Capítulo 56 ~ Promete...

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— ¿Yo? — Elliot miró vacilante a Maxi antes de asentir —. Sí, señor. Por favor, déjemelo a mí.

Maxi abrió y cerró la boca con incredulidad. Por lo que parecía, los hombres ya habían decidido que ella iría con Kuahel Leon. Giró la cabeza hacia los magos, esperando apoyo, pero ninguno parecía dispuesto a discutir la decisión de los caballeros. Todos evitaron su mirada.

Después de observar a sus compañeros, Maxi se fijó en Sidina, que estaba asando un trozo de tocino en una larga brocheta.

— ¿Qu-Quieres cambiarte conmigo, Sidina? Estoy segura... de que preferirías no ir a un sitio tan peligroso.

Sacudiendo la cabeza, Sidina dijo con una sonrisa.

— La verdad es que no me importa. — Parecía estar achispada por el vino que había estado bebiendo — Mentiría si dijera que no tengo miedo, pero estoy segura de que Sir Riftan nos mantendrá a salvo. Tengo la intención de echar un buen vistazo a esta ciudad de monstruos para poder presumir de ella más tarde ante Anette.

— No nos vamos de vacaciones — dijo Riftan incrédulo, mirándola con preocupación.

Sidina no prestó atención a su fría réplica y continuó alegremente.

— Ahora que voy, prefiero ser optimista al respecto. Un rostro sombrío sólo dificulta más las cosas.

— Creo que un poco de aprensión te vendría bien — dijo Geoffrey con un suspiro —. Un optimismo tan ciego conseguirá hacerte daño.

Sidina se encogió de hombros y se metió en la boca la crujiente tira de tocino chorreante de grasa. Acompañó la comida con el vino que le quedaba y dijo primorosamente.

— Haré todo lo que se espera de mí, así que basta de preocuparse innecesariamente.

Al ver que los demás estaban decididos a seguir la decisión de Riftan y Kuahel, Maxi bajó los hombros, decepcionada. Riftan, sin embargo, se puso en pie después de haber terminado su comida en poco tiempo.

— Ahora deberían ir a descansar. Nos enfrentaremos a mayores desafíos por la mañana.

Cuando sus ojos se posaron brevemente en ella, Maxi bajó la mirada con expresión hosca. No podía evitar sentirse muy disgustada porque él hubiera decidido ir a un lugar tan peligroso sin ella. Después de beber el resto de su tibio guiso, se puso en pie y se arrastró hasta una de las estrechas tiendas. Allí se hizo un ovillo y se metió bajo la manta.

Al día siguiente, antes de que amaneciera, la partida borró todo rastro de su estancia detrás de la roca y comenzó a descender. Para su desgracia, poco después empezó a nevar. Los miembros de la partida se quejaron uno tras otro. Los caballeros, por su parte, parecían alegrarse de las inclemencias del tiempo.

— La nieve dificulta la bajada, pero nos ayuda a evitar que nos detecten — explicó Elliot, contemplando la ciudad envuelta en niebla —. Aun así, debe tener cuidado de no resbalar, mi señora.

Maxi movió la cabeza. La tormenta era tan fuerte que le costaba incluso abrir la boca. Sentía que se le congelaban las articulaciones. Bajándose la capucha para bloquear el viento en la medida de lo posible, se abrió paso por el suelo rocoso.

Llevaban un buen rato avanzando sin descanso cuando por fin apareció una suave pendiente. Se detuvieron a descansar al pie de la montaña, permitiéndose un breve momento para recuperar el aliento. Pronto llegó el momento de dividir la partida. Dividieron en dos el resto de las provisiones y el equipo de viaje.

— Como nosotros somos cinco y ustedes siete, esto debería bastar — dijo Kuahel, entregándole un saco a Riftan.

Riftan abrió el saco para comprobar el contenido y se lo pasó a Ulyseon.

Debajo del Roble ~ Libro 08 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora