Capítulo 64 ~ Equipo de búsqueda

112 18 1
                                    

— ¿Qué demonios ha pasado? — dijo Anette —. No me digas que los demás están....

— Justo iba a preguntar por eso — dijo Hebaron desde su posición sobre un barril de licor vacío.

Su mirada mordaz se posó en Kuahel Leon cuando el paladín entró en la tienda. Quitándose el húmedo abrigo, Kuahel se lo entregó al Caballero del Templo que tenía detrás y se acomodó frente a Hebaron. Estaba a punto de comenzar su explicación cuando Calto, Celric y Miriam irrumpieron en la tienda. Sus rostros estaban pálidos, pues ya habían oído hablar de sus compañeros que no habían regresado.

— Al parecer se han metido en problemas — comentó Calto tras barrer con su mirada solemne a los reunidos en la tienda.

En pocos días, el rostro del anciano se había vuelto demacrado. Aunque ahora no era más que piel y huesos, su porte digno era el mismo de siempre. Cuando se agachó frente al fuego, exigiendo en silencio una explicación, Kuahel comenzó un monótono relato de los hechos. El tono anodino del Caballero del Templo enfureció a Maxi hasta el punto de tener que contenerse para no gritar.

Aunque sabía que había hecho lo correcto, no podía evitar que le molestara la calma del hombre. Riftan, Ulyseon, Sidina y los demás magos estaban atrapados en algún lugar cerca de la ciudad de los monstruos. Si él hubiera mostrado una pizca de culpa o vacilación, ella no se habría indignado tanto.

Después de lanzar una mirada fulminante a Kuahel, Maxi se mordió el labio y agachó la cabeza. Aquello debió de conmover a Anette, que obligó a Maxi a sentarse junto al fuego y le cubrió los hombros con una manta.

Hasta entonces, Miriam se había envuelto en un paciente silencio.

— ¿Cómo pudiste volver sin los demás? — estalló —. ¿No deberías haber ido en su ayuda cuando no regresaron el día acordado?

— ¿Y poner en peligro a los que quedaban? — replicó Kuahel, mirando a Nevin y Maxi.

Maxi se puso en pie de un salto, dispuesta a gritarle al hombre que dejara de fingir que lo había hecho por ellos. Una oleada de cansancio la invadió de repente y se dejó caer en la silla. Se apretó la frente mientras el mareo le nublaba la vista.

La voz tranquila de Hebaron la interrumpió.

— ¿Crees que los monstruos han descubierto a la partida de exploradores?

— No podemos descartar esa posibilidad — respondió Kuahel sin rodeos —. Si lo han hecho, iniciarán una búsqueda por la ciudad. Dejamos muchas huellas durante la investigación y, aunque hicimos todo lo posible por cubrirlas, podrían ver a través de ellas si no tenemos suerte. En el peor de los casos, podrían encontrarnos aquí.

— Entonces debemos irnos de inmediato — murmuró Hebaron, acariciándose la mejilla cubierta de barba.

Sorprendida por su fría respuesta, Maxi volvió la cabeza hacia él. Había esperado que declarara una misión de rescate para Riftan y Ulyseon. Sin palabras, abría y cerraba la boca cuando Miriam habló.

— No me lo puedo creer. ¿Quieren que abandonemos a los demás? ¡Y ustedes se hacen llamar caballeros!

— Cuidado con lo que dices — advirtió con frialdad Kyle Hager, ayudante de Hebaron —. Nuestro comandante está entre los desaparecidos así que, ¿por qué no íbamos a querer encontrarlo?

— Entonces, ¿por qué no lo hacen?

— Miriam, simplemente no tenemos recursos — dijo Celric con calma —. Si la lucha se prolongara durante semanas, todos moriríamos de hambre. ¿Y qué hay del frío? La única razón por la que pudimos conservar el carbón y las piedras mágicas fue la fuente termal, una posibilidad que no es viable cerca de la ciudad de los monstruos. Perderíamos los medios para mantenernos calientes en pocas semanas. Más que eso, no sabemos si siguen vivos. Y aunque lo estén, ya se habrán quedado sin comida. ¿Crees que aguantarán lo suficiente para ser rescatados?

Debajo del Roble ~ Libro 08 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora