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── entonces nos turnaremos así, cuando tu tengas clases y yo no, llevare a Jeongin a la casa de Haram; estaremos ahí hasta que tu vuelvas, y me quedo a dormir acá y...── decía Rora mientras explicaba con sus manos.

Cosa que había en vano, ya que Asa no le estaba prestando atención. No a sus palabras,  pero si a su belleza.

Decir que Asa no se sentía atraída por Rora era un poco estúpido, hasta un nene de cinco años se dio cuenta de eso, ¡pero Rora no! ¿Qué más podía hacer? Ya le había tirado indirectas, se había tratado de acercar lentamente hacia la menor; pero esta parecía ignorar todo lo que se relacionaba con el término gustar.

Decir que estaba frustrada no era demás, se sentía tan, tan... tan cansada y enojada que Rora no captará nada, ahora que debían cuidar a un niño juntas esperaba lograr algo con Rora,  lograr que la menor aceptara sus sentimientos y formalizaran una relación, para así adoptar al pequeño Jeong era su meta.
Si, no conocía a Jeong, pero debía admitir que ya sentía un pequeño cariño hacia el, y algo le decía que se iba a encariñar demás en un futuro.

Madres por sorpresa | rorasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora