 a.m.

"Me encantas."
12:15 a.m.

"Te quiero, mi amorcito. Ya te dejo, seguiré acá. Te aviso cualquier cosa, ¿sí?"
12:16 a.m.

Después decido guardar el celular en la bolsa. Me pongo a tomar y a bailar.

—Te extrañaba mucho, Monse —dice mi prima con aliento a alcohol.

Me río y la abrazo de vuelta.

—Yo a ti.

—Ya no has ido a vernos, recién conocí a Mateo.

—Ya sabes que allá no me quieren ni ver por mi bebé—recuerdo.

—No te preocupes, yo siempre te querré.

Sonrío y decido dejar el tema de lado para seguir bailando. No sabía ni la hora, llevaba muchísimo tiempo sin convivir con otras personas y estaba muy feliz.

Veo que mi prima le baila a uno de los chicos que se nos acercan, y nuestro círculo se une al suyo. Pronto ya éramos un mix.

—¿Tú cómo te llamas? —me pregunta uno de ellos.

—Monserrat —sonrío y sigo bailando con una de las chicas.

—¿Cuántos años tienes?

—Veintidós —respondo, cortante.

Sigo bailando, pero el chico constantemente me hace preguntas. No es nada feo, pero sabía que tenía a mi hombre esperándome en casa.

—Eh, ¿de alguien es este teléfono? No deja de sonar —dice una de las chicas, regresando de la mesa.

Veo que es mi celular. Lo tomo y veo que, de hecho, hay una llamada entrante.

—¿Bueno?

—Monserrat, llevas como cuatro horas sin contestarme.

Frunzo el ceño.

—¿Pues a qué hora es?

—¡Casi las cuatro! —escucho con dificultad por la música.

Me alejo un poco el celular por la música y decido caminar al baño para poder escucharle mejor.

—Eh, ¿ya te vas? —me grita el chico de antes—. Yo también, te regreso a tu casa, sirve que pasamos a comer algo.

Inmediatamente pienso en que Junior seguramente lo escuchó. Volteo hacia él y niego con la cabeza; él entiende y se va.

—¿Bueno? ¿Ya me escuchas?

—No, pues ya escuché que ya te van a llevar a tu casa —me contesta, serio—. Está bien, mi amor, ahí me hablas cuando llegues.

Me cuelga.

reloj: junior hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora