Maxi se dirigió a la tienda donde los magos estaban trabajando duro. Se sentó e inmediatamente empezó a empaquetar junto a ellos.
— ¿Me permite un momento, mi señora? — llamó la voz de Hebaron desde atrás. Fingió terror cuando Maxi lo miró con recelo —. Aún no he dicho ni una palabra.
— Ya sé... lo que va a decir, Sir Hebaron — replicó ella, con tono punzante —. Si tuviera que arriesgarme a adivinar... quiere que me una al grupo que regresa en lugar de quedarme atrás ante un peligro potencial. Estoy acostumbrada... a qu-que usted y los demás me traten así. Todos ustedes caballeros me ven como una damisela indefensa y una molestia. ¿Pero han considerado esto? Siempre he hecho mi parte, y una vez hice una contribución significativa. Sin embargo... ustedes hombres continúan empujándome a la retaguardia. ¡Pues me niego! Ya obtuve el permiso del Maestro Calto para quedarme, y no hay nada que puedas hacer para detenerme, Sir Heba...
— Alto, alto. Por favor, mi señora. — Él parecía realmente nervioso. Dando un paso atrás, continuo —. Escúcheme antes de juzgar.
Maxi entrecerró los ojos y levantó la barbilla con altivez, desafiándole a hablar abiertamente. Hebaron se rascó la nuca con un suspiro.
— En lo que respecta al comandante, su seguridad está por encima de todo. Yo no creo que pudiera soportar que le pasara algo.
— E-Eso va por mí también — replicó Maxi, con la voz temblorosa —. Si yo estuviera en peligro... Riftan lo arriesgaría todo para venir a rescatarme. A-Así que ¿por qué... crees que yo sería diferente? Si algo le pasara... yo...
Su voz empezó a quebrarse. No estaba bien derrumbarse en un charco de lágrimas delante de aquellos caballeros. Se dio la vuelta, poniendo fin a la conversación, y fingió atarse las correas de la bolsa.
Detrás de ella se oyó un gemido grave.
— Comprendo.
Cuando Maxi se volvió para mirar a Hebaron, con los ojos llenos de sospecha, el caballero se encogió de hombros y añadió.
— Como usted ha señalado, no tengo autoridad para detenerla. Pero aun así tenía que intentarlo. — Sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa — Me esforcé por disuadirla, mi señora, así que debe salir en mi defensa cuando el comandante intente asesinarme. Estoy seguro de que su temperamento hará que incluso Riftan Calypse se acobarde de miedo.
— N-No estoy de humor para bromas — dijo Maxi con frialdad antes de apartar la mirada.
A pesar de la brusquedad de su respuesta, su manera de bromear le levantó un poco el ánimo. La reconfortó su convicción de que Riftan estaba a salvo.
En poco tiempo, la deliberación de Hebaron y Kuahel Leon llegó a una conclusión. Unos treinta caballeros se quedarían mientras el resto partiría hacia el castillo de Eth Lene. Cuando llegó el momento de decidir quién iría a la base de los monstruos, Maxi se postuló enfáticamente para el puesto. Para su alivio, Hebaron se limitó a lanzar un suspiro de resignación sin más objeciones.
Calto habló mientras hacían la selección entre los magos.
— Me gustaría ir esta vez.
Se oyó un bufido desde la esquina.
— ¿Para que podamos enterrar tu cadáver por el camino? — se burló Ruth —. Ten en cuenta tu edad, viejo... ¡Ow!
El largo bastón del anciano cayó sobre la cabeza de su sobrino. Después, se volvió hacia Kuahel y habló con firme resolución.
— Puede que mi resistencia no sea comparable a la de los más jóvenes, pero no puedes negar que soy el mago más poderoso de aquí. Mi presencia es indispensable en tiempos de crisis.
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Debajo del Roble ~ Libro 08 [Temporada dos]
Fiksi PenggemarYa me tienen hasta la #$%$%# La Maxi por su parte hace lo que le sale del $%&#. Y Riftan sigue igual de bruto o peor. Lo único bueno es que ya se comunican mas, a gritos, pero se comunican. Y por otro lado Riftan ya no se impone tanto tan poco.