Capítulo 67 ~ ¿Por qué no te fuiste a Eth Lene?

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Ruth le arrebató los pergaminos a Albern antes de que Maxi pudiera echarles un buen vistazo.

— ¡Tú, perro desvergonzado! — echó humo Albern, poniéndose en pie de un salto —. ¡¿Cómo te atreves a quitármelos?!

— Oh, ya basta. No es como si fuera a mear en ellos.

— ¡No me pongas a prueba! ¡¿Tienes idea de lo que me costó copiarlas?! ¡No permitiré que el desertor recoja los frutos de mi trabajo!

Con la cara roja de rabia, Albern le arrebató los pergaminos.

Ruth lo fulminó con la mirada.

— ¿No se supone que debemos estudiar las runas para descubrir cómo anularlas? Creo que yo sería la mejor opción.

Albern resopló mientras enrollaba los pergaminos y los metía en su bolsa.

— ¿Por qué iba a pedirle ayuda a un hombre que abandonó la Torre diciendo que no podía soportar malgastar su vida en la investigación? ¡Sobre todo cuando hay otros que han dedicado su vida a esta misma causa sin dudar ni una sola vez de sus compromisos!

Sabiendo que se habían aventurado en un tema desfavorable, Ruth cerró la boca de golpe y se escabulló hacia un rincón.

Tras verle marchar con desaprobación, Calto se volvió hacia Albern y Geoffrey.

— Han realizado una hazaña tremenda, de la que me siento orgulloso. Pero debo preguntar: ¿cómo demonios hicieron para infiltrarse en la ciudad de los monstruos sin ser detectados?

— Usamos un hechizo de ilusión, — Geoffrey respondió con una sonrisa orgullosa —. Me vino a la mente cuando Sir Riftan preguntó si había algún tipo de magia para engañar a los monstruos. La granja de wyverns está situada en medio de una montaña rocosa conectada con el castillo, y encontramos un túnel que salía de la ciudad para deshacerse de los excrementos de los wyverns. Fue entonces cuando decidimos infiltrarnos. Por supuesto, antes estudiamos el trazado con magia.

— Sin duda era un plan de alto riesgo — dijo Albern —. Una ilusión nos permite engañar a los ojos de un monstruo, pero, como sabes, es difícil engañar a todos sus sentidos. Por eso fueron necesarios tantos pasos antes de entrar, y por eso tardamos tanto.

Hebaron miró al mago con curiosidad.

— ¿Cómo engañaste exactamente a los monstruos?

— Por... un método bastante horripilante.

Una extraña expresión que no era ni una mueca ni una sonrisa se dibujó en el rostro de Albern. Sus ojos se desviaron hacia Riftan. Sin embargo, el comandante de los caballeros Remdragon no parecía interesado en la conversación. Estaba de pie con ellos, masticando un trozo de carne seca. Como no se mostró dispuesto a dar más detalles, Albern sonrió irónicamente y les contó su plan.

— Primero subimos a hurtadillas por la pared rocosa para ver cuántos monstruos dirigían la granja y cuántos vigilaban las murallas. Unos quince trolls se turnaban para vigilar durante el día, y los hombres lobo patrullaban regularmente las murallas por la noche. Esperamos hasta el anochecer y capturamos a un hombre lobo. Luego... — Albern vaciló —, despellejamos al monstruo para poder ponernos su piel.

Los que escuchaban emitieron ruidos de disgusto. Maxi hizo una mueca.

— Creo que sé de quién fue la idea — murmuró Kuahel, mirando cínicamente a Riftan.

Albern asintió.

— Fue idea de Sir Riftan. Como todos saben, la piel del hombre lobo tiene un olor distintivo. Sir Riftan creía que el plan del hechizo de ilusión funcionaría siempre y cuando enmascaráramos nuestro olor, y estaba en lo cierto.

Debajo del Roble ~ Libro 08 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora