Capítulo Quince: Dentro o fuera.

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En España, Lance se encontraba limpiándose la cara con un pedazo de tela que había tenido que cortar de su playera, quitándose la sangre que había salpicado en su rostro.

- Me-castra-tener-que-limpiar-sangre -decía bastante molesto mientras pasaba entre cada palabra el trapo por sus ojos, retirándolo y viéndolo completamente rojo.

- Creo que George se quedó dormido, todavía no viene -dijo Carlos, mientras guardaba en una caja la cadena con la que había asfixiado a un hombre, el cuerpo estaba a su lado, y a unos dos metros, el cuerpo de otro hombre con la cara completamente destrozada-. ¿Crees que le haya pasado algo? -preguntó preocupado al alfa que se limpiaba los brazos también.

- No, algo me dijo de que tenía una cita, quizá lo follaron y anda cansado. No te preocupes, ha de estar bien, George tiene encuentros cada mil años, obviamente su condición no es la mejor -rieron ante las palabras del castaño-. ¿Reviso las billeteras a ver de dónde son estos imbéciles?

- Sí, pero creo que son polacos -dijo el pelinegro, mirando atentamente al hombre que mató con su cadena. Luego hizo una mueca-. Pero no parecen polacos, Lance, parecen mexicanos.

- ¿Qué harían mexicanos aquí? ¿No se habían retirado los del cartel después de lo que hizo Max?

- Así es, pero quién quita las posibilidades de que busquen venganza. Revisa las billeteras a ver si tienen identificaciones.

En veinte minutos, George llegó con una de las camionetas que Carlos usaba específicamente para transportar los cuerpos de los enemigos que ellos pudieran haber matado. Carlos le dio una pequeña regañada por su tardanza, para luego mostrarle al beta las identificaciones de los hombres.

- INE, ¿qué es INE? -preguntó extrañado. Lance se acercó para darle un golpe leve en la cabeza, tratando de hacerlo asimilar-. Auch, imbécil, ¿por qué me pegas?

- Al lado de INE, hermanito, dice Instituto nacional electoral, y al lado, HERMANITO, DICE MÉXICO, son identificaciones mexicanas, estos imbéciles de polacos no tienen nada.

- Antonio no es imbécil, quiere que nos metamos con los polacos para cubrir su rastro y tener el camino libre, espera que los ataquemos para que ellos acaben con nosotros -dijo el pelinegro. Procedió a dar indicaciones a George, quién se retiró en la camioneta con ambos cuerpos inertes en ella. Lance y Carlos se irían de vuelta en la que habían llegado ellos con anterioridad a emboscar a los mexicanos que querían atacarlos a ellos, un contacto de confianza les había pasado el dato, pero todos creían que eran polacos.

El castaño miraba a Carlos, queriendo decirle algo, y Carlos lo sabía, pero él no iba a tratar de sacarle nada de información, quería que perdiera el miedo y hablara por sí mismo, y así fue:

- Vas a decir que no me incumbe, Carlos, pero esta situación se va a salir de nuestras manos si no matamos a Antonio y a Paola lo antes posible, nos van a tomar realmente confiados, distraídos o indefensos, a cualquiera, y nos van a matar. ¿Por qué lo necesitan vivo? ¿Quieren el dinero de vuelta? Podemos hacer que Oliver se quede con el testamento y le pedimos que venda la mansión de los Pérez, él comprenderá.

- No se trata de eso, Lance -dijo el pelinegro. El joven de barba de candado hizo una mueca.

- Sabes que tengo razón, Max se está portando como un imbécil, despertó MadMax pero de qué nos sirve si no ha hecho nada por defender nuestros intereses, dañó a Paola nada más para demostrar de lo que es capaz pero no hace más que eso, ahora por ese motivo nos quiere matar Antonio, a todos, y, admítelo, se está deteniendo a hacer lo que ya debió haber hecho... por Sergio.

- Sergio está con él, tienes que comprenderlo y superarlo -lo encaró el pelinegro. Lance se cuadró frente a él también, tratando de demostrar que no le tenía miedo.

El Guardián de mi Libertad  | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora