Epílogo Final 1. Viejas deudas.

472 73 20
                                    

Carlos y Charles se encontraban en el hangar, esperando ver pronto a Sergio bajarse del avión. Cinco minutos pasaron y por fin el omega caminaba por las escaleras, sonriendo. Se veía diferente, estaba más delgado y también traía su cabello pintado negro, además más largo, aunque lo rizado no permitía que se notara mucho.

Abrazó a Carlos con fuerza, recibiendo el mismo afecto de parte del alfa. Luego se separó y abrazó con cuidado a Charles, quién tenía una pancita de seis meses, tocándola después de soltarlo.

— Bienvenido, Sergio, un año se pasó volando —dijo Carlos. Checo asintió en respuesta, mientras se encogía de hombros.

— Así es, Carlos, pero era hora de volver, estar lejos de casa tanto tiempo hace daño. La caja viene atrás, creo que necesitaremos más personas para bajarla, está algo pesada —Carlos asintió, sacando el celular de su bolsa para llamar a Lance, George y Liam. El beta rubio se había hecho parte cercana de la organización, sustituyendo la “vacante” que George había dejado libre, pues ahora él era la mano derecha de Carlos, así Max lo habría querido—. Charles, no perdiste el tiempo, ¿es un mini Carlos o una mini Charles?

— Ni idea, el doctor Wolff ya lo sabe pero le pedimos que no nos dijera aún, de todos modos estoy ansioso. Sea lo que sea, y tenga la casta que tenga, será amado por completo.

— Eso sin duda, Charles, y por todos nosotros igual, así adoramos al pequeño Théo —Checo volvió a sobar la pansita de su amigo, hablándole al bebé, el cual respondió con una patada—. Ya se tira a los chingazos, va a ser alfa sin duda.

Los chicos llegaron, abrazando a Sergio repletos de felicidad, incluído Liam. Su lealtad a Max lo había llevado hasta ese punto, y su cercanía con Checo le había permitido crecer más. Lance fue el último en abalanzarse contra el omega, apretándolo con fuerza, levantándolo del suelo.

— Mi salvaje come tacos, te extrañamos —dijo Lance, aún sacudiendo a Sergio en el aire, quién se reía.

— Yo también, a todos. Gracias por su paciencia, la persecución fue difícil y tardada pero por fin podemos solucionar todo. Bajemos la caja y vayamos a donde haga falta, podremos platicar en calma.

De la zona de almacenaje del avión sacaron una caja de madera bastante grande y pesada. La cargaron entre todos, menos Charles, pues al estar embarazado podría hacerle daño. La subieron hacia una camioneta cerrada que había conseguido George específicamente para ese día, pues parecía un automóvil de comida pero traía un gran espacio interior. Chocaron el puño todos y se subieron a los carros correspondientes.

El camino hasta la mansión de Carlos había sido largo, como siempre, pero no se desesperaron. Checo platicaba sobre todos los países que había conocido y más le habían gustado, metiendo Países Bajos en primer lugar, quizá por la conexión que sentía ahí. Explicaba sobre los idiomas y cómo apenas podía defenderse con su nivel de inglés, pero no lo decía de manera insegura.

Cuando por fin estuvieron en casa del pelinegro, Charles entró corriendo porque ya se orinaba, ocasionando risas en los presentes. Nuevamente en un esfuerzo de equipo, bajaron la caja, arrastrándola entonces hasta la parte trasera de la mansión. Ahí Carlos había construido una bodega pequeña, también solamente para esa ocasión.

Cuando ya estuvieron dentro, el pelinegro salió para acompañar a Charles y ordenarle no salir de casa y menos ir hacia allá. El pequeño omega hacía caso, sabía que lo que se avecinaba sería fuerte para todos, y él no quería estar presente. Lance abrió la caja con la parte trasera de un martillo, quitando los clavos uno por uno. Sergio se estaba impacientando, yendo hacía una de las paredes del lugar y tomando unos guantes.

Cuando por fin quitaron la parte superior de los lados de la caja, George se metió junto con Lance a sacar lo que dentro venía; el cuerpo semidesnudo y golpeado de Jos, frío, pero vivo aún. Sergio sonrió ante la imagen, victorioso. Como había dicho, la persecución había sido larga y cansada. Viajó muchas veces entre México, Francia, Brasil, Países Bajos, Bélgica, Japón, incluso China y Noruega, tratando de atrapar al bastardo que le había arrebatado a su alfa, su novio, su razón de ser. Finalmente lo pudo detener en Bélgica, dónde empezó todo. Él mismo había hecho una trampa infalible, matando a los pocos hombres que le quedaban al holandés. Luego secuestrarlo no fue tan difícil, el hombre estaba tan asustado de que un omega fuera tan fuerte y decidido, que prácticamente se entregó, rogando su perdón, pero Sergio no estaba dispuesto a perdonar, ya no.

El Guardián de mi Libertad  | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora